2019, 37(1), 35-42
Revista de Psicologia, Ciències de l’Eduació i de l’Esport
ISSN: 1138-3194
©Facultat de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport Blanquerna
Universitat Ramon Llull
Tinder y conductas sexuales de riesgo
en jóvenes españoles
Oscar Wu
Universidad Autónoma de Barcelona
Received: 13 feb 2019
Accepted: 1 apr 2019
Tinder y conductas sexuales de riesgo en jóvenes españoles
Resumen. La popularidad de las apps móviles con geolocalización permite ampliar el círculo social de muchas
personas, pero existen escasas investigaciones acerca del impacto que puedan tener sobre la salud de los usuarios.
Tinder es la app con geolocalización más popular y resulta conveniente analizar cómo afecta a la sexualidad de
los usuarios y si puede propiciar conductas de riesgo. El objetivo de la presente investigación es determinar los
efectos del uso de Tinder: la búsqueda de sensaciones sexuales, compulsividad sexual y conductas sexuales de
riesgo, como el sexo sin preservativo, sexo con múltiples parejas y sexo no consentido. Participaron 262 sujetos de
entre 18 y 30 años, de los cuales 133 eran usuarios de Tinder y 129 no usuarios. Los usuarios de Tinder obtuvieron puntuaciones mayores en búsqueda de sensaciones sexuales y compulsividad sexual que los no usuarios. No
hubo diferencias en las conductas sexuales de riesgo, salvo que los usuarios de Tinder hacen un mayor uso del
preservativo. En conclusión, pese a puntuar más alto en compulsividad sexual y búsqueda de sensaciones sexuales,
los usuarios de Tinder tienen sexo más seguro que los no usuarios porque presentan mayor uso del preservativo y
no hay diferencias en el resto de conductas sexuales de riesgo.
Palabras clave: Tinder; búsqueda de sensaciones sexuales; compulsividad sexual; conductas sexuales de riesgo
Tinder and risky sexual behaviour in young Spaniards
Summary. Location-based mobile apps have had an impact on the lives of many of their users, allowing them to
widen their social circles, but there have been few publications regarding the effect these apps may have on users’
health. Tinder is the most well-known location-based mobile app, and as it continues to gain users, the question
of how it affects its users’ sexuality and of whether it might prompt them to engage in risky sexual behaviours are
topics worthy of investigation. The aim of this research is to determine the effects of Tinder use: sexual sensation
seeking, sexual compulsivity and risky sexual behaviours such as intercourse without condoms, intercourse with
multiple partners and intercourse without consent. 262 subjects from Barcelona with ages ranging from 18-30
participated in the study. 133 of them were Tinder users and 129 were non-users. Tinder users recorded higher
scores for sexual sensation seeking and sexual compulsivity than non-users. No differences were found regarding
risky sexual behaviors, except that Tinder users use condoms more frequently than non-users. In conclusion, despite
having higher scores for sexual compulsivity and sexual sensation seeking, Tinder users have safer sexual intercourse
than non-users, due to their greater use of prophylaxis and the lack of significant differences in the other risky
sexual behaviors.
Keywords: Tinder; sexual sensation seeking; sexual compulsivity; risky sexual behaviors
Correspondence
Oscar Wu Salmeron
Universidad Autónoma de Barcelona
oswusa@gmail.com
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Introducción
Más del 85% de los jóvenes de entre 18 y 29 años tienen
un smartphone con acceso a Internet, y el intercambio
de mensajes mediante esta vía es casi universal entre
los jóvenes (Smith, 2015). De este modo, el smartphone
brinda a sus usuarios, entre sus múltiples funciones,
una gran facilidad para comunicarse con otros y casi
constante conectividad. Como consecuencia, los recursos digitales influencian también el modo en que la
población, mayoritariamente la joven, se comunica, y
por extensión busca pareja y relaciones íntimas.
El fenómeno de usar las TIC para conocer nuevas
posibles parejas sentimentales se denomina citas online.
En la primera década del siglo XX hubo un auge de las
webs de citas “basadas en la ciencia”, en las que un
algoritmo presentaba múltiples perfiles de personas
compatibles con el usuario basándose en una exhaustiva recogida de información para encontrar parejas
románticas. La creciente popularidad de las citas online
conllevó que en 2009 en Estados Unidos se iniciaran
más relaciones románticas mediante los recursos digitales que de ningún otro modo, salvo las parejas que
se conocieron siendo presentadas por amistades en
común (Finkel, Eastwick, Karney, & Reis, 2012). Una
ventaja de las citas online es que propician oportunidades de acceder a nuevas relaciones. Además, investigaciones recientes apuntan a que el hecho de poder
emprender una breve interacción inicial mediada por
las TIC con una posible pareja tiene el potencial de
suscitar mayor atracción antes del encuentro en persona (Finkel et al., 2012).
