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Análisis de los aspectos socioculturales en la génesis y evolución del Trastorno de Personalidad y principales vías de actuación desde la práctica del Trabajo Social

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UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y DEL TRABAJO

GRADO EN TRABAJO SOCIAL

Trabajo Fin de Grado

ANÁLISIS DE LOS ASPECTOS

SOCIOCULTURALES EN LA GÉNESIS

Y EVOLUCIÓN DEL TRASTORNO DE

PERSONALIDAD Y PRINCIPALES

VÍAS DE ACTUACIÓN DESDE LA

PRÁCTICA DEL TRABAJO SOCIAL.

Alumno/a: Cucalón Estrada, Belén.

Director/a: López del Hoyo, Yolanda

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ÍNDICE

I.-INTRODUCCIÓN...3

1.1. Presentación del tema de trabajo...3

1.2. Justificación del tema de trabajo...4

1.3. Definición del problema-objeto de estudio...7

1.4. Aspectos metodológicos y contenidos...7

1.5. Motivación personal...9

II.-MARCO TEÓRICO...11

2.1. Introducción a los Trastornos de personalidad...11

2.1.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de personalidad?...11

2.1.2 Salud o Enfermedad Mental...17

2.1.3 Clasificación de Enfermedades Mentales...19

2.1.4 Los trastornos de la personalidad...19

III. CONTENIDOS DE ANÁLISIS...19

3.1. Análisis de los aspectos socioculturales que influyen en la génesis del Trastorno de la personalidad……….……….……..44

3.1.1 Tipos de aspectos socioculturales...45

3.1.2 Los Aspectos psicosociales...53

3.1.3 Aspectos Socioculturales...75

3.1.4 Aspectos centrales del análisis cualitativo...98

3.2. Principales vías de actuación desde la práctica del Trabajo Social...107

3.2.1. Introducción...107

3.2.2. Acercamiento a la intervención profesional en el ámbito de TP...108

3.2.3 Síntesis del análisis cualitativo de las entrevistas...119

IV. CONCLUSIONES...131

4.1. Sobre la influencia de aspectos socioculturales en la génesis y desarrollo del TP……….…131

4.2. Sobre las principales vías de intervención en la práctica del Trabajo Social...138

4.3. Dificultades encontradas y aprendizajes adquiridos durante la realización del trabajo………..140

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I.-INTRODUCCIÓN

1.1. Presentación del tema de trabajo.

El siguiente trabajo, titulado “Análisis de los aspectos socioculturales en la génesis y evolución del trastorno de personalidad y principales vías de actuación desde la práctica del trabajo social”, tiene como objetivo conocer cuáles son los aspectos sociales y culturales que pueden influir en la aparición y/o forma de desarrollo de un trastorno de la personalidad y conocer también cuáles son las principales vías de actuación que se están llevando acabo con este colectivo desde la práctica del trabajo social.

1.2. Justificación del tema de trabajo.

El motivo por el cual he escogido este tema es el hecho de tratar de dar respuesta a una serie de preguntas que me han surgido durante mi asistencia al centro en el que realizo las prácticas de intervención.

Se trata de una asociación (Asociación AVANCE, “en Defensa de la Atención de los Trastornos de la Personalidad”), en la que se llevan a cabo toda una serie de servicios de apoyo al tratamiento en coordinación con los equipos de salud mental, que van desde la atención o asesoramiento social y psicológico, hasta actividades grupales de índole terapéutica y de rehabilitación (grupos de apoyo, escuelas de familia, grupos de entrenamiento de habilidades pre laborales, etc.), dirigidas tanto a los afectados por esta patología, como a sus familiares.

Desde el día en que acudí por primera vez a este centro, fui consciente de la complejidad que caracteriza a este tipo de patología y de la dificultad que conlleva la aplicación de un tratamiento que atienda de forma integral el conjunto de circunstancias que acarrea en la vida diaria de las personas afectadas y de sus familiares.

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Igualmente, el entrar en contacto con esta realidad, me hizo tomar conciencia de esta problemática como una problemática de índole social, merecedora de una atención mucho más acentuada por parte de los sistemas públicos de protección social, dada la escasez de recursos con los que cuentan las personas que conviven en su día a día afectados directa o indirectamente por la misma.

El trastorno de personalidad se ha consolidado como una tipología única dentro de la diversidad de patologías mentales aceptadas a nivel internacional, con una serie de criterios diagnósticos similares en las diversos manuales psiquiátricos.

La pregunta inicial que motivó la elección de esta temática para mi estudio es la siguiente: ¿Cuál es la función de un trabajador social en el tratamiento de esta enfermedad mental en concreto?, ¿En qué se diferencia de la función que pueda hacer cualquier trabajador social en su atención a otros colectivos igualmente vulnerables?.

Si bien es cierto que la función de un trabajador social en una entidad dedicada a la atención de personas con enfermedad mental, se puede ver respaldada en multiplicidad de funciones (asesoramiento socio laboral, puesta en contacto de la persona con los diferentes recursos de la comunidad, gestión del ocio y tiempo libre, acompañamiento en los diferentes procesos de integración, reconocimiento de derechos sociales, procesos de in capacitación, discapacidad etc...), existe una peculiaridad que en mi opinión es digna de considerar.

