Contaminación del aire ambiente (exterior)

19 de diciembre de 2022

Datos y cifras

  • La contaminación del aire es uno de los mayores riesgos ambientales que existen para la salud. Mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma.
  • En 2019, el 99% de la población mundial vivía en lugares donde no se respetaban las Directrices de la OMS sobre la Calidad del Aire.
  • Los efectos combinados de la contaminación del aire ambiente y la del aire doméstico se asocian a 6,7 millones de muertes prematuras cada año.
  • Se estima que en 2019 la contaminación del aire ambiente (exterior) provocó en todo el mundo 4,2 millones de muertes prematuras.
  • El 89% de esas muertes prematuras se produjeron en países de ingreso bajo y mediano, y fue en las regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental de la OMS donde se registraron las cifras más elevadas.
  • La adopción de políticas e inversiones de apoyo al uso de medios de transporte menos contaminantes, la mejora de la eficiencia energética de las viviendas, la generación eléctrica, la industria, y una mejor gestión de los desechos municipales permitirían reducir algunas de las principales fuentes de contaminación del aire exterior en las ciudades. El acceso a energía doméstica no contaminante también contribuiría enormemente a reducir la contaminación del aire ambiente en algunas regiones.


Visión general

La contaminación del aire exterior representa un importante riesgo medioambiental para la salud que afecta a todas las personas en los países de ingreso bajo, mediano y alto.

Según estimaciones de 2019, la contaminación del aire ambiente (exterior) en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 4,2 millones de muertes prematuras; esta mortalidad se debe a la exposición a materia particulada fina, que causa enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como cánceres.

La OMS estima que en 2019 aproximadamente el 37% de las muertes prematuras relacionadas con la contaminación del aire exterior se debieron a cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares, el 18% y el 23% de las muertes se debieron a enfermedades pulmonares obstructivas crónicas e infecciones respiratorias agudas, respectivamente, y el 11% de las muertes se debieron a cáncer de las vías respiratorias.

Las personas que viven en países de ingreso bajo y mediano soportan de forma desproporcionada la carga que supone la contaminación del aire exterior, ya que el 89% de los 4,2 millones de muertes prematuras ocurren en esas zonas. La mayor carga se registra en las regiones de Asia Sudoriental y del Pacífico Occidental de la OMS. Las últimas estimaciones sobre la carga de morbilidad reflejan la importante función que desempeña la contaminación del aire en las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad derivada.

Políticas para reducir la contaminación del aire

Tomar medidas contra la contaminación del aire, que es el segundo factor de riesgo para las enfermedades no transmisibles, es crucial para proteger la salud pública.

La mayoría de las fuentes de contaminación del aire exterior están más allá del control de las personas, lo que requiere la adopción de medidas concertadas por parte de las instancias normativas locales, nacionales y regionales que trabajan en sectores tales como el de la energía, el transporte, la gestión de desechos, la planificación urbana y la agricultura.

Existen numerosos ejemplos de políticas que han obtenido buenos resultados en la reducción de la contaminación del aire:

  • en la industria: utilización de tecnologías limpias que reducen las emisiones de las chimeneas industriales; gestión mejorada de desechos urbanos y agrícolas, incluida la recuperación del gas metano de los vertederos como una alternativa a la incineración (para utilizarlo como biogás);
  • en el sector de la energía: garantizar el acceso a soluciones asequibles de energía doméstica no contaminante para cocinar, generar calor y alumbrar;
  • en el transporte: adopción de métodos limpios de generación de electricidad; priorización del transporte urbano rápido, las sendas peatonales y los carriles para bicicletas en las ciudades, así como el transporte interurbano de cargas y pasajeros por ferrocarril; utilización de vehículos pesados de motor diésel más limpios y vehículos y combustibles de bajas emisiones, especialmente combustibles con bajo contenido de azufre;
  • en la planificación urbana: mejoramiento de la eficiencia energética de los edificios y promoción de ciudades más compactas y con más zonas verdes para lograr una mayor eficiencia;
  • en la generación de electricidad: aumento del uso de combustibles de bajas emisiones y fuentes de energía renovable sin combustión (solar, eólica o hidroeléctrica); generación conjunta de calor y electricidad; y generación distribuida de energía (por ejemplo, generación de electricidad mediante redes pequeñas y paneles solares);
  • en la gestión de desechos municipales y agrícolas: estrategias de reducción, separación, reciclado y reutilización o reelaboración de desechos, así como métodos mejorados de gestión biológica de desechos tales como la digestión anaeróbica para producir biogás, que constituyen alternativas viables y de bajo costo a la incineración de desechos sólidos; cuando no se pueda evitar la incineración, será crucial la utilización de tecnologías de combustión con rigurosos controles de emisión; y
  • en las actividades de atención de la salud: situar los servicios de salud en la vía del desarrollo con bajas emisiones de carbono puede contribuir a una prestación de servicios más resiliente y costoeficaz, además de reducir los riesgos medioambientales para la salud de los pacientes, los trabajadores de la salud y la comunidad. Al apoyar políticas inocuas para el clima, el sector de la salud puede hacer gala de liderazgo público y a la vez mejorar la prestación de los servicios de salud.

