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Bienvenidos a un bosque habitado por un paraíso que acoge uno de los bosques más enigmáticos de España.

Un robledad y un carrascal monumental de más de dos mil árboles, y nos mil de ellos con edades entre los 300 y 800 años. Bienvenidos al Barranc del Horts, en Ares del Maestre, en el Alto Maestrazgo, enCastellón, a una hora del Mediterráneo.

Un bosque con individuos arbóreos de formas caprichosas y sugerentes, un edén que se nos antoja salvaje como nos dicen al oído sus quejigos y yedras centenarios, sus sinuosas encinas y sus atrevidos líquenes. Durante siete kilómetros se comunican a través del cauce del Barranc dels Horts con el espino albar, las cerezas o manzanitas de pastor o esas bellotas que alimentan el bosque benefactor.

Miles de árboles ancianos y árboles recién brotados, cumpliendo todos el ciclo de la vida junto al alcaudón real, el ciervo volante, las musarañas, el tejón, la gineta, el jabalí, los murciélagos, el pico picapinos, el carbonero, el herrerillo, el cárabo, el búho real, la gineta… Pero hubo un tiempo en que todo esto corrió peligro de muerte. Dedicamos este programa al Barranc Dels Horts y a su custodia, la botánica Isabel Queral, gestora de 700 hectáreas de las que ya no pudo separarse desde el día en que iba por la carretera y vio camiones cargados con troncos centenarios.

Isabel investigó su procedencia y, desde entonces, es la guardiana y gestora que nos ha proporcionado este bosque tras veinte años de activismo, conservación y mucha fuerza para que el bosque fuera más bosque.

Como reconoce la Comunidad del Bosque y demuestran los textos de la propia Isabel Queral, Raúl de Tapia, Ignacio Abella, Arantza Leal Nebot, Mar Verdejo Coto y la música que hemos elegido para pasear por este paisaje amado y protegido, la música de Lisa Thiel.

Te invitamos a calzarte las botas más cómodas, a coger cuatro cosas: agua, bastón, sombrero y cámara de recuerdos y, sobre todo, ojos dispuestos a abrirse de par en par y sacar el espíritu nómada que guardas en tu ADN. Porque estás entrando en un paraíso a salvo, pero territorio conmovido… ¡Arriba las ramas!

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