El trastorno de personalidad es una patología mental en la que, como más tarde comentaré, la persona posee una personalidad (formas de pensar, sentir y actuar ) que le impide adaptarse con normalidad al medio en el que vive, teniendo como consecuencia un grandísimo malestar interno y un continuo conflicto en las diferentes formas de interacción social (relacional, laboral, educativa , familiar).

Teniendo en cuenta que la formación de la personalidad, como posteriormente comentaré, atiende en un 60% a aspectos socioculturales, estaríamos en mi

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opinión ante una enfermedad en cuya génesis interviene de algún modo determinante la esfera social, además de la psicológica y biológica, cuyo tipo de aportación analizaremos a lo largo del trabajo.

Además de esta información, otra de las causas por las cuales me ha parecido interesante dirigir mi estudio hacia un análisis de la intervención social en este terreno, tiene que ver con una observación personal que he realizado durante mi asistencia al centro (mediante la lectura de numerosas historias sociales): Muchos pacientes diagnosticados de un trastorno de la personalidad, necesitan en su tratamiento de un servicio socioeducativo que trate de reformular y replantear de manera más saludable aprendizajes antes interiorizados que están generando consecuencias negativas en la vida de la persona afectada, ya que comprenden y conforman su manera de entender el mundo.

Esta observación, me ha hecho pensar que posiblemente el desarrollo de un trastorno de la personalidad sea el resultado de un proceso duradero en el tiempo(e iniciado siempre bajo una predisposición neurobiológica), mediante el cual el individuo ha encontrado numerosas dificultades en la adaptación a su cultura y a las normas y obligaciones que ésta lleva implícitas.

Proceso durante el cual , los aspectos de tipo social y cultural presentes en el entorno o ambiente próximo del individuo (familiar, educativo, social etc ), máximos condicionantes del proceso de construcción social de la personalidad y aprendizaje individual, pudieron actuar como incentivadores o como amortiguadores de las conductas des-adaptativas del individuo, frenando o incentivando de alguna manera, la cristalización de una personalidad inadaptada, generadora de conflictos constantes con el medio social y para-con el propio individuo.

Por este motivo, me pareció interesante la idea de realizar un trabajo que, a través de una recopilación y revisión de la bibliografía existente de la realización de entrevistas a profesionales , pudiese dar respuesta a todas estas cuestiones.

− ¿Forman los aspectos socioculturales parte de la etiología (como factores) de esta patología mental?, ¿Qué papel juegan en el desarrollo

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de la misma?, ¿de qué manera pueden condicionar su pronóstico? y ¿En qué medida y de qué manera está presente nuestra disciplina (competente en el terreno de la intervención y prevención de problemáticas sociales) actuando en este terreno?.

Además, y basándonos en las respuestas a estas cuestiones se intentará compilar ésta información y presentarla en este documento de una manera sencilla y organizada que sea útil a todos aquellos trabajadores y trabajadoras sociales, que como yo, comiencen un día a trabajar con el colectivo de personas diagnosticadas de un Trastorno de Personalidad o sus familiares y quieran obtener una visión de la patología y su abordaje desde una perspectiva no tan psiquiátrica o clínica sino desde una perspectiva social y orientada a la intervención que es propia y competencia de nuestra disciplina: la intervención social.

1.3. Definición del problema-objeto de estudio.

En definitiva, el problema-objeto de estudio que planteo sería el siguiente: Determinar de qué manera pueden influir los aspectos socioculturales en la aparición o en la forma de desarrollo de un trastorno de la

personalidad, enumerarlos y vislumbrar las principales vías de actuación desde la práctica del trabajo social.

1.4. Aspectos metodológicos y contenidos.

La metodología utilizada ha sido la revisión y análisis bibliográfico, la observación participante (mientras realicé mis prácticas de intervención con Trastornos de personalidad) y la realización de entrevistas a profesionales de la intervención social en este campo.

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sobre esta temática en las bibliotecas universitarias de las facultades de Trabajo Social de la Universidad de Zaragoza y de Sevilla, he utilizado artículos de bases de datos especializadas en Internet (Dialnet, Psicothema etc.) y he utilizado documentos profesionales de la asociación en la que he realizado mis prácticas de intervención.

Para la realización de los contenidos de análisis he acotado la búsqueda de bibliografía por la fecha de su publicación (utilizando bibliografía preferentemente publicada en la última década), y he intentando utilizar bibliografía específica sobre el tema de TP , aunque en ocasiones he tenido que recurrir a bibliografía general sobre salud mental (dada la escasez de bibliografía específica).

También he utilizado información obtenida en mediante la realización de entrevistas a profesionales.

Las entrevistas, son estructuradas y han sido realizadas a dos centros que trabajan con el colectivo de personas afectadas por un Trastorno de Personalidad y/o sus familiares: el Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zargoza, y la asociación “Avance” en Sevilla (en la que realicé mis prácticas de intervención):

− Hospital Nuestra Señora de Gracia. Unidad específica para el tratamiento de los Trastornos de Personalidad (Zaragoza):

− Entrevista a la trabajadora social.

− Entrevista al psiquiatra, que a su vez es el presidente de la sociedad española para el estudio del Trastorno de Personalidad. − Asociación en defensa de la atención de los Trastornos de Personalidad

“Avance” (Sevilla):

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− Entrevista a la trabajadora social de la asociación.