Las numerosas webs de citas “basadas en la ciencia”
han sido desbancadas entre los jóvenes por apps móviles, frecuentemente descritas como más rápidas y
requeridoras de poco esfuerzo (Timmermans & De
Caluwé, 2017a). En contraste con sus predecesoras,
dichas apps no recopilan un volumen tan grande de
información, pero cuentan con el atractivo añadido
de la geolocalización. De este modo, a los usuarios se
les presentan una serie de perfiles cercanos a ellos y
se crea una interacción que va más allá de lo online, e
incentiva a los usuarios a verse en la “vida real” (Cohen, 2015; Gibbs, Ellison, & Lai, 2011). Con la geolocalización ya no se trata de una realidad virtual y una
física independientes entre sí, sino que el uso de las
apps se entendería como un modo de establecer conexiones en tiempo real con personas cercanas, de
modo similar al funcionamiento de la realidad aumentada, teniendo disponibles para interactuar a
personas que no se encuentran físicamente delante
del usuario, pero pudiendo establecer una relación
con ellas (Jurgenson, 2012).
Así como los adultos de edad media tienden más a
buscar relaciones serias y a largo plazo, entre los jóvenes adultos es más probable que vayan entrando y
saliendo de relaciones, viéndose a menudo inmersos
en relaciones casuales (Cohen, Kasen, Chen, Hartmark,
& Gordon, 2003). Por un tema de comodidad, estas
relaciones casuales son más fáciles de encontrar en apps
Oscar Wu
con geolocalización, ya que se busca principalmente
proximidad y atracción física. Adicionalmente, Sprecher y Sprecher (2009) hallaron que en entornos digitales las personas están más abiertas a seleccionar o
encontrar pareja. No obstante, en estudios llevados a
cabo con jóvenes de entre 18 y 30 años, un tercio de
ellos dejaron de usar estas apps porque habían iniciado
una relación con alguien conocido mediante ellas
(Newett, Churchill, & Robards, 2017), de modo que un
porcentaje relativamente amplio de los usuarios usan
las apps para establecer relaciones más allá del contacto físico casual. Pese al aumento en el número de
usuarios, existen publicaciones como la de Smith y
Anderson (2016) en las que nos informan que hasta un
tercio de los americanos usuarios de estas tecnologías
no habían tenido ninguna cita en persona con alguien
conocido en una página web de citas o en una app
móvil.
Entre estas apps con geolocalización destaca Tinder,
con más de 50 millones de usuarios, la mayoría de los
cuales son jóvenes adultos de edades comprendidas
entre los 18 y los 24 años. Tinder, siendo de base gratuita, tiene opciones prémium y es la app que más
beneficios económicos reporta (Sales, 2015). Según
Newett et al. (2017), Tinder era una alternativa accesible para conectar con otras personas, y sirve para
combatir las dificultades que los jóvenes tienen para
establecer relaciones de pareja, como la necesidad de
encontrarla gracias a un grupo de amigos o en el trabajo, pudiéndolo hacer desde la comodidad de su casa.
Para crear un perfil en Tinder, el usuario debe mostrar
una selección de entre 1 y 6 fotografías, y especificar
su edad y género. Adicionalmente, se puede vincular
la cuenta con Facebook, Instagram y Spotify para verificar la edad y disponer más fácilmente de algunas
fotografías e información adicional como gustos musicales o amistades en común que se puedan tener con
otros usuarios. A continuación, se puede publicar una
breve descripción del usuario, con un máximo de 500
caracteres. Una vez el perfil está creado, se seleccionan
las preferencias de búsqueda: hombres, mujeres o ambos, el rango de edad que se prefiera y la distancia
máxima en kilómetros. Cuando esta serie de ajustes
están configurados, al usuario se le van presentando
una serie de perfiles de personas que cumplen con sus
criterios de búsqueda, y este deberá ir aceptándolos o
descartándolos de forma anónima. La finalidad de
Tinder es que cuando se acepta un perfil y la otra persona hace lo mismo, se abre un chat privado para
iniciar la interacción. Se denomina match cuando dos
usuarios manifiestan interés por el perfil del otro, y
cada match precede a la apertura del chat entre ellos.
