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Opinión

Una nueva “comisión de sabios” para no pensar el país

06/03/2019
Por: Juan Guillermo Gómez García, profesor Facultad de Comunicaciones UdeA

Texto escrito a propósito de una Carta abierta de Carlos Eduardo Vasco Uribe, « ...quien se queja agriamente no solo porque lo excluyeron a él y a los antiguos comisionados Ángela Restrepo, Fernando Chaparro y Eduardo Aldana de esta nueva Comisión de Sabios duquistas, sino porque la educación desapareció del todo en la convocatoria de la nueva Misión de ciencia, tecnología e innovación, y casi totalmente del articulado del Plan de Desarrollo...»

El 8 de febrero pasado, en medio de la histeria anti-madurista que embarga al gobierno colombiano y le roba todas sus energías, se lanzó una nueva comisión de sabios en el Jardín Botánico de Bogotá, compuesta por 43 ilustres sabios(as) desconocidos.

La noticia pasó pues desapercibida, fantasmal, naturalmente sin que no haya dejado algún lastimado por el camino. En efecto, el excluido del festín de la ciencia duquista, un excomisionado de la anterior “comisión de sabios” (¿cómo alguien puede tomar en serio un espécimen tan cursimente bautizado?) de 1991, Carlos Eduardo Vasco Uribe, no se calló y escribió una larga Carta abierta.

En ella habla de la trivialidad de la convocatoria (¿quién la conoció, en realidad?), que parecía hacer revivir de la tumba después de 25 años el enterrado informe, Colombia en el filo de la oportunidad, que hizo en su momento, como todas las grandes y sensacionales iniciativas del país “mucho tintín y pocas paletas”. Todavía se recuerda, quien recuerda ese informe colectivo, la “Proclama” de García Márquez, “Por un país al alcance de los niños”, que se encuentra entre las más deplorables páginas publicadas por nuestro Nobel de Literatura.

Se queja agriamente Vasco Uribe no solo porque lo excluyeron a él y a los antiguos comisionados Ángela Restrepo, Fernando Chaparro y Eduardo Aldana de esta nueva Comisión de Sabios duquistas, sino porque “…la educación desapareció del todo en la convocatoria de la nueva Misión de ciencia, tecnología e innovación, y casi totalmente del articulado del Plan de Desarrollo. No es pues, ni de lejos, la nueva Misión una continuación y perfeccionamiento de la antigua.

” La nostalgia, que también es mala consejera, pudo haber guiado la misiva pública de Vasco Uribe, y una cierta nota de resentimiento, no injustificado, parece haber motivado las razones más íntimas de la queja. Pero la Carta de Vasco Uribe es oportuna y da pie para concitar un reclamo universitario por haberse nombrado una “comisión de sabios”, ante la amenazante circunstancia de violarse los acuerdos entre el gobierno de Duque y los estudiantes el pasado diciembre y sobre todo a escondidas de la autorizada opinión científico-universitaria, de los que durante las últimas décadas hacen diariamente la vita activa de la universidad colombiana.]

La queja inicial de Vasco Uribe se torna pues, poco a poco, en un reclamo sentido y en un reflexión sobre la lacerante actualidad colombiana. Pide a Duque que, al fin, se posesione “como Jefe de Estado, como rector y representante responsable del Estado colombiano”; que deje de ser el secundón, mandadero y títere de Uribe Vélez, del Centro Democrático (evita escribir por discreción Cementerio Democrático), del alfil perverso José Obdulio Gaviria y que deje de ser el capataz en propiedad de la hacienda Colombia y postulante capataz de la hacienda Venezuela, dentro de los predios de Trump.

Vasco Uribe culmina su Carta con estas palabras: “Si por fin en algún momento de este año logra usted posesionarse como Jefe de Estado y no solo de gobierno, y empieza a comprometerse a mantener en alto el honor de Colombia ante los países civilizados, especialmente ante Alemania, Noruega y Cuba y a excusarse ante ellos, jurando cumplir todos los compromisos de Estado adquiridos por los gobiernos anteriores, tendremos alguna oportunidad de que las políticas de Estado que acuerden los nuevos comisionados sean respetadas y seguidas por los gobiernos posteriores.

Si así, como lo espero, sucediere en algún momento de este año, podrán con tranquilidad los 43 comisionados continuar su difícil labor de elaborar a conciencia esas políticas de Estado, no de gobierno y menos de ministro. Termino pues pidiéndole y animándole a hacerlo cuanto antes: Sr. Presidente, asuma usted su misión histórica de ser nuestro Jefe del Estado colombiano. Dios y la Patria os lo demandan; que Él y Ella os lo concedan.”          

P.D. El sabio rechaza el apelativo de sabio, por principio de sabiduría, se lee en Nathan el sabio, de Lessing. El sabio se sabe sabio, no solo al eludir el bulto de responsabilidad que demanda la designación legendaria, sino porque sabe que en la leyenda de los siglos solo podemos revivir en esa figura enigmática (es el poeta, el santo, el héroe) a quien nos hace abrir los ojos ante la brutalidad y lo absurdo y nos da aliento moral y esperanzas para forjar un futuro diferenciado. No es el caso de hacer la pregunta estúpida de si alguno entre estos 43 elegidos por el gobierno Duque nos ha de ayudar a espantar el dolor y recobrar la fe en Colombia.

No quiero hacerla, porque el ambiente turbio y sucio en que nos movemos, en esta ciénaga grande contaminada en que han convertido el país, prohíbe hacer preguntas. El otro día, al haber escrito “Unas tirantas para Mockus y un bozal para Macías”, en “Alma Mater”, un lector anónimo me escribió, y con una fineza, que rozaba la amenaza a muerte, me dijo: “el bozal se lo pondré yo a usted”. Por eso preguntar en este sabio país (pensar es preguntar) es ponerse, muy cándida y conscientemente, la lápida encima. Así que aquí me callo, no pregunto, no pienso. “No pienso luego existo”, es el nuevo signo cartesiano-ilustrado del país: ¡que nos lo refuten nuestros 43 sabios a decreto!   


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.   

 

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