También he realizado entrevistas a otro centro, “El Centro Municipal de Promoción de la Salud Mental” de Zaragoza , pero la información obtenida no ha sido utilizada para el trabajo por no serme útil (no encontré respuestas a las preguntas que yo planteaba).

En cuanto al contenido del trabajo:

En primer lugar realizo una introducción o marco teórico conceptual en relación a la patología del Trastorno de la Personalidad.

En segundo lugar realizo un análisis sobre los aspectos socioculturales que pueden encontrarse en la génesis y desarrollo de la patología. (A través de la revisión bibliográfica y las entrevistas a profesionales).

En tercer lugar introduzco un apartado de análsis sobre las principales vías de actuación que se llevan a cabo desde nuestra disciplina en este terreno, tomando como referencia la información que he obtenido en la realización de entrevistas a profesionales y conocimiento de los recursos, y planteo una serie de propuestas.

Para finalizar realizo unas conclusiones generales en las que expongo las ideas principales que me ha sugerido el trabajo y también las dificultades y aprendizajes que he encontrado en el transcurso de su realización.

El último apartado contiene la bibliografía utilizada y en documento aparte se adjuntan los anexos.

1.5. Motivación personal.

El motivo por el cual escogí esta temática para mi Trabajo Fin de Grado, es el hecho de encontrarme sensibilizada con esta problemática social en concreto, debido a que en mi trayectoria personal y profesional he tenido la oportunidad de trabajar con personas diagnosticadas de una patología mental.

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y todos los procesos que influyen en la forma de pensar, sentir y actuar que cada individuo posee.

En segundo lugar, porque como trabajadora social , me gustaría poder colaborar no sólo en la atención a los colectivos con este tipo de enfermedades, sino también en la des-estigmatización social que sufren, en el trabajo de concienciación y sensibilización que hace falta hacer al respecto, en la creación de recursos comunitarios para su atención...

En tercer lugar, porque me gustaría poder contribuir de alguna forma, en la mejora de la calidad de vida y atención tanto de las personas afectadas como de sus familiares.

En cuarto lugar, porque pienso que la enfermedad de Trastorno de la Personalidad es una enfermedad en la que a diferencia de otro tipo de trastornos mentales (como la esquizofrenia), el entorno social y cultural en el que se desarrolla la persona constituye un elemento clave para el entendimiento de su génesis y su pronóstico o evolución, porque pienso que la disciplina del Trabajo Social y su función como “agente de cambio” es la que debe y puede impulsar las medidas y estudios necesarios para eliminar de nuestra sociedad todas aquellas barreras que dificultan la adaptación de los individuos, trabajando para que existan las mejores condiciones y posibilidades de vida.

En quinto lugar, porque me gustaría que este estudio fuese útil para que todas aquellas personas que como yo, comiencen a interesarse por esta problemática social, encuentren en él una recopilación de conocimientos básicos sobre la patología desde una perspectiva social y sobre la intervención que se realiza.

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II.-MARCO TEÓRICO

2.1. Introducción a los Trastornos de personalidad.

Antes de entrar en el análisis sobre los aspectos socioculturales relacionados con la génesis o desarrollo de esta patología, y antes de enumerar las diferentes formas de intervención que se están llevando a cabo desde la disciplina del trabajo social, dedicaré un primer apartado a la realización de una introducción explicativa sobre los principales conceptos que enmarcan esta patología.

2.1.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de personalidad?.

El término personalidad, procede etimológicamente de la palabra latina persona, que hace referencia a las máscaras que llevaban los actores en las representaciones teatrales.

Se dice que a través de estas máscaras, el público podía distinguir de forma previa a la actuación qué papel y qué características iba a interpretar cada personaje (Escribano, 2006).

Si buscamos el significado actual de la palabra personalidad en el Diccionario Académico de la Real Academia Española, encontramos numerosas acepciones, de entre las cuales escogeré la primera y la última, ya que son las que más relación guardan con lo que se entiende por personalidad en el campo de la psicología:

1. “Diferencia individual que constituye a cada persona y la distingue de otra”.

2. “Conjunto de cualidades que constituyen a la persona o sujeto inteligente”.

En nuestra lengua existen una gran multitud de connotaciones que se achacan al concepto de personalidad y que son utilizadas de manera cotidiana y tienden

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a dar a la misma un matiz de valor: hablamos de personalidad buena, mala, atractiva, interesante, de personas con poca personalidad...

Por este motivo, antes de adentrarnos en este mundo, será necesario partir de la base de que existe una gran diferencia entre la forma cotidiana de comprender o interpretar el concepto de personalidad, y la forma más propiamente científica.

El estudio científico de la personalidad humana, ha sido y es una de las áreas de investigación y teorización psicológicas más importantes y con mayor tradición y la tarea de hallar una definición aceptada universalmente resulta algo difícil.

Aun así, existen algunos aspectos en los que la mayoría de los especialistas en esta rama del saber coincide en recalcar: la complejidad de la personalidad humana y el variado conjunto de factores que influyen en su consolidación y que forman parte de la misma: factores intrapsíquicos, comportamentales, biológicos y socioculturales (Belloch y Fernandez-Álvarez, 2002).