Por lo tanto, Tinder actúa como un “intermediario” en
la vida íntima de los usuarios proporcionando la posibilidad de ampliar horizontes relacionales (Newett et
al., 2017).
La diferencia más relevante de Tinder respecto a las
webs de citas “basadas en la ciencia” es que no consta
de ninguna descripción detallada de la persona más
allá de los 500 caracteres, ni de ningún algoritmo de
Tinder y conductas sexuales de riesgo en jóvenes españoles
compatibilidad. Esto hace que las elecciones de potenciales parejas se vean influenciadas principalmente por
la apariencia física, cosa que puede hasta llevar a que
los usuarios cosifiquen a las personas que se les presentan (Finkel et al., 2012; Timmermans, & De Caluwé,
2017b). Con la relativa escasez de información proporcionada en los perfiles de los usuarios, se enfatiza la
importancia de las claves visuales en las fotografías,
que influencia la toma de decisiones (Ranzini & Lutz,
2017). La priorización del aspecto físico, sin embargo,
no implica que se reste importancia a la autopresentación escrita, pues diversas investigaciones han concluido que tanto hombres como mujeres tienden a preferir
los perfiles en los que hay una descripción personal
(Ranzini & Lutz, 2017). Heino, Ellison y Gibbs (2010)
indicaron que la naturaleza y la estructura comercial
de las apps como Tinder llevaban a los usuarios a racionalizar, priorizando variables como la proximidad o los
aspectos físicos por encima de los sentimientos al
elegir pareja, resultando en elecciones que de otro
modo serían poco probables. Al no conocer a la mayoría de los otros usuarios de Tinder, la persona tiene el
poder de maquillar su perfil con fotos expresamente
seleccionadas o hasta mintiendo en la descripción,
restándole realismo. Ranzini y Lutz (2017) hallaron que
las personas con mayor autoestima y que buscaban
establecer una relación sentimental se mostraban de
un modo más realista en su perfil de Tinder, y que una
autopresentación artificial o engañosa estaba significativamente influenciada por la autoestima, nivel educativo y orientación sexual. De este modo, los usuarios
con mayor nivel educativo, homosexuales y bisexuales
tendían a ser menos realistas al presentarse, y las principales razones por las que usaban Tinder eran conseguir relaciones sexuales y autovalidación.
Dada la popularidad de Tinder, desde una perspectiva psicológica, la investigación ha explorado los
motivos y las preocupaciones derivados de su uso.
Estudios recientes en muestras americanas (Griffin,
Canevello, & Mcanulty, 2018) exponen que las principales razones para usarlo son “por diversión” y para
“conocer gente”, y aunque es menos probable que los
usuarios inicien una relación sentimental, contrasta
con el estigma generado por los medios, que tilda la
app como la app del sexo casual. Aunque las personas
conocidas mediante Tinder puedan resultar en una
gran variedad de tipos de relación, incluyendo platónicas y románticas, diversos medios de comunicación
describen la app como de naturaleza predominantemente sexual, usada por jóvenes para “tener sexo sin
compromiso” (Sales, 2015). El uso “por diversión” se
relaciona directamente con buscar estimulación y
combatir el aburrimiento. Tinder se puede utilizar
cómodamente en el transporte público, de camino a
casa, escuchando música o incluso en presencia de
amistades con quienes ir comentado los distintos
perfiles que van apareciendo.
Green, Turner, y Logan (2018) exploraron el efecto que las amistades en común de Facebook tenían
sobre las conductas sexuales de riesgo en los usuarios
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de Tinder, y encontraron que las amistades en común
precipitaban conductas sexuales de riesgo, tales como
sexo sin profilaxis y no hablar de enfermedades de
transmisión sexual. La tendencia a asumir estos riesgos
se explicaba por el temor a que la información que se
compartiera pudiera llegar a oídos de las amistades en
común y se percibía a la otra persona como “familiar”,
dando una falsa imagen de seguridad acerca de posibles riesgos para la salud. Por lo tanto, esta falsa sensación de seguridad, unida a otros factores de riesgo
como el consumo de alcohol y una alta búsqueda de
sensaciones sexuales (Gullette & Lyons, 2006), podría
llevar al desarrollo de conductas sexuales de riesgo.
Sin embargo, en un estudio con estudiantes universitarios, Ingram, Macauda, Lauckner, y Robillard (2018)
hallaron que los jóvenes solteros tendían a usar preservativos con mayor frecuencia que los que estaban
en una relación de pareja, y una amplia mayoría de
los usuarios de Tinder lo usan sin estar en una relación
sentimental.
