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Si estás pensando en el suicidio,

lee esto

 

Solo te tomará unos minutos,

no intentaré convencerte de nada

ni creo entender lo que estás sintiendo;

soy una persona como vos

que conoce el sufrimiento.

 

Solo te pido unos minutos para que reflexionemos juntos.

En lugar de escribir me gustaría conversar con vos en este momento, poder escucharte, que me cuentes de tu vida y qué te está pasando para sentir tu dolor y para que vos sepas que realmente me importa. Probablemente ya hayas llamado nuestra línea de asistencia al suicida y no hayas podido comunicarse. Estamos incorporando y entrenando más voluntarios para brindar un mejor servicio por lo que te recomiendo que consultes nuestros horarios disponibles de atención, vuelvas a llamar y seas paciente si la línea está ocupada con otro llamado. Independiente de qué tan grave sea tu situación o qué tan intensos o urgentes sean tus pensamientos sobre el suicidio, es bueno que llames. Tu llamada nos importa.

Mientras tanto, esto es lo que tenemos: yo aquí escribiendo estas líneas pensando en vos y en lo que debes estar sintiendo, y vos del otro lado de la pantalla leyendo. Es mucho si ambos lo sabemos aprovechar.

 

No voy a hablarle de si está bien o no suicidarse. Supongo que si lo pensaste debes estar sufriendo mucho. Por eso prefiero aprovechar estos cinco minutos que me concediste compartiendo con vos algunas ideas simples y prácticas:

Todavía estás leyendo, y eso es bueno. Si lo estás haciendo es probable que una parte tuya quiera morir, y no debes asustarse por eso, a todos nos pasa en algún momento. Los seres humanos somos únicos y diferentes de los demás, pero compartimos una naturaleza que es común. Podría decirse que sentimos las mismas cosas con distintas intensidades. Vos sentis que queres morir, tal vez en este momento con mucha intensidad, pero al mismo tiempo una parte tuya quiere vivir. Lo sé porque seguis leyendo; el solo hecho de que lo sigas haciendo prueba que, a pesar de sus deseos de morir, una parte tuya está pidiendo ayuda para seguir viviendo.

Esta contradicción tampoco debería sorprenderte; así somos, seres contradictorios. Me gustaría pedirte que durante estos minutos que nos quedan te aferres a esas ganas de seguir viviendo que seguramente tenes, tal vez pequeñas, pero que están ahí. Me gustaría pedirte que me acompañes hasta el final de la página.

Frente a estos sentimientos ambiguos de querer morir y a su vez querer vivir, tal vez creas que tenes que tomar una decisión, elegir un camino u otro. Pero no es el mismo tipo de decisión que la que uno toma cuando va a comprar una camisa, si no hubiera más camisas en la tienda, vos no dirías “decidí no comprar nada”. Eso no es una decisión, en todo caso, es una situación que te supera. El que “decide” suicidarse lo hace sumido en un padecimiento que lo supera. Esto es lo primero que tenes que saber del suicidio:

El suicidio nunca es elegido libremente; 

sucede cuando el sufrimiento excede los recursos para hacerle frente.

Antes dije que no iba a intentar convencerte de nada, y no voy a hacerlo. Se convence a una persona para que tome una decisión diferente de su voluntad, pero, como ves, no soy yo quien intenta convencerte sino el sufrimiento y, para evitar que el sufrimiento nos obligue a hacer cosas que nunca elegiríamos libremente, debemos echar mano a nuestros recursos, de eso hablaremos en estos pocos minutos que nos quedan.

Un recurso es cualquier herramienta que nos permita afrontar el sufrimiento. Puede ser la solución de un problema pero, como ya habrás notado, no todos los problemas tienen solución o, al menos, muchos de ellos no se resuelven fácilmente. Debemos buscar entonces otros recursos, como por ejemplo una nueva forma de pensar en lo que nos pasa, que nos permita aceptar lo que no  tiene solución inmediata o directamente no tiene solución, algo que nos anime a buscar nuevos caminos o una actitud diferente ante los problemas, la gente o la vida.

 

Lo que tienen en común todos estos recursos es que son cosas que podemos aprender. Así como el sufrimiento de cada persona es diferente, los recursos con que cuenta cada uno también lo son. Todos sufrimos, todos disponemos de algún recurso para afrontar el sufrimiento que nos toca y, lo más importante, todos tenemos la capacidad de aprender nuevos recursos.

Otra conclusión importante que podemos sacar de lo que reflexionamos hasta aquí es que esto que te pasa no es algo raro o que te pasa solo a vos. De hecho, todos sufrimos y todos disponemos de recursos para afrontar el sufrimiento. Es solo una cuestión de proporción. Vos no sos diferente a los demás, no sos una mala persona, no tenes nada extraño. A lo sumo, puede que te encuentres en una particular situación de tu vida en la que el sufrimiento pareciera estar cerca de superar a tus recursos, pero siempre podes aprender nuevos recursos o mejorar los que ya tenes.