Estos factores, que se ponen de manifiesto en una variada gama de situaciones y contextos, hacen que cada individuo sea único en su personalidad, y que dicha personalidad lo caracterice como tal, manteniéndose presente y estable en todas circunstancias de la vida en las que se encuentre. Dada la gran cantidad de definiciones existentes, me centraré en enumerar en primer lugar algunos aspectos que deben estar presentes para un correcto entendimiento de la personalidad .

Estos aspectos son según Bermúdez, Pérez, Ruíz, Sanjuán y Rueda (2003), los siguientes:

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hipotético derivado de la observación de la conducta.

2. La utilización del término personalidad, no implica connotaciones de valor sobre la persona caracterizada.

3. La personalidad incluye una serie de elementos, que son relativamente estables a lo largo del tiempo y en las diferentes situaciones que se dan, por lo que ayudan a predecir y caracterizar el estilo de respuesta de un individuo. A este tipo de elementos nos referiremos como rasgos o disposiciones internas. 4. Por otro lado la personalidad incluye otros elementos, como las cogniciones, motivaciones o estados afectivos, que pueden ser variables o modificables en el tiempo, y que por lo tanto pueden explicar la falta de consistencia y estabilidad de la misma en determinadas circunstancias.

5. La personalidad abarca, tanto la conducta manifiesta como la experiencia privada, es decir, incluye la totalidad de las funciones y manifestaciones conductuales.

6. La conducta será fruto tanto de los elementos más estables (ya sean psicológicos o biológicos), como de los aspectos más determinados por las influencias personales (percepción de la situación, experiencias previas), sociales o culturales.

7. La personalidad es algo distintivo y propio de cada individuo a partir de la estructuración peculiar de sus características y elementos.

8. El individuo buscará adaptar su conducta a las características del entorno en el que se desenvuelve, teniendo en cuenta que su percepción del mismo va a estar guiada por sus propias características personales (sobre lo que es importante o no, estresante, positivo etc.).

Bermúdez et al (2003, p.34), concluyen tras un pequeño repaso por las distintas aportaciones de numerosos autores en el ámbito de la psicología de la personalidad , que:

“La personalidad hace referencia a la forma de pensar, percibir o sentir de un individuo, que constituye su auténtica identidad y que está integrada por

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elementos de carácter más estable (rasgos), y elementos cognitivos, motivacionales y afectivos más vinculados con la situación y las influencias socioculturales, y por tanto ,más cambiables y adaptables a las peculiares características del entorno, que determinan en una continua interrelación e interdependencia, la conducta del individuo(...)”.

Esta definición recoge muy bien dos de los aspectos que más nos interesa tener en cuenta sobre la personalidad de cara a este estudio:

A) La personalidad es la que determina la conducta de un individuo. Esta afirmación nos da la clave para entender porqué se habla de trastorno de la personalidad, y no de trastorno de la conducta o el comportamiento (que al fin y al cabo es la parte visible que alarma a la sociedad de la existencia de un problema).

Es decir, aunque lo que ocasiona una problemática y un constante conflicto de un individuo con su entorno es su forma de actuar frente a una situación, esa conducta es fruto de una manera de percibir (estímulos sensoriales, patrones de respuesta genéticos), pensar (cognición acerca de la realidad), y sentir (afectividad, emoción que genera), que ha dado lugar finalmente a un comportamiento determinado (conducta).

La manera de percibir, pensar, sentir y finalmente actuar, es lo que se entiende en su totalidad con el concepto de personalidad, por lo que el trastorno o “anomalía” en relación a la norma mayoritaria, es un trastorno de la personalidad en su conjunto.

B) La personalidad está integrada por numerosos elementos, unos de carácter más estable (rasgos, referido a predisposiciones biológicas), y otros más cambiables y adaptables a las diferentes características del entorno (elementos cognitivos, motivacionales, afectivos, vinculados con los mecanismos psicológicos y las influencias socioculturales).

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Como vemos, este enunciado refleja a la perfección la gran diversidad de elementos integradores de la personalidad, que al fin y al cabo serán también los elementos que conformen la etiología de una personalidad patológica.

Lo interesante es darse cuenta de que existen en esta variedad dos subcategorías de elementos:

i. Por un lado los elementos de carácter estable: a los que llama “rasgos”, y que se refieren a las características naturales de la propia persona, aquellas que vienen dadas en su propia constelación genética y neurológica.

Este tipo de elementos, difícilmente cambiables, son los que nos permiten caracterizar, conocer y poder predecir la conducta de una persona.

Básicamente tienen que ver con la intensidad con la que una persona recibe los estímulos que llegan de su exterior, y el modo de respuesta que genera ante ellos.

La manera más común y coloquial con la que se hace referencia a estos elementos, es el concepto de “temperamento”:

Allport (1961 citado en Martínez, 2002), define el Temperamento como aquel fenómeno característico de la naturaleza emocional de un individuo, que incluye su susceptibilidad, estimulación emocional, velocidad y fuerza en la producción de las respuestas y todas aquellas fluctuaciones en la intensidad o estado de humor. Además considera este fenómeno como algo dependiente de la estructura constitucional y predominantemente hereditaria.

En resumen, el Temperamento es el componente biológico de la personalidad, es hereditario, y representa aproximadamente el 40 % de la personalidad humana.

Según Pérez et al (2001), algunos de los rasgos temperamentales son por ejemplo la introversión patológica, la extroversión patológica, la labilidad afectiva patológica, la impulsividad patológica y la ansiedad patológica.