Entre las conductas sexuales de riesgo más relevantes se encuentra la de tener relaciones con múltiples
parejas. Si bien el uso de Tinder no implica ausencia
de protección a la hora de tener relaciones sexuales, sí
que posibilita un modo adicional de encontrar personas
con quien tener relaciones. Estas mayores opciones de
pareja también ofrecen más posibilidades para la “traición” o infidelidad (Murray & Campbell, 2015) y la
capacidad de mantener múltiples relaciones simultáneamente. Las otras dos grandes conductas sexuales de
riesgo investigadas en relación con Tinder han sido: no
usar preservativos y tener relaciones sexuales no consentidas, y se encontró que el uso de Tinder se correlaciona significativamente con la segunda (Shapiro et al.,
2017). Para el presente estudio, se ha considerado
conveniente añadir una conducta sexual de riesgo
adicional más allá de las mencionadas anteriormente:
tener relaciones sexuales sin estar seguro de querer
tenerlas. Fox y Moreland (2015) sugirieron que los
participantes que tenían un uso más intensivo de Facebook podían sentirse presionados a mantener relaciones que no querían.
El presente estudio se propone investigar la influencia que pueda ejercer Tinder a la hora de adoptar conductas sexuales de riesgo entre sus usuarios. Las hipótesis son:
1. Los usuarios de Tinder tienen más compulsividad
sexual y búsqueda de sensaciones sexuales que los
no usuarios (Gil-Llario, Morell-Mengual, BallesterArnal, Giménez-García, & Castro-Calvo, 2015).
2. Los usuarios de Tinder mostrarán más conductas
sexuales de riesgo (sexo sin preservativo, sin consentimiento y con múltiples parejas) que los no
usuarios (Shapiro et al., 2017).
3. Los usuarios problemáticos de Tinder puntuarán
más alto en búsqueda de sensaciones sexuales,
compulsividad sexual y conductas sexuales de
riesgo que los usuarios no problemáticos (BallesterArnal et al., 2015; Gil-Llario et al., 2015; Shapiro
et al., 2017).
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Método
Participantes
Participaron 273 sujetos, pero se desestimaron 11 sujetos por no haber completado correctamente los cuestionarios o no cumplir con los parámetros de edad
requeridos (rango de edad entre 18 y 30 años). Los 262
restantes presentaban una media de edad de 23,14 años
(DT = 2.11). El 43.1% eran hombres y el 56.9% mujeres.
Un total de 133 sujetos fueron usuarios de Tinder
(50.8%) y 129 no usuarios (49.2%).
Instrumentos
Búsqueda de sensaciones sexuales. Para evaluar la búsqueda de sensaciones sexuales se ha usado la Sexual
Sensation Seeking Scale (Kalichman, Johnson, Adair,
Rompa, & Kelly, 1994) adaptada al castellano (GilLlario et al., 2015). El instrumento mide la tendencia
a buscar nuevas experiencias y prácticas sexuales con
ítems como “Me gustan las sensaciones y experiencias
sexuales nuevas y excitantes”. Se trata de una versión
de 10 ítems de respuesta tipo Likert, que van desde 1
(Nada característico de mí) hasta 4 (Muy característico
de mí). En el presente estudio, el Alfa de Cronbach
obtenido ha sido de .72.
Compulsividad sexual. Se ha usado la Sexual Compulsivity Scale (Kalichman, Johnson, Adair, Rompa, &
Kelly, 2010) en su versión española (Ballester-Arnal,
Gómez-Martínez, Gil-Llario, & Salmerón-Sánchez,
2013). Se trata de un cuestionario Likert de 10 ítems
que van desde 1 (Nada característico de mí) hasta 4
(Muy característico de mí). Mide preocupaciones obsesivas acerca de actos y encuentros sexuales, como por
ejemplo: “Mis pensamientos y comportamientos sexuales me están causando problemas en la vida”. El
Alfa de Cronbach obtenido ha sido de .85.
Uso problemático de Tinder. Se ha medido usando la
versión de 6 ítems de la Problematic Tinder Use Scale
(Orosz, Tóth-Király, Bőthe, & Melher, 2016), traducida
ad hoc para la presente investigación. Consta de 6 ítems
en escala Likert que oscilan entre 1 (Nada característico de mí) hasta 5 (Muy característico de mí), y se basa
en el modelo de los seis componentes de adicción de
Griffiths: relevancia, tolerancia, modificación de humor, recaída, abstinencia y conflicto. Se ha obtenido
un Alfa de Cronbach de .78. Son ejemplos de ítems:
“Durante el último año, ¿con qué frecuencia ha usado
Tinder para reducir sentimientos de culpa, ansiedad,
indefensión y depresión?” y “Durante el último año,
¿con qué frecuencia ha intentado reducir su uso de
Tinder sin éxito?”.
Uso de Tinder. Se presentaron ítems relativos a la
frecuencia y duración de las conexiones, como: “Aproximadamente, ¿cuántas veces al día entra a Tinder?”,
“¿Aproximadamente, cuánto duran sus conexiones a
Tinder?”, y búsqueda de pareja: “¿Con qué porcentaje
de matches de Tinder ha quedado en persona?” y “Entre los matches de Tinder con los que llegó a verse en
Oscar Wu
persona, ¿con cuántos mantuvo relaciones sexuales?”.
Conductas sexuales de riesgo. Para evaluar si se dan
conductas sexuales de riesgo en los sujetos, se han
incluido las siguientes preguntas contabilizadas por
separado: “Normalmente, ¿usa preservativo al tener
relaciones sexuales?” (Likert 4: “siempre, casi siempre,
casi nunca, nunca”), “En el último mes, ¿cuántas parejas sexuales ha tenido?” (Likert 5: “ninguna, 1, 2, 3
o 4, más de 4”) y “¿Ha tenido alguna vez relaciones
sexuales no consentidas por su parte?” (de respuesta
dicotómica). A dichas preguntas se ha añadido adicionalmente “¿Ha tenido alguna vez relaciones sexuales
sin estar seguro de querer tenerlas?” (de respuesta dicotómica). Estos ítems han sido acompañados de las
preguntas: “Normalmente, ¿con qué frecuencia mantiene relaciones sexuales?” (Likert 4: “0 veces a la semana, 1-2, 3-4 y más de 4”), “¿Usó preservativo la última vez que mantuvo relaciones sexuales?” (de
respuesta dicotómica) y “Normalmente, ¿usa algún
anticonceptivo que no sea el preservativo cuando
mantiene relaciones sexuales?” (de respuesta dicotómica).
Procedimiento
Se creó un formulario de Google que incluía los 3 cuestionarios y una serie de ítems para recopilar datos
demográficos, explorar conductas sexuales de riesgo y
uso de Tinder. Se accedió a la muestra mediante difusión
por WhatsApp y Facebook, y siguiendo un muestreo
de bola de nieve. Al inicio del formulario, se incluyó
un consentimiento informado, de modo que todos los
sujetos dieron su consentimiento para usar los datos
personales recopilados de manera anónima. Para el
análisis de datos, se utilizó la versión 24 del programa
IBM SPSS Statistics.
Análisis de datos
Para explorar los efectos del uso de Tinder y el sexo de
los sujetos, se efectuaron ANOVAS 2x2 (sexo x uso de
Tinder) para las variables: uso de preservativo, sexo con
dudas, sexo no consentido, búsqueda de sensaciones
sexuales y compulsividad sexual. Las variables “sexo
no consentido” y “sexo con dudas”, al ser dicotómicas,
han sido analizadas mediante la prueba chi-cuadrado.
Se calcularon correlaciones de Pearson para analizar la
relación del uso problemático de Tinder, matches conocidos en persona, matches con los que se ha tenido
relaciones sexuales, minutos por conexión a Tinder,
número de conexiones diarias a Tinder, compulsividad
sexual y búsqueda de sensaciones sexuales.
Resultados
La puntuación media de búsqueda de sensaciones sexuales fue de 26,16, con una desviación típica de 5,03.
En compulsividad sexual, la media fue de 14,24 y la
desviación típica 4,64. Los estadísticos descriptivos de
uso del preservativo, parejas sexuales al mes, sexo con
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Tinder y conductas sexuales de riesgo en jóvenes españoles
Tabla 1. Medias y desviaciones típicas (entre paréntesis) de las variables estudiadas
Uso de Tinder
No uso de Tinder
Variable
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Uso del preservativo
2.81 (.87)
2.72 (.94)
2.27 (1.23)
2.12 (1.18)
Parejas sexuales al mes
2.04 (.95)
2.12 (.92)
2.22 (.704)
1.89 (.44)
Sexo con dudas
1.50 (.50)
1.54 (.50)
1.33 (.477)
1.40 (.49)
Sexo no consentido
1.06 (.24)
1.11 (.31)
1.07 (.252)
1.10 (.29)
Búsqueda de sensaciones sexuales
28.59 (3.84)
25.83 (5.60)
26.96 (4.76)
24.04 (4.64)
Compulsividad sexual
16.03 (4.71)
14.26 (5.10)
14.49 (4.79)
12.65 (3.53)
dudas, sexo no consentido, búsqueda de sensaciones
sexuales y compulsividad se muestran en la Tabla 1,
separados por sexo y uso de Tinder.
