Esta pandemia está poniendo de relieve dos problemas fundamentales de la Sanidad española. El primero es que no es tan fuerte como podemos creer y que necesita del refuerzo urgente de quién dispone de fuerza para hacerla más grande y soportable para nosotros, sus usuarios. La otra es que cuando está sometida a un estrés tan fuerte como el que hemos sufrido, ciertos aspectos quedan al descubierto sin tener un plan para solucionarlo.
Y estos aspectos, en muchos casos, repercuten de forma negativa en los usuarios. Cuando se destinan todos los recursos posibles a controlar, por ejemplo, el COVID-19, la fuerte demanda de una enfermedad hace que las demás capas se resientan y dejan de ser efectivas.
Ahora más que nunca se hace necesaria el complemento de la sanidad privada.