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ii. Por otro lado, nombra una serie de elementos a los que da la característica de cambiables y adaptables al entorno, entre los que enumera a los elementos cognitivos (formas de pensar), motivacionales y afectivos (en relación con los intereses y sentimientos personales), los cuales están vinculados con las influencias socioculturales.

En contraposición al temperamento antes nombrado, nos referimos a este conjunto de elementos vinculados a las influencias socioculturales con el concepto de “carácter”.

El término “carácter”, de origen griego (kharakter: marca o sello) se ha utilizado tradicionalmente para referirse a aquellas características adquiridas durante el desarrollo, y considerado como la adherencia de la persona a las costumbres y valores de la sociedad en la que vive.

El carácter es el componente psicosocial de la personalidad, y representa un 60 % de la misma.

La relación existente entre el carácter y el temperamento, es dinámica y compleja: el temperamento pone límites a la influencia del entorno y del aprendizaje, condicionando de esta manera el tipo de experiencia que el individuo pueda tener.

Otra cuestión importante a considerar, sería establecer la diferencia entre una personalidad normal y una personalidad patológica.

Por desgracia, la línea divisoria entre ambas es todavía confusa en la actualidad.

Millon y Escovar (1996 citado en Escribano, 2006 ), señalan que los individuos poseen una personalidad sana, cuando se muestran capaces de afrontar las exigencias ambientales, sociales y culturales de un modo flexible y cuando sus

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percepciones y conductas fomentan una mayor satisfacción personal.

Por el contrario, podremos hablar de un patrón patológico o des-adaptativo cuando las personas respondan a las dificultades de la vida de forma inflexible o cuando sus percepciones y conductas dan lugar a un malestar personal o una reducción de las oportunidades para aprender y crecer (Escribano, 2006).

2.1.2 Salud o Enfermedad Mental.

La Organización Mundial de la Salud, define la salud como un estado de completo bienestar físico, psíquico y social, y no sólo como la ausencia de una enfermedad o una dolencia.

El limite entre la enfermedad y la salud mental nunca ha estado lo suficientemente claro ni definido, es difícil por tanto hacer una división clara entre lo que es y lo que no es salud mental, ya que los criterios y los enfoques teóricos van variando y renovándose a lo largo del tiempo.

El desconocimiento sobre las causas exactas de la génesis de los diferentes trastornos mentales (debido a la complejidad de interrelaciones entre biología , psicología y esfera social y cultural), explica la dificultad a la hora de hallar una definición consensuada y aceptada universalmente.

Para entendernos, podemos definir un trastorno o enfermedad mental com una alteración a nivel cognitivo (pensamiento), emocional (sentimiento) o comportamental (conductual), que afecta al correcto funcionamiento de procesos psicológicos básicos (motivación, conciencia, control de la conducta, percepción, sensaciones, aprendizaje, lenguaje etc). Como resultado, la persona sufre un gran malestar interno (subjetivo) y también genera malestar a las personas de su entorno, debido a la gran dificultad que posee para adaptarse con normalidad al medio social y cultural.

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Existen sin embargo numerosos estudios sobre salud y enfermedad mental, que postulan que la enfermedad o la salud mental no son dos estados excluyentes en los que puede encontrarse una persona. Estos estudios consideran que ambos estados se encuentran en un “continuo”. Es decir, una persona, a lo largo de su ciclo vital puede ir pasando por diferentes niveles o grados de bienestar mental, siendo los polos de esa linea continua los contrarios de salud y enfermedad.

El bienestar emocional, un alto nivel de autoestima, una adecuada percepción de la realidad, el grado de autonomía de la persona etc, son algunos de los elementos indicadores de la salud mental de una persona.

2.1.3 Clasificación de Enfermedades Mentales.

Existen diferentes tipos de enfermedades mentales, por lo que a lo largo de la historia, se han tratado de agrupar en categorías y tipologías a través de distintos modelos, los cuales siguen teniendo algunos desacuerdos.

Según el modelo o manual más aceptado entre los entendidos del sector de la salud y la enfermedad mental en la actualidad, el DSM (Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), en concreto el DSM IV TR (1994), existen 8 categorías de trastornos mentales:

1. Trastornos del estado de ánimo 2. Trastornos psicóticos

3. Trastornos de ansiedad 4. Trastornos sexuales

5. Trastornos de la personalidad 6. Trastornos del sueño

7. Trastornos de la conducta alimentaria 8. Trastornos cognoscitivos

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Como vemos, los trastornos de personalidad ocupan una categoría aislada. A nivel europeo, el modelo por excelencia en el que se recogen estas categorizaciones es la llamada CIE-10 (clasificación emitida por la Organización Mundial de la Salud) y lo hace de forma muy similar aunque con algunas diferencias en las que no será necesario detenernos.

2.1.4 Los trastornos de la personalidad..

Para comprender qué es un trastorno de la personalidad (TP en adelante), analizaremos en primer lugar las diferentes definiciones con las que los manuales de psiquiatría con mayor reconocimiento en la actualidad se refieren al término.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (1995 , p. 645), de la Asociación Americana de Psiquiatría, define los TP como “un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto” .

La Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS (CIE-10, 1992) incluye los TP y del comportamiento del adulto como “diversas alteraciones y modos de comportamiento que tienen relevancia clínica por sí mismos, que tienden a ser persistentes y son la expresión de un estilo de vida y de la manera característica que el individuo tiende a relacionarse consigo mismo y con los demás”.

La OMS, añade que algunas de estas alteraciones y modos de comportamiento aparecen en estadios precoces del desarrollo del individuo, como resultado

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tanto de factores constitucionales como de experiencias vividas, mientras que otros se adquieren más tarde, a lo largo de la vida.

Vicente Rubio Larrosa, presidente de la Sociedad Española para el Estudio del Trastorno de la Personalidad (2003 citado en Rubio y Pérez, 2003), define los TP como aquellas formas de pensar, sentir y actuar que no se ajustan a lo que se espera de una persona en función de dos factores: su edad, y la cultura en la que dicha persona se desarrolla.

Para entender correctamente el concepto pondré un ejemplo:

Cuando en psicopatología se habla de que un individuo posee una depresión, nos referimos a que esa persona presenta una alteración anímica y conductual, es decir, un cambio en su modo de ser y comportarse habitual. Decimos que se trata de una alteración precisamente porque esa persona normalmente no es así, no se comporta ni expresa de ese modo.

Sin embargo, cuando se dice que una persona posee un TP, es que el modo de ser de esa persona, la forma en que habitualmente se comporta, es en sí patológica o anormal (entendiendo por “anormalidad” aquello que no es lo más frecuente entre las personas de su entorno o que no se ajusta a lo que cabría esperar de ese sujeto en relación a su cultura, edad, nivel formativo etc.)

Esto nos da la clave para entender cuál es la característica diferencial del TP frente a otro tipo de patologías mentales: su omnipresencia, siendo un repertorio de conductas limitado, reiterativo e inflexible.

Las personas que poseen un diagnóstico de TP, se muestran frágiles, psicológicamente débiles y vulnerables ante una situación de estrés (entendiendo como estrés una situación nueva que requiere el desarrollo de nuevas estrategias para afrontarla).

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Otro aspecto en el que estos trastornos difieren de la mayoría de trastornos mentales es que aunque provocan sufrimiento y malestar intensos con el propio individuo, no suele haber conciencia de enfermedad, o ésta es muy limitada.

Generalmente los sujetos no son conscientes de que es su modo de ser el que provoca el malestar y los problemas a los que reiteradas veces deben enfrentarse.

En suma, es un modo de ser y de comportarse poco adaptativo: dificultades para aprender nuevos modos de comportarse, de expresarse, de relacionarse con los demás...

2.1.4.1 Tipologías de trastorno de la personalidad.

Existen diez subtipos de trastorno de la personalidad, que posteriormente nombraremos, pero es importante saber en primer lugar cuáles son los factores o consecuencias comunes que poseen en su conjunto.

Elementos comunes del TP.

Sea cual sea el subtipo de trastorno, las personas que poseen un diagnóstico de TP, experimentan:

-Dificultades en las relaciones con otras personas.

-Afectación progresiva de las diferentes áreas de la vida (familiar, social, laboral, personal etc.).

-Gran sufrimiento interno.

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diez entidades distintas en función al modelo que nos refiramos (CIE-10 o DSM-IV TR, respectivamente), organizadas en tres categorías o grupos diferenciados.

A continuación describiremos las características clínicas de cada uno de los trastornos.

Tipos específicos de Trastornos de la Personalidad.

Belloch y Fernandez-Álvarez (2002), clasifican y definen los Trastornos de la Personalidad de la siguiente forma (basándose en el DSM IV):

Grupo A (Raros o excéntricos).

La característica distintiva de los TP “raros o excéntricos” es el aislamiento interpersonal y social.

A ésto se suma generalmente una forma distorsionada de entender la realidad, lo que implica que posean gran dificultad para aprender las habilidades sociales más básicas.

Los adjetivos más comunes para referirse a este tipo de personalidades y que nos pueden ayudar a hacernos una idea sobre las mismas son: personalidades “frías”, “aisladas”, “excéntricas”...

Son personas que no expresan, o que expresan de un modo extraño sus emociones, lo cual genera en ellos una gran ansiedad que hace que se aíslen. Poseen una gran incapacidad para adaptarse a las normas sociales y por lo general no suelen ser atendidos y hospitalizados en instituciones para su tratamiento, ya que en pocas ocasiones reclaman ayuda y tampoco la aceptan. Cuando nos encontramos con una hospitalización de una persona que posee este tipo de diagnóstico se debe generalmente a otros problemas, como el consumo de sustancias, depresiones mayores, crisis psicóticas etc, que sí están relacionadas directamente con el trastorno.

Para comprender la naturaleza de estos trastornos será necesario hacer referencia a un trastorno más grave o discapacitante: la esquizofrenia.

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Las personas con un trastorno de personalidad “raro o excéntrico”, pueden presentar síntomas propios de la esquizofrenia pero en un grado significativamente más leve (seudoalucinaciones, delirios, trastornos del comportamiento y del habla...). Esto hace que numerosos estudios incluyan a este tipo de trastornos dentro del llamado “espectro de la esquizofrenia”.

En este grupo se encuentran los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico de la personalidad.

A continuación, vamos a adentrarnos en una explicación sobre cada uno de ellos.

