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Abriendo paso al emperador

Actualizado: 22 ago 2020

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

[Zhang Qian- pintura al oleo por Zhang Guoqiang]

Los contactos con Occidente, si bien precarios hacia el siglo II a.C., ya prometían grandes beneficios para la corte imperial de China. En respuesta, y frente a la creciente amenaza que representaban las tribus nómadas de los xiongnu o hunos para la paz y el comercio en Eurasia, el emperador Wu Han decidió enviar a su oficial de confianza, Zhang Qian, en una expedición más allá de los límites imperiales. La meta: lograr una alianza militar con el reino de los yuezhi y forjar un doble frente contra los hunos.



Tras haber perdido a su líder en manos del chanyu Laoshang (líder xiongnu hasta el 161 a.C) los yuezhi se vieron obligados a establecerse entre las antiguas y lejanas tierras de Bactria y Sogdiana (norte de Afganistán, sur de Uzbekistán y Tayikistán). El camino hasta allí enfrentó a Zhang Qian y a sus cien hombres, no solo a las inclemencias del tiempo sino al mismo enemigo. Al cruzar por los dominios de los xiongnu, la comitiva de Zhang fue descubierta, capturada y esclavizada. No obstante, de la desgracia surgió el amor, y el oficial del emperador Han contrajo matrimonio con otra esclava, para con ella, y un puñado de hombres, escapar después de 11 años de cautiverio.



Siguiendo determinadamente con su misión, Zhang Qian y su nueva comitiva bordearon el desierto de Taklamakan y la cuenca del Tarim por un camino al norte de las montañas Tian Shan; sin saberlo estaban construyendo el paso norte de la milenaria Ruta de la Seda, la vía comercial más reconocida de la antigüedad y que hoy mismo China moderna intenta reactivar.



Al alcanzar el valle de Fergana, entonces bajo el reino de Dayuan, monarquía independiente al delirante reino Greco-Bactriano (250-125 a.C), Zhang fue conducido, junto con su familia y sus hombres, ante el rey, quien sorprendentemente les ofreció su hospitalidad y los guió hasta las tierras de los yuezhi. Los yuezhi habían llegado a la región hacia el 160 a.C y si bien aceptaron escuchar la oferta del emperador Wu Han, estos finalmente la negaron sin rencor contra los hunos y también por temor a posibles represalias de parte de la confederación de tribus nómadas.



Sin ninguna otra opción mas que volver, Zhang Qian y los suyos iniciaron su camino a casa. Flanqueando el sur del desierto de Taklamakan, cabizbajos y decepcionados, nuevamente sin percatarse de la importancia de las rutas que descubrían, volvieron a ser capturados y forzados a la esclavitud. Al año de ser apresados, una guerra civil entre hunos propició su escapatoria para finalmente adentrarse en suelo chino.



Trece años habían transcurrido de su partida, viviendo separaciones, esclavitudes, muertes y decepciones; la misión pareció de manera inmediata un completo desastre. Sin embargo, ante los ojos sabios del emperador Wu, no solo habían quedado claro la fidelidad y lealtad de su emisario, sino que había ampliado la visión del mundo para China.



¿Cuántas veces dimitimos a nuestras metas u objetivos por no ver inmediatamente los resultados que esperamos? ¿Cuántas hazañas aparentemente infructuosas existen en la historia?


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