/ viernes 25 de octubre de 2019

Tapar el sol con un dedo

Por: Sofía Quintanilla

“Mañana, mañana, mañana hablamos…” respondió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando le preguntaron si retrasaría su gira por Oaxaca debido a que al mismo tiempo Culiacán ardía en llamas.

Durante horas, la capital del estado de Sinaloa, estuvo bajo el violento intercambio entre el Cártel de Sinaloa, liderado por los Chapitos—hijos de Joaquín Guzmán Loera, como indica su mote— y las Fuerzas Armadas. Los narcotraficantes bloquearon todas las salidas de la ciudad y las del aeropuerto; familias, vendedores, peatones, policías y civiles inocentes se encontraron en medio de una escena que supera cualquier ficción, un escenario de guerra.

En México, el olor a muerte golpea al país desde hace más de una década. Los mexicanos estamos hartos de la violencia, la corrupción e impunidad que se vive todos los días y ahoga a nuestra nación. A pesar de que hemos aprendido a vivir con miedo y normalizado la violencia que nos desangra, es evidente que la estrategia de seguridad de la administración actual ha probado ser ineficaz para contener el inmenso problema que prometió resolver. No nos cansaremos de exigir vivir en paz, pero es verdad que lo que sucedió en Culiacán es inaudito.

Repitamos juntos: hay una crisis de seguridad mayúscula en México. Basta de la violencia y basta de tratarla como un invisible. Urge una estrategia de seguridad orgánica que prevea el riesgo y pueda proteger (a toda costa) a los ciudadanos. Urge dejar de esconder la verdad. ¿Se “escaparon” dos hijos de El Chapo? Además de Ovidio, Iván Archivaldo Guzmán también podría haber sido capturado y liberado durante el mismo episodio (The New York Times, 2019). Circula en redes sociales un video (Grupo Reforma, 2019) sumamente delicado en donde, sicarios del Cártel de Sinaloa conviven e intercambian instrucciones con militares donde parecen entenderse y pactar posiciones estratégicas, ¿hubo relación o negociación entre el cártel y el ejército? Sigue sin haber un esclarecimiento oficial, único y sin contradicciones de los hechos.

Y ¿ahora? ¿Qué queda? Las respuestas no pueden llegar “mañana” sino hoy mismo. Una estrategia bien pensada en seguridad incluye un replanteamiento del aparato gubernamental per se. Erradicar la corrupción y el fortalecimiento transparente de las instituciones gubernamentales fueron promesas de campaña que parecen diluirse con el paso de los días. México está lejos de ser el país que se prometió hace apenas unos meses. Dejemos de prometer a futuro y actuemos en comunidad para cambiar nuestro presente.

@sofquintanilla

Por: Sofía Quintanilla

“Mañana, mañana, mañana hablamos…” respondió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando le preguntaron si retrasaría su gira por Oaxaca debido a que al mismo tiempo Culiacán ardía en llamas.

Durante horas, la capital del estado de Sinaloa, estuvo bajo el violento intercambio entre el Cártel de Sinaloa, liderado por los Chapitos—hijos de Joaquín Guzmán Loera, como indica su mote— y las Fuerzas Armadas. Los narcotraficantes bloquearon todas las salidas de la ciudad y las del aeropuerto; familias, vendedores, peatones, policías y civiles inocentes se encontraron en medio de una escena que supera cualquier ficción, un escenario de guerra.

En México, el olor a muerte golpea al país desde hace más de una década. Los mexicanos estamos hartos de la violencia, la corrupción e impunidad que se vive todos los días y ahoga a nuestra nación. A pesar de que hemos aprendido a vivir con miedo y normalizado la violencia que nos desangra, es evidente que la estrategia de seguridad de la administración actual ha probado ser ineficaz para contener el inmenso problema que prometió resolver. No nos cansaremos de exigir vivir en paz, pero es verdad que lo que sucedió en Culiacán es inaudito.

Repitamos juntos: hay una crisis de seguridad mayúscula en México. Basta de la violencia y basta de tratarla como un invisible. Urge una estrategia de seguridad orgánica que prevea el riesgo y pueda proteger (a toda costa) a los ciudadanos. Urge dejar de esconder la verdad. ¿Se “escaparon” dos hijos de El Chapo? Además de Ovidio, Iván Archivaldo Guzmán también podría haber sido capturado y liberado durante el mismo episodio (The New York Times, 2019). Circula en redes sociales un video (Grupo Reforma, 2019) sumamente delicado en donde, sicarios del Cártel de Sinaloa conviven e intercambian instrucciones con militares donde parecen entenderse y pactar posiciones estratégicas, ¿hubo relación o negociación entre el cártel y el ejército? Sigue sin haber un esclarecimiento oficial, único y sin contradicciones de los hechos.

Y ¿ahora? ¿Qué queda? Las respuestas no pueden llegar “mañana” sino hoy mismo. Una estrategia bien pensada en seguridad incluye un replanteamiento del aparato gubernamental per se. Erradicar la corrupción y el fortalecimiento transparente de las instituciones gubernamentales fueron promesas de campaña que parecen diluirse con el paso de los días. México está lejos de ser el país que se prometió hace apenas unos meses. Dejemos de prometer a futuro y actuemos en comunidad para cambiar nuestro presente.

@sofquintanilla