1.1 El trastorno paranoide de la personalidad: Sus principales características son:

− La desconfianza excesiva e injustificada: tienden a interpretar las acciones de los demás como amenazantes y perjudiciales para sí mismos y son reticentes a confiar a los demás porque temen que la información que comparten pueda ser utilizada en su contra.

− Incapacidad para perdonar los agravios o prejuicios: se muestran combativos y tenaces, interpretan de una forma estricta los propios derechos, son reconrosos.

− Actitud egocéntrica: constantemente autorreferencial, se sienten excesivamente importantes, y se enorgullecen de ser racionales y objetivos.

− Les preocupan conspiraciones sin fundamento: su actitud es “defensiva”. − Les impresionan el poder, el rango social etc: se muestran irrespetuosos

y con actitudes de desprecio hacia aquellas personas que consideran débiles, imperfectas, enfermas.

− Ausencia de habilidades sociales: su continuo estado de “actitud defensiva y desconfiada” les impide aprender habilidades sociales y relacionarse con las personas de su entorno.

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1.2 El trastorno esquizoide de la personalidad: Las principales características son:

− Actitud de indiferencia en las relaciones sociales: poseen un mundo emocional pobre y limitado ya que ni desean ni disfrutan con las relaciones sociales o íntimas. Son personas solitarias, que carecen de sentimientos cálidos y tiernos.

− Actitud indiferente hacia la opinión de los demás: ni la crítica ni la aprobación les afectan.

− Gran incapacidad para sentir placer: su excesiva frialdad emocional les incapacita para sentir placer, por lo que no muestran interés por las relaciones sexuales y tienden a preferir actividades y trabajos que puedan realizarse sin mantener contacto con personas.

Las actividades que realizan nunca requieren implicacíon personal. 1.3 El trastorno esquizotípico de la personalidad:

Sus características personales son:

− Anormalidades en la percepción: perciben la realidad de forma diferente, su pensamiento , conducta y lenguaje son prueba de ello.

− Similitud con la esquizofrenia: aunque sus síntomas son similares a los de la esquizofrenia, no llegan a reunir los criterios para ésta.

− Personas raras y extravagantes: su comportamiento y apariencia resulta extraño, su explicación para los problemas de la vida responde a un pensamiento mágico. Tienen ideas extrañas y tienden a la desrealización de las situaciones. Su mundo interno se compone de relaciones imaginarias y experiencia perceptivas e inhabituales.

− Relaciones sociales casi inexistentes: no poseen amigos íntimos y su afectividad hacia las personas es inapropiada. Poseen una ansiedad social excesiva.

− Pensamiento y comunicación se ven alterados: debido a su interpretación de la realidad los procesos del pensamiento, lenguaje y comunicación quedan enormemente aleterados.

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− Suelen ser supersticiosos y manifestar poderes de clarividencia.

2. Grupo B (dramáticos, emotivos o inestables).

Agrupa a los trastornos antisocial, límite, histriónico y narcisista de la personalidad.

Estos trastornos guardan en común un patrón de violación constante de las normas sociales que se manifiesta en: comportamiento impulsivo, emotividad excesiva y grandiosidad,labilidad o inestabilidad afectiva y dificultad para controlar los impulsos.

Este tipo de comportamiento conlleva grandes problemas de cara a la adaptación social y al mantenimiento de relaciones sociales ya que resultan áltamente conflictivos. A menudo son catalogados de “inmaduros”.

2.1 El trastorno antisocial de la personalidad (o Trastorno disocial de la personalidad):

Sus características principales son:

− Personalidad conflictiva desde la infancia: el trastorno puede ser visible ya en la infancia y adolescencia, haciéndose más evidente y amplio en el comienzo de la edad adulta. Los signos infantiles típicos son mentiras, hurtos, holgazanería, vandalismo, peleas, fugas del hogar, absentismo escolar y crueldad física. En la edad adulta continua esta pauta, lo que les conduce a un fracaso en la actividad laboral, en el mantenimiento de obligaciones económicas, familiares, problemas judiciales, etc.

− Conducta repetitiva y siempre irresponsable: actuando al margen de las normas sociales.

− Emocionalidad irascible: son personas que necesitan gratificaciones inmediatas y tienen una tolerancia muy baja a la frustración, llegando a ser agresivos en numerosas ocasiones. Son incapaces de sentir culpa o remordimiento por sus actos y tienden a responsabilizar siempre a otras personas. Tienen una gran dificultad para aprender de la experiencia,

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sobre todo del castigo.

− Relaciones sociales conflictivas: son personas carentes de empatía, frías, manipuladoras, desconsideradas y, en ocasiones, crueles. * Este trastorno nace de los intentos por explicar en psicopatología un modelo de comportamiento humano persistentemente delictivo en ausencia de motivos que lo justifiquen. (Los términos disocial y sociópata hacen referencia a la misma problemática).

2.2 El trastorno límite de la personalidad (o trastorno de inestabilidad emocional):

Sus principales características son:

− Inestabilidad: su estado de ánimo, sus pensamientos y sus actitudes son inestables. La inestabilidad incluye la vivencia de la autoimagen y su sexualidad y también de las relaciones sociales.

