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La Unesco advierte de que el cierre de escuelas por coronavirus puede aumentar las desigualdades sociales

Casi 300 millones de estudiantes están afectados por el cierre de colegios en todo el mundo

Un profesor del Politécnico de Milán graba su clase. En vídeo, declaraciones del secretario general de la OMS.Vídeo: EMANUELE CREMASCHI (GETTY IMAGES) / REUTERS-QUALITY
Silvia Ayuso

Aunque no siempre funcione bien y a menudo se atasque, la educación sigue siendo el principal ascensor social. Pero ha surgido una nueva traba: el coronavirus. Casi 300 millones de estudiantes se han visto ya afectados en 22 países de tres continentes por los cierres de escuelas a causa de la expansión de la Covid-19. En 13 países, entre ellos China, Corea del Sur o Italia, el cierre es a nivel nacional, lo que implica que actualmente 290,5 millones de escolares se tienen que quedar en casa, según la Unesco, que ha realizado el primer recuento global de la situación. Otros 180 millones más podrían verse afectados en breve si los nueve países que por ahora solo han decretado el cierre de escuelas en zonas de brotes amplían la medida a todo su territorio, aunque países como Francia lo descartan por el momento. En cualquier caso, se trata de una situación “sin precedentes” por su amplitud, advierte la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Y ello requiere de esfuerzos concertados de todos los Gobiernos para garantizar que el coronavirus no aumente aún más la brecha social. El organismo ha puesto a disposición de los países un listado de plataformas y mecanismos de aprendizaje a distancia para compensar la pérdida de horario lectivo.

La clave, como todo en esta enfermedad de la que aún se desconocen tantas cosas, es el tiempo en que deberán permanecer cerradas las escuelas. Unas pocas semanas, como está previsto por el momento en la mayoría de los países salvo China, donde los niños llevan ya más de un mes sin clase, no tendrá necesariamente un efecto duradero. Pero “si se alargaran los tiempos, y crucemos los dedos para que no sea así, habrá un impacto seguro en el derecho a una educación igual e incluyente para todos”, dijo este jueves a EL PAÍS la directora general adjunta para la Educación de la Unesco, la italiana Stefania Giannini.

Los motivos son variados, incluso si el cierre de los colegios es solo “temporal”, subraya la Unesco. Para empezar, la reducción del tiempo de enseñanza influye en el rendimiento escolar. Y, más allá del impacto económico en las familias que se ven obligadas a ajustarse a la presencia de los hijos en casa, el cierre de las escuelas lleva también “desigualdades educacionales”, ya que familias con más holgura económica “tienden a tener niveles más altos de educación y más recursos para compensar” la pérdida de clases, así como para proporcionar actividades que compensen la falta del colegio.

En cualquier caso, y al igual que en la carrera para contener la pandemia y lograr una cura o vacuna, la rapidez es esencial. “Cuanto más rápido logremos implementar una respuesta adaptada mediante la tecnología y los sistemas de aprendizaje a distancia, mejor serán las perspectivas incluso si la situación se prolonga”, asevera Giannini.

Por ello, la Unesco ha anunciado una reunión de urgencia —aunque virtual, en vista de la situación— de los ministros de Educación el próximo 10 de marzo, para “compartir respuestas y estrategias de continuación del aprendizaje” que “garanticen la inclusión y la equidad”, subraya el organismo con sede en París. Pero ya ha empezado a actuar, proponiendo en su web una lista de herramientas de educación a distancia en diversas plataformas e idiomas —por ahora aquellos de los países afectados— para “compensar” el cierre de clases y, subraya Giannini, no “obligar a contraponer el derecho a la salud con el derecho a la educación”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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