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Los delfines del mar Negro, víctimas colaterales de la guerra en Ucrania

Más de 200 cetáceos aparecen muertos con quemaduras que hacen sospechar que perecieron como consecuencia de la actividad militar en las aguas que habitan

Un delfín en el Mar Negro, avistado desde la costa ucrania, en la región de Jersón en septiembre de 2020.Foto: TARASOV (FUTURE PUBLISHING VIA GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV

Las batallas libradas a lo largo de la costa de Ucrania están causando un daño incalculable en la fauna marina del mar Negro. Más concretamente, en el hábitat de los delfines, el primer damnificado visible en el ecosistema acuático. Desde el estallido de la guerra, varios cientos de mamíferos marinos se han visto arrastrados a los litorales de Bulgaria, Rumania y Turquía por la incesante actividad militar. Muchos de ellos se han hallado desorientados y extremadamente débiles; otros (más de 200) han aparecido muertos en las orillas.

Todos sus cuerpos exhiben fuertes quemaduras en la piel, lo que hace suponer que fallecieron a causa de las explosiones de bombas o minas. “Sospechamos, sin certeza, que sus heridas se deben al fósforo; si hubiera sido por las llamas de una explosión, no habrían sobrevivido, los habrían despedazado”, explicó el biólogo rumano Razvan Popescu. “El fósforo es una sustancia que también arde bajo el agua, no solo en el exterior”, agrega el experto, quien confiesa que nunca había visto un delfín quemado en los 25 años que lleva trabajando con cetáceos en el mar Negro.

Hace dos semanas, se encontraron más de 60 cetáceos varados en Sulina, una pequeña ciudad costera rumana a donde solo se puede llegar por barco a través del Danubio o el mar Negro. Pero la cifra ya supera los 100 mamíferos marinos que se han quedado atrapados en la costa rumana sin que pudieran salvar sus vidas. Siete días después, una decena de delfines quedaron varados en la desembocadura del río Ropotamo, a 50 kilómetros al sur de la ciudad turística de Burgas, en Bulgaria. También perecieron.

“Por desgracia, no pudimos ayudar con nada. Siguieron llegando a la orilla. Cuando intentamos ponerlos en el mar para hacerlos flotar estaban exhaustos y desorientados, temblando, sus ojos estaban rojos y borrosos, de color cereza”, señaló el científico búlgaro Kota Atanasov. Por su parte, la Fundacion Turca de Investigación Marina notificó el 10 de mayo la muerte de 80 delfines en sus costas.

Según los expertos, otra de las razones de la mortandad de delfines estriba en la contaminación acústica. El incremento del ruido de los buques de guerra y la utilización de potentes sistemas de sonar han provocado que se extravíen los delfines, que se orientan usando ondas sonoras tanto para navegar como para buscar comida.

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“Está claro que un impacto causado por la guerra existe. Es el mayor número de muertes de los últimos 20 años”, subraya Costin Timofte, investigador rumano de la ONG Mare Nostrum. “Los cetáceos se orientan con la ayuda de los sonidos y los buques de guerra, tanto barcos como submarinos, están equipados con un sonar que envía pulsos de sonido que desorientan a los delfines y que pueden afectar a su oído interno. Por eso, la mayoría se pierde y ya no puede alimentarse”, indicó el experto.

El coste de la biodiversidad del área está siendo devastador. La marina rusa controla el mar Negro frente a la costa de Ucrania. Y el Kremlin está emprendiendo ataques brutales contra el puerto de Odesa, punto estratégico de la región.

Antes de que comenzara la ofensiva rusa contra Ucrania, biólogos marinos de Rumania, Bulgaria, Turquía y Ucrania sobrevolaron el 62% de la superficie del mar Negro. Los científicos constataron que había entre 240.000 y 270.000 delfines de tres especies en las aguas del mar Negro: la marsopa común, el delfín cular o nariz de botella y el delfín común o de aletas cortas. Este saludable número de cetáceos ofrecía un indicador ecológico positivo del ecosistema. Ahora, su biodiversidad está más amenazada que nunca, con embarcaciones hundidas con petróleo dentro y productos químicos de las municiones. “Estamos hablando de operaciones militares, no de actividades civiles”, apunta Timofte: “No hay ninguna oportunidad de que este desastre natural pare si no se acaba el conflicto”.

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