Contaminantes

Materia particulada
La materia particulada es un indicador sustitutivo habitual de la contaminación del aire. Se cuenta con sólidos datos científicos que demuestran los efectos para la salud asociados a la exposición a este contaminante. Los principales componentes de la materia particulada son los sulfatos, los nitratos, el amoníaco, el cloruro de sodio, el carbono negro, los polvos minerales y el agua.

Monóxido de carbono (CO)
El monóxido de carbono es un gas tóxico incoloro, inodoro e insípido que se produce por la combustión incompleta de combustibles carbonados como madera, petróleo, carbón vegetal, gas natural y queroseno.

Ozono (O3)
El ozono a nivel del suelo ―que no debe confundirse con la capa de ozono en la atmósfera superior― es uno de los principales componentes de la niebla fotoquímica y se forma como resultado de la reacción con gases en presencia de luz solar.

Dióxido de nitrógeno (NO2)
El NO2 es un gas que por lo general se libera con la combustión de combustibles en los sectores del transporte e industrial.

Dióxido de azufre (SO2)
El SO2 es un gas incoloro con un olor penetrante. Se genera como resultado de la quema de combustibles fósiles (carbón y petróleo) y la fundición de menas que contengan azufre.

Para leer más información sobre los contaminantes citados y otros, puede visitarse esta página.

Directrices sobre la Calidad del Aire

Las Directrices Mundiales de la OMS sobre la Calidad del Aire ofrecen orientaciones a escala mundial sobre los umbrales y límites de los principales contaminantes atmosféricos que entrañan riesgos para la salud. Estas Directrices son de una elevada calidad metodológica y se elaboran a través de un proceso decisorio transparente basado en la evidencia. Además de determinarse valores para los contaminantes, en las Directrices Mundiales de la OMS sobre la Calidad del Aire se establecen también metas intermedias para promover una reducción gradual desde concentraciones altas a otras más bajas.

Las Directrices ofrecen también declaraciones cualitativas sobre buenas prácticas para la gestión de ciertos tipos de materia particulada, por ejemplo carbono negro o carbono elemental, partículas ultrafinas y partículas procedentes de tormentas de arena y polvo, respecto de los cuales no se dispone de datos cuantitativos suficientes para establecer niveles en las mismas Directrices.

Chart showing pollutant, average time, interim target and AQG level

Respuesta de la OMS

Conscientes de la gravedad y urgencia del problema, todos los Estados Miembros de la OMS aprobaron la resolución WHA68.8, titulada «Salud y medio ambiente: impacto sanitario de la contaminación del aire» en la Asamblea Mundial de la Salud de 2015, que se complementó con una hoja de ruta para la acción el año siguiente.

La OMS, en tanto que autoridad coordinadora en asuntos de salud internacional, presta apoyo a los países para proteger la salud pública a través de políticas y medidas basadas en la evidencia. Teniendo en cuenta la considerable carga para la salud y los muchos posibles beneficios de las intervenciones, la OMS apoya a los países proporcionándoles evidencias, fomentando la capacidad institucional y aprovechando el argumento de la salud para hacer que los diferentes sectores hagan frente a la contaminación del aire.

Con el objetivo de reducir los niveles de contaminación del aire y proteger a las poblaciones de los riesgos que entraña para la salud, en la OMS la Unidad sobre Calidad del Aire y Salud trabaja en tres ámbitos transversales: 

  1. conocimiento, evidencias y medición de los progresos;
  2. fomento de la capacidad institucional y apoyo técnico;
  3. liderazgo y coordinación.  

Por lo general incumbe a los Estados Miembros y las entidades subnacionales aplicar las políticas para promover la calidad del aire en pro de la salud y darles seguimiento. Las políticas que permiten lograr los objetivos previstos y una gobernanza sólida dependen de la acción coordinada entre diferentes partes interesadas y sectores. La cooperación con otros organismos de las Naciones Unidas y los agentes no estatales es esencial y se integra en la labor de la OMS para garantizar las sinergias y lograr los máximos efectos sobre el terreno.

Puede consultarse una lista completa de las actividades de la OMS para combatir la contaminación del aire ambiente en este enlace y en este (ambos en inglés).