martes 18 agosto, 2020

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¿Cómo ha sido el contacto entre docentes y estudiantes en la nueva modalidad de clases a distancia?

La pandemia por Covid-19 cambió las formas de contacto social y las lecciones en nuestros centros educativos no fueron la excepción. ¿Estábamos preparados para dar y recibir la virtualización de los procesos educativos? La verdad es que no. Nadie lo esperaba, pero sucedió.

El proceso educativo depende primordialmente de las interacciones que suceden entre docentes y estudiantes. En el aula esas interacciones ocurren a diario. ¿Y en medio de las lecciones a distancia cómo han sido? Esto es lo que mostramos en este artículo, producto de una encuesta en línea[i] a 42.074 docentes de centros educativos públicos en todo el país, aplicada por el Informe Estado de la Educación, del Programa Estado de la Nación (PEN), en conjunto con el Ministerio de Educación Pública (MEP).

Acceso a internet. La mayoría de los y las docentes reporta tener acceso a internet mediante una conexión estable. Es decir, tienen internet a través de teléfono fijo, coaxial o fibra óptica. Pero hay un 25% del personal con conexiones inestables (teléfono celular), o que no tienen del todo, lo que representa una barrera de entrada para impartir sus clases a distancia (gráfico 1).

Ese 2% de docentes sin conexión a internet lo constituyen 751 profesores y profesoras que se concentran en direcciones regionales fuera del GAM tales como: Sulá, Peninsular, Grande de Térraba, Aguirre, Santa Cruz, Nicoya, Coto y Cañas, entre las principales. Acá surge un primer nudo de acceso: zonas alejadas y más vulnerables tienen mayor dificultad de interacción por problemas de conexión adecuada.

Tener internet no asegura una interacción adecuada. Es necesario tener destrezas tecnológicas para transmitir de forma clara contenidos y didácticas apropiadas para mantener el interés de los estudiantes. Pero acá tenemos malas noticias: la mayoría los y las docentes no cuenta con formación en herramientas virtuales para la enseñanza, ni en la universidad ni a lo largo del ejercicio de su carrera profesional. A pesar de ello, sí se nota una mejor preparación relativa entre el personal de secundaria, de acuerdo con el gráfico 2.

En promedio, uno de cada cuatro docentes (25%) no tiene conexión o la que tiene es inestable y poco más de la mitad no tiene conocimientos para dar clases a distancia. Este punto representa un segundo nudo: brechas de formación en temas de educación virtual dificultan el intercambio con estudiantes que están excluidos de interacciones de calidad con sus docentes.

¿Cómo ha sido el contacto entre docentes y estudiantes? El gráfico 3 resume dos hallazgos en esta materia. La gran mayoría del profesorado ha contactado a todos o algunos de sus estudiantes, independientemente de su formación en temas de educación a distancia (comparación horizontal de los datos). Eso sí, no tenemos información sobre la calidad de esas interacciones, pero la noticia parece ser buena dado que al menos se tiene localizado a gran parte del estudiantado.

El otro hallazgo refleja que, al comparar por tipo de formación, en prescolar y primaria no hay diferencias considerables, pero en secundaria sí. Acá el profesorado con formación en educación virtual tuvo mayor contacto con todos sus estudiantes -21% con formación versus 14% sin formación-.

La explicación de este fenómeno puede estar asociada a la intervención de los padres de familia. En prescolar y primaria el contacto de estudiantes con sus docentes pasa por una mediación importante de la familia. Conforme las y los estudiantes crecen esa mediación entre familia y docente se reduce. En estos casos la preparación del docente parece tener mayor influencia para relacionarse a distancia con su grupo de estudiantes.

Otro dato preocupante. Hay 2.397 docentes (6%) que, al momento de la encuesta, no habían establecido ningún contacto con sus estudiantes. Parecen pocos, pero si se multiplica cada docente por el número de estudiantes que tiene a cargo, se traduce en más 548.300 intercambios que, a mayo de 2020, no ocurrieron. Esta situación ocurre, mayoritariamente, entre docentes de primaria, mujeres, graduadas de universidades privadas, con grado de licenciatura y que laboran en direcciones regionales grandes como Alajuela, Cartago, San Carlos y Limón. Acá hay una primera pista de por dónde empezar a resolver este problema.

A modo de conclusión. El ciclo lectivo 2020 con clases a distancia por la pandemia por Covid-19, enfrenta tres nuevos nudos importantes: problemas en la calidad de conexión a internet del personal docente; deficiencias en su formación en temas de educación virtual; y exclusión de un grupo de estudiantes que ha tenido poco o nulo contacto con sus docentes y, por ende, a los procesos pedagógicos desarrollados. Esta combinación de factores profundiza las brechas del sistema educativo y eleva la urgencia de una respuesta del MEP. Los datos acá expuestos pueden servir de guía para implementar estrategias diferenciadas por nivel y en grupos más vulnerables de docentes y estudiantes que, por razones de conectividad y formación, no han podido sostener sus procesos educativos a distancia.

[i]  La encuesta se envió por correo electrónico a la totalidad de docentes del MEP entre el 23 de abril y el 15 de mayo de 2020. Se recopiló información de docentes de todos los niveles y direcciones regionales del país.

León Mena Jennyfer y Gómez Campos Steffan

Autor:

León Mena Jennyfer y Gómez Campos Steffan

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