En la primera de las conductas sexuales de riesgo,
22 sujetos (8.4%) declararon haber tenido relaciones
sexuales sin haber dado su consentimiento. En la segunda conducta sexual de riesgo, 69 sujetos (26.3%)
no usaban nunca el preservativo, 53 (20.2%) no lo
usaban “casi nunca”, 87 (33.2%) lo usaban “casi siempre” y 53 (20.2%) aseguraban usar siempre el preservativo. En lo relativo a la última conducta sexual de
riesgo, mantener relaciones sexuales con múltiples
parejas, 51 sujetos (19.5%) no habían tenido ninguna
pareja sexual en el último mes, 165 (63%) habían tenido una pareja sexual, 34 (13%) habían tenido dos, 7
(2.7%) habían tenido entre tres y cuatro, y 5 sujetos
(1.9%) habían tenido relaciones con más de cuatro
parejas distintas.
118 sujetos (45%) habían tenido relaciones sexuales
con dudas acerca de si querer tenerlas, mientras que
144 (55%) no las habían tenido.
No hay diferencias significativas entre usuarios y
no usuarios a la hora de tener relaciones sexuales no
consentidas. Además, de los 22 sujetos que las habían
tenido, 11 eran usuarios de Tinder y 11 no lo eran. No
obstante, con el valor se demuestra que sí hay diferencias significativas en lo referente a tener relaciones
sexuales sin estar seguro de querer tenerlas (χ2 = 5.19;
p = .002). Un 45.04% de los sujetos de estudio han
mantenido relaciones sexuales teniendo dudas al respecto; 69 son usuarios de Tinder y 49 no usuarios.
El análisis multivariado de la varianza para los
efectos del uso de Tinder y sexo en el uso del preservativo (ver Tabla 2) indica que no hay diferencias entre
sexos, pero sí según el uso de Tinder, de tal forma que
los no usuarios de Tinder utilizaban menos el preservativo. No se observan efectos de la interacción entre
el uso de Tinder y el sexo. El efecto de uso de Tinder y
sexo en la búsqueda de sensaciones sexuales y compulsividad sexual es significativo, y muestra como los
hombres y los usuarios de Tinder puntúan más alto en
dichas variables. La interacción uso de Tinder y sexo
no tiene efecto alguno en la búsqueda de sensaciones
sexuales y compulsividad sexual. El uso de Tinder tiene
efecto sobre la variable sexo con dudas, pues los usuarios de Tinder exhibían más esta conducta, pero tener
sexo con dudas no estuvo influido ni por el sexo ni por
la interacción entre uso de Tinder y sexo. La interacción
uso de Tinder y sexo únicamente tiene efecto en el
número de parejas sexuales al mes, y los hombres no
Tabla 2. Tests de efectos entre sujetos para los factores Uso de
Tinder y sexo
Fuente
Variable
Uso de Tinder Uso del preservativo
Sexo
F
p
η2
18.51
< .001 .067
Parejas sexuales al mes
.071
n.s.
.000
Sexo con dudas
5.718
< .05
.022
Sexo no consentido
.004
n.s.
.000
Búsqueda de sensaciones sexuales 8.029
< .01
.030
Compulsividad sexual
7.670
< .01
.029
Uso del preservativo
.767
n.s.
.003
Parejas sexuales al mes
1.639
n.s.
.006
Sexo con dudas
.765
n.s.
.003
Sexo no consentido
1.202
n.s.
.005
Búsqueda de sensaciones sexuales 22.177
< .001 .070
Compulsividad sexual
10.046
< .005 .037
.054
n.s.
.000
4.358
< .05
.017
Sexo con dudas
.069
n.s.
.000
Sexo no consentido
.083
n.s.
.000
Búsqueda de sensaciones sexuales .026
n.s.
.000
Compulsividad sexual
n.s.
.000
Uso de Tinder Uso del preservativo
x sexo
Parejas sexuales al mes
.003
usuarios de Tinder son los que mayor número de parejas sexuales tuvieron, seguidos de las mujeres usuarias
de Tinder. En el resto de variables no se observan diferencias debidas a los efectos de uso de Tinder, sexo, o
la combinación de estos.
Se observaron correlaciones entre edad y nivel de
estudios (r = .191). Se encontró además que el número
de relaciones sexuales por semana se correlacionó positivamente con el número de parejas sexuales al mes
(r = .270), y negativamente con el uso del preservativo
(r = -.408). Las variables búsqueda de sensaciones sexuales y compulsividad sexual se correlacionaron positivamente entre ellas (r = .377). El uso problemático
de Tinder se correlacionó significativamente con
compulsividad sexual, búsqueda de sensaciones sexuales y edad, así como con la frecuencia de conexión a
Tinder, minutos por conexión, matches conocidos en
persona y matches con los que se había tenido sexo
(Tabla 3).
Discusión
Este estudio tenía por objetivos: analizar la relación
entre el uso de Tinder, la búsqueda de sensaciones sexuales, la compulsividad sexual y el mantenimiento de
conductas sexuales de riesgo.
Se ha observado que los usuarios de Tinder puntúan
más alto en búsqueda de sensaciones sexuales y compulsividad sexual, tienen más relaciones sexuales con
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Tabla 3. Intercorrelaciones de las variables estudiadas
1.Uso problemático de Tinder
2. Matches conocidos en persona
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
–
.246**
.298**
.414**
.493
.375**
-.007
–
.472**
.040
.235**
.192*
.105
–
.204*
.096
.242**
.151
–
.429**
.148
.090
–
.240**
-.033
–
.403**
3. Matches con los que se ha tenido sexo
4. Minutos/conexión a Tinder
5. Conexiones a Tinder/día
6. Compulsividad sexual
7. Búsqueda de sensaciones sexuales
–
Nota: *p < .05; **p < .01
dudas sobre si querer tenerlas y hacen mayor uso del
preservativo.
Al presentar los usuarios de Tinder más compulsividad sexual y más búsqueda de sensaciones sexuales
que los no usuarios, se confirma la primera hipótesis
de la investigación. Este resultado sugiere que tener
más compulsividad sexual y búsqueda de sensaciones
sexuales pueden ser dos características asociadas a usar
Tinder para satisfacer necesidades sexuales; así se confirma la hipótesis 1. Esto concuerda con los resultados
de Sprecher y Sprecher (2009), que indican que en
entornos digitales hay más apertura a encontrar pareja,
en este caso sexual.
Se ha encontrado que usar Tinder no está relacionado con el número de parejas sexuales al mes, por
lo que hay una menor probabilidad de la conducta
sexual de riesgo “sexo con múltiples parejas”. Este
resultado es consistente con los hallazgos de Smith y
Anderson (2016) según los cuales hasta un tercio de
los usuarios de este tipo de app no había llegado a
verse en persona con ningún match. Es más, se ha
visto que el colectivo estudiado que tenía más parejas
sexuales eran los hombres no usuarios de Tinder. En
este sentido, Griffin et al. (2018) ya publicaron que
las principales razones para el uso de Tinder son “por
diversión” y para “conocer gente”, volviéndose a
romper con la creencia de que Tinder es una plataforma eminentemente sexual.
Contrariamente a lo hipotetizado inicialmente
(hipótesis 2) y en la línea de los resultados de Ingram
et al. (2018), los usuarios de Tinder usan más frecuentemente el preservativo que los no usuarios, y presentan así menos prevalencia en la conducta sexual de
riesgo “sexo sin preservativo”. Esto puede deberse a no
estar en ninguna relación sentimental formal que
aporte garantías de seguridad, y habla positivamente
de la salud sexual de los usuarios de Tinder, pues además
de no embarcarse en relaciones sexuales con un mayor
número de personas que los no usuarios, toman más
precauciones al usar profilaxis.
Al contrario que en publicaciones anteriores (Shapiro et al., 2017), respecto a “mantener relaciones sexuales sin consentimiento”, tampoco existen diferencias significativas entre los usuarios y no usuarios de
Tinder. No obstante, sí se observan diferencias significativas en “mantener relaciones sexuales sin estar seguro de querer tenerlas”. El mayor uso del preservativo
en los usuarios de Tinder se podría explicar por este
fenómeno, pues estas dudas tal vez lleven a tomar
mayores precauciones a la hora de tener relaciones
sexuales.
