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Opinión

Familia, conflicto armado y reconciliación

13/10/2017
Por: Germán Dario Valencia Agudelo, profesor Instituto de Estudios Políticos UdeA

"...El país está pasando por un momento político fundamental: se está buscando una salida negociada al conflicto y se le está dando una bienvenida a los excombatientes a la vida civil..."


Es muy difícil encontrar en Colombia una familia donde al menos uno de sus miembros no esté relacionado con el conflicto armado. La explicación es simple: el siglo veinte —que apenas hace 17 años dejamos atrás— fue, en su gran mayoría, un período de confrontaciones armadas.

Nació en medio de la guerra de los Mil Días, cuando cientos de personas murieron a varilla y machete. Unos decenios después siguió la época de la Violencia, guerra aún más atroz y bárbara que la anterior, con más de 200 mil muertes. Y surgió la guerra insurgente y contrainsurgente en la década de 1960, que se extiende hasta la actualidad, y donde se contabiliza, en los últimos 30 años, por lo menos ocho millones de víctimas.

Por esto es posible afirmar que si se tomara una familia colombiana al azar y se le indagara por su pasado político nos encontraríamos con que al menos uno de sus miembros ha participado directa o indirectamente en el largo conflicto armado. Precisamente ahora, cuando estoy trabajando el tema de la guerra y la paz negociada en Colombia en un curso de construcción de paz de la Maestría en Ciencia Política, me encontré con un egresado de la Facultad Derecho y Ciencias Políticas de nuestra Alma Máter.

Su nombre fue José Alvear Restrepo; nació en Medellín, el primero de julio de 1913; y según su hermana —que era religiosa—fue un hombre de costumbres conservadoras y muy católico.

Para muchos, al contrario de lo que pensaba su hermana, José Alvear fue otra persona. Fue un líder revolucionario y progresista; defensor de las ideas liberales y de los derechos humanos. A nuestro egresado le tocó vivir un momento histórico fundamental: la década de 1930, cuando estudió en la Universidad de Antioquia, que le sirvió para discutir y trabajar la situación de la clase obrera y las reformas implementadas por el gobierno de López Pumarejo. Fue tal su sensibilidad por los temas sociales que su trabajo de grado lo realizó sobre la huelga y su tesis de pregrado sobre el conflicto en el trabajo.

Dada la formación que tenía Alvear, una vez graduado de abogado en 1939, su horizonte fue el de participar en el debate político nacional. Perteneció a un grupo de profesionales, muchos de ellos médicos, muy cercanos al líder caudillo del liberalismo Jorge Eliécer Gaitán, y comprometidos con la defensa de los derechos humanos. Además, la situación del país le exigía el compromiso político: la tasa de homicidio en Antioquia, por ejemplo, oscilaba entre 25 y 45 por cada mil habitantes —tal vez la más alta en la historia política del departamento— y uno de sus mejores amigos, el líder Jorge Eliécer Gaitán, había sido asesinado cruelmente en Bogotá en abril de 1948.

Todos estas situaciones llevaron a que Alvear se decidiera por la lucha revolucionaria, la defensa de las ideas socialistas y el apoyó a las guerrillas de los Llanos Orientales. Una vez asesinado Gaitán, y bajo la persecución de los llamados Chulavitas, Alvear se internó en las selvas de la Orinoquia; allí ganó popularidad y reconocimiento. Los que lo conocieron lo identificaban como un líder carismático, comprometido y muy fiel a sus principios. Su pensamiento político se puede sintetizar en un documento que él mismo ayudó a construir y que se conocería como La Segunda Ley del Llano, donde dejó clara su postura sobre las reivindicaciones sociales, la administración de justicia, el recaudo de impuestos y la apuesta por defender la naturaleza y el establecimiento de los derechos humanos. Tal vez por esto un colectivo de abogados de Bogotá tomó su nombre en la década de 1990 y lo homenajeó llamando a su organización con el mismo nombre de este intelectual paisa.

José, un estudiante de la Universidad de Antioquia, como muchos de los que han pasado por las aulas del Alma Máter en 214 años de existencia, fue un joven sensible al acontecer nacional, comprometido con el cambio y en mejorar la situación del país. Tomó las armas y las utilizó para defender la vida de la violencia política; lideró las autodefensas campesinas e insistió en la vía armada como forma de revindicar los derechos de las gentes. Desafortunadamente José murió en 1953. Su fallecimiento ocurrió en el río Meta, en los Llanos Orientales. Los enemigos, quienes los acompañaban en la barca, lo dejaron ahogar. Movieron la canoa, en la que se desplazaba a atender una convocatoria política, para que se cayera al agua, y como no sabía nadar, una vez allí, nadie quiso auxiliarlo.

Pero este egresado nuestro también tiene otra particularidad: fue el tío paterno del actual rector de la Universidad de Antioquia, Mauricio Alviar Ramírez. Y aquí hay que aclarar que el tío del rector era Alvear, pero de manera extraña —lo más seguro a causa del descuido de un funcionario público— pasó, en menos de una generación, a ser Alviar; de allí que sea difícil la identificación de estos dos egresados como familiares. La importancia de este caso es que podría ser la historia de cualquier familia colombiana y que debemos reconocer que todos hemos estamos vinculados con este largo conflicto armado.

Aceptar esta realidad es fundamental para la reconciliación. El país está pasando por un momento político fundamental: se está buscando una salida negociada al conflicto y se le está dando una bienvenida a los excombatientes a la vida civil. Es un momento que exige, por un lado, el uso de la memoria para narrar nuestra historia y, por el otro, persuadirnos para no repetir los horrores de la guerra. Es tarea de todos preguntarnos por nuestro pasado familiar y asumir una disposición a la reconciliación. El caso Alvear-Alviar ilustra lo imbricados que estamos todos los colombianos en el origen, dinámica y fin del conflicto armado; pero también lo comprometidos que debemos estar con la construcción de la paz.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. Escriba y envíenos sus columnas de opinión al correo electrónico: udeanoticias@udea.edu.co.

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