Sé que hacerlo no es tan fácil como decirlo y, también sé, que no es cuestión de voluntad. La voluntad no tiene nada que ver con lo que te pasa; si a una persona se le hace cargar más peso del que puede soportar, aunque tenga la voluntad de permanecer de pie, en algún momento cederá.  Tampoco es cuestión de que alguien te anime y le diga “no es para tanto”, “ya lo vas a superar” o frases por el estilo. Desde ya que si pudiera hablar en persona con vos para darte apoyo lo haría, pero solo vos conoces la profundidad de tu sufrimiento y solo vos podés desarrollar los recursos para afrontarlo, otras personas pueden ayudarte y apoyarte en este camino, pero nadie puede recorrerlo por vos. Tal vez, si seguimos reflexionando juntos surjan algunas ideas que te puedan servir de ayuda. Para empezar quisiera compartir con vos cinco recursos simples que le sirvieron a otras personas con pensamientos suicidas:

1- Mirá tus problemas en perspectiva:

La estadística nos dice que muchas personas, aun sintiéndose tal mal como podrías estar sintiéndose vos, lograron superar su circunstancia traumática, desarrollaron recursos para afrontar su sufrimiento, viven felices (dentro de lo humanamente posible, no hablamos aquí de una vida sin problemas porque sabemos que eso no existe) y agradecen no haberse dejado vencer por esa situación en que el sufrimiento parecía rebasar sus recursos. Saber esto tal vez te anime a afrontar circunstancias que, por más terribles que parezcan ahora, dentro de unos años podrían verse de otra forma.

 

2- No luches contra sus deseos de morir, simplemente déjalos a un lado:

Otras personas que pasaron por circunstancias como la que podes estar pasando vos y lograron superarlas dicen que les fue de mucha ayuda poner cierta distancia entre sus deseos de morir y el acto suicida. Aun cuando no te sientas seguro de dejar a un lado al suicidio como opción, siempre podrás postergarlo, decir, “puedo hacerlo mañana” o la próxima semana o el próximo año si las cosas no mejoran. De hecho lo está haciendo ahora al tomarse unos minutos para leer esta página. La experiencia indica que las condiciones que llevan a pensamientos suicidas siempre son circunstanciales, y que las circunstancias siempre cambian. Tal vez, si te das una prórroga de solo un día te lo agradezcas por el resto de tu vida.

 

3- Reflexioná seriamente sobre tus fantasías de muerte:

La muerte es un territorio desconocido y eso genera fantasías. Muchas personas con ideas suicidas cuentan que se imaginan a sí mismas después de muertos mirando el mundo de los vivos y sintiendo  las mismas emociones que sienten en la vida a excepción del sufrimiento. Si vos tenés fantasías parecidas te pido que reflexiones sobre la lógica de estas ideas. Por lo que realmente sabemos, la manera más segura de que vuelvas a sentir el alivio que deseas es permaneciendo vivo. Pensalo.

4- Recomponé tus relaciones sociales:

Muchas personas que llegan a pensar en el suicidio se sienten defraudadas por sus amistades y familiares. Sienten que nadie los quiere o que a nadie le importa lo que les está sucediendo; en muchos casos relatan el alejamiento paulatino de todos sus allegados hasta quedar completamente solos. Es natural que esto les produzca enojo, con los familiares y amigos que los abandonaron y con la vida. Vencer este enojo e intentar entender lo que le puede estar pasando al otro puede resultar uno de  nuestros recursos más importantes. Es frecuente que las personas, aunque se muestren muy seguras de sí mismas, le tengan miedo al sufrimiento ajeno; que elijan alejarse del que les cuenta problemas, no porque no lo quieran ni porque no les importe lo que le está pasando sino porque tienen miedo de decir o hacer algo que resulte inconveniente o, simplemente, de verse a sí mismas demasiado afectadas por la angustia del otro. Todas las relaciones sociales son recursos útiles, pero tenemos que aceptar que solo algunas personas tienen la disposición y la capacidad para escuchar lo que nos pasa. Si vos sos capaz de perdonar y recomponer tus relaciones en base a la comprensión de los miedos y las capacidades limitadas de los otros, ese podría llegar a ser su mejor recurso. Cuando necesites desahogarse, si no tenés un confidente del que sepas que es capaz de escucharte, recurrí a un terapeuta, a un religioso, a un grupo de autoayuda o a una línea de asistencia a personas en crisis como la nuestra. No arruines tus relaciones exigiéndole lo que no te pueden dar.

5- Buscá ayuda:

Como dije, las circunstancias de la vida son cambiantes y es muy probable que en el futuro vos te encuentres con muchos más recursos de los que contás ahora para hacerle frente al sufrimiento, pero esto no va a ocurrir mágicamente. Los pensamientos suicidas son, por si mismos, una señal de alarma lo suficientemente importante como para decidirse a pedir ayuda. Consultá a un terapeuta y, si ya estás haciendo terapia, cambia su actitud frente a la terapia; no vayas solamente a contar tus problemas, buscá, con ayuda del terapeuta, la mejor forma de afrontar tu sufrimiento. El terapeuta no puede solucionar tus problemas concretos, pero sí debería guiarte en la búsqueda de nuevas formas de afrontarlos. Busca grupos de autoayuda presenciales o en internet, pero siempre con la misma actitud de aprender y superarse. Si sos creyente acercate a tu comunidad religiosa. Buscá actividades que impliquen contacto social.

Bueno, llegamos al final de la página y todavía estás leyendo. Eso me alegra. Espero que haber leído esto te haya proporcionado cierto alivio, pero sé, o más bien, sabemos ambos, que el camino recién empieza. El sufrimiento muchas veces es inevitable, por eso necesitamos muchos recursos para hacerle frente. Nunca está de más pedir ayuda. Si sentís que algún familiar, amigo, terapeuta o religioso puede ayudarte, hablá con él o llama a nuestra línea de prevención del suicidio (135)  las veces que sea necesario. Busca más recursos en este mismo sitio o en otros. No te rindas. Tu vida nos importa.

Centro de Asistencia al Suicida

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