No se ha podido contar con ningún grupo bien
establecido de usuarios problemáticos de Tinder debido a las bajas puntuaciones en esa escala, de modo que
no se ha podido validar ni refutar que los usuarios
problemáticos de Tinder tengan más búsqueda de
sensaciones sexuales, compulsividad sexual (aunque
exista una correlación) y mantengan más conductas
sexuales de riesgo que los usuarios no problemáticos
(hipótesis 3). Aun así, la correlación sugiere la existencia de una relación entre el uso de dicha app, los minutos por conexión, el número de conexiones diarias,
los matches conocidos en personas y los matches con
los que se ha tenido relaciones sexuales. Esto plantea
dudas acerca de la conveniencia de usar el modelo de
las adicciones para esta conducta, en la que tal vez se
caiga en el fenómeno de la sobrepatologización (Orosz
et al., 2018), especialmente si consideramos que se hace
con base en muestras pequeñas y de conveniencia, en
lugar de utilizar población clínica, donde posiblemente escalas como la de uso problemático de Tinder serían
más útiles y precisas.
A raíz de los resultados obtenidos, se descarta que
el uso de Tinder suponga un riesgo para la salud de las
personas jóvenes de entre 18 y 30 años, pues los usuarios no presentan más conductas sexuales de riesgo que
los no usuarios. Se ha comprobado como los sujetos
que lo usan han tenido más relaciones sexuales con
dudas sobre si querer tenerlas, pero no se puede afirmar
que se embarquen en más relaciones sexuales “peligrosas” o “abusivas” que los no usuarios. En esta línea, y
al contrario de lo hipotetizado inicialmente, se podría
afirmar que los usuarios de Tinder son más “precavidos”
que el resto, ya que usan el preservativo con mayor
frecuencia. Tales diferencias en el uso del preservativo
pueden ser explicadas en algunos casos por las dudas
que se presentan sobre si tener relaciones o no.
Si bien es cierto que aquellos sujetos que usan Tinder han mostrado puntuaciones mayores en búsqueda
de sensaciones sexuales y compulsividad sexual, estas
son dos variables no inherentemente negativas para la
salud. Este hecho se podría explicar por la principal
característica de Tinder: facilita encuentros interpersonales más allá del círculo social de la persona. De este
modo, resulta comprensible que aquellas personas con
ganas de vivir nuevas experiencias sexuales y más
pensamientos de este tipo usen Tinder para satisfacer
estas necesidades personales. Cabe destacar que los
Tinder y conductas sexuales de riesgo en jóvenes españoles
usuarios de Tinder no tienen ni más relaciones sexuales ni más parejas sexuales que los no usuarios, de modo
que el uso de la app no se reduce meramente a favorecer encuentros sexuales en persona.
Así pues, el uso de Tinder no parece ser un factor
de riesgo para la salud, sino una herramienta adicional
para conocer personas nuevas.
Conclusión
Se concluye que el uso de Tinder no supone un riesgo
para la salud y que esta app se trata de un recurso más
que ejerce de “intermediario” en la vida íntima de sus
usuarios y les permite ampliar sus horizontes relacionales. Por lo tanto, Tinder se presenta como una alternativa válida para combatir las dificultades que los
jóvenes puedan tener para establecer relaciones de
pareja como la necesidad de conocerla dentro del grupo de amistades (Newett et al., 2017).
Limitaciones y propuestas de futuro
Una de las limitaciones de la investigación es que al
tratarse de un muestreo intencional los resultados
pueden haber estado influidos por la muestra a la que
se ha tenido acceso, limitada a jóvenes de la zona de
Barcelona. Futuros estudios podrían dirigirse a intentar
generalizar estos resultados.
De cara a una mayor objetivación de las variables
relativas al uso de Tinder, futuros estudios podrían usar
nuevos cuestionarios o algunos preexistentes como el
Facebook Intensity Scale (Orosz, Tóth-Király, & Beáta,
2015), o el Cuestionario de adicción al sexo en jóvenes
(Castro-Calvo, Ballester-Arnal, Salmerón-Sánchez, &
Gil-Llario, 2016) adaptados a las peculiaridades de
Tinder.
Otra propuesta de investigación sería replicar el
presente estudio comparando Tinder con otras apps de
corte similar como Badoo o Happn, por ejemplo. Otro
de los elementos que sería interesante incluir en investigaciones sobre Tinder es la opción de usar Tinder Plus,
cuenta prémium de pago mensual que conlleva likes
ilimitados y más superlikes al día, entre otras ventajas.
Declaración de divulgación del autor
El autor del presente manuscrito manifiesta que no
existen intereses en conflicto y da su consentimiento
a la publicación y divulgación del material del mismo.
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