− Impulsividad: Las conductas impulsivas son la forma en que “expresan” y se “desahogan” de su malestar. Incluye las amenazas de autolesionarse o la consumación del acto del suicidio. También es frecuente el abuso de sustancias como mecanismo de escape o evasión, las alteraciones de la conducta alimentaria, la ideación paranoide transitoria e, incluso, episodios psicóticos breves ante situaciones de estrés agudo.

− Sentimientos de vacío: los sentimientos de vacío les invaden constantemente, son muy sensibles a los cambios en sus relaciones interpersonales que suelen idealizar o despreciar sin motivos aparentes y realizan esfuerzos excesivos para evitar el abandono, sea real o imaginario.

2.3 El trastorno histriónico de la personalidad: Sus principales características son:

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in-apropiadamente seductoras y provocativas, mostrando gran preocupación por su atractivo físico. Suelen tacharlos de egocéntricos, ya que en sus relaciones sociales reina la hipocresía y la manipulación.

− Emocionalidad y relaciones sociales : se basa en una constante búsqueda de admiración y aprobación por parte de los demás, y consideran que las relaciones sociales que mantienen son más íntimas de lo que son en realidad. Son personas sugestionables y fácilmente influenciables por los demás.

2.4 El trastorno narcisista de la personalidad: Sus principales características son:

− Percepción exagerada sobre sí mismos: poseen una tendencia a la grandiosidad, se sienten sumamente importantes, superiores y singulares. Se sobrestiman así mismas considerándose especiales.

− Relaciones sociales: carecen una especial labilidad afectiva ya que constantemente buscan que se les trate de forma especial, no poseen empatía y generosidad, toleran muy mal las críticas.

− Conducta exhibicionista: su forma de comportamiento es exhibicionista, continuamente llamando la atención y buscando la admiración de los demás. Se comportan de forma envidiosa, crítica e irrespetuosa hacia aquellas personas que han conseguido su ansiada reputación social. 3. Grupo C (ansiosos o temerosos).

En este grupo se encuentran los trastornos evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo de la personalidad.

La característica principal es la existencia de un miedo excesivo e inseguridad generalizados que provocan una gran ansiedad.

Poseen reacciones emocionales que les impiden controlar su conducta y adquirir estrategias de afrontamiento, por lo que es difícil para ellos la vida autónoma y el equilibrio emocional.

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3.1 El trastorno de la personalidad por evitación (o trastorno ansioso con conductas de evitación):

Sus principales características son:

− Hipersensibilidad al rechazo, la humillación o la vergüenza.

− Retraimiento social, a pesar del deseo de afecto, y baja autoestima: Son personas extremadamente tímidas, que desean el contacto y las relaciones sociales, pero sienten un gran miedo a ser rechazados y ese miedo les puede llevar a evitar todo tipo de situaciones sociales.

3.2 El trastorno dependiente de la personalidad: Sus principales características son:

− Conducta pasiva: intentan que los demás asuman las responsabilidades y decisiones propias, lo que denota una gran subordinación e incapacidad para valerse por sí mismo. Se sienten incapaces de tomar decisiones cotidianas y buscan constantemente las opiniones y consejos de otras personas.

− Dependencia emocional: Suelen sentirse incapaces de realizar peticiones, poseen un gran miedo a ser abandonados o tener que cuidar de sí mismos y buscan la aprobación de los demás en todo lo que hacen.

3.3 El trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad (o trastorno anancástico de la personalidad):

Sus principales características son:

− El perfeccionismo y la rigidez: este tipo de trastorno de la personalidad se caracteriza por el perfeccionismo, la obstinación y la indecisión.

− Excesiva devoción al trabajo y al rendimiento: on personas muy preocupadas por detalles, reglas, listas, orden, organización, horarios, etc.

− Gran inmadurez emocional: dificultad para expresar emociones cálidas y tiernas. Tienen pocas habilidades sociales y no suelen tener sentido del

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humor.

− Perfeccionistas e intolerantes:suelen insistir para que los demás acaten su forma de pensar y actuar y lo hagan de la misma forma, sometiéndose a la misma rutina que ellos tienen. Por supuesto, cualquier hecho o persona o situación que pueda hacer alterar su rutina establecida les genera una gran ansiedad.

* El trastorno de la personalidad no especificado es una categoría disponible para dos casos. El primero de ellos, cuando el patrón de personalidad del sujeto cumple el criterio general para un trastorno de la personalidad y hay características de varios trastornos de la personalidad diferentes, pero no se cumplen los criterios para ningún trastorno específico de la personalidad. En el segundo caso, cuando el patrón de personalidad del sujeto cumple el criterio general para un trastorno de la personalidad, pero se considera que el individuo tiene un trastorno de la personalidad que no está incluido en la clasificación.

2.1.4.2 Curso, evolución comorbilidad y del trastorno de la personalidad.

Según Rubio y Pérez (2003), Los TP suelen iniciarse en etapas vitales correspondientes al final de la adolescencia o principio de la edad adulta, aunque pueden darse los primeros indicios en la infancia (de ahí la importancia de la prevención y detección temprana de la patología).

Es cierto que la enfermedad puede haber estado en la persona desde mucho antes, pero el diagnóstico de la misma no se puede realizar hasta que se considera que ha culminado el proceso de formación de la personalidad.

Las personas con TP pasan por procesos o periodos en los que se encuentran más estables, y por otros en los que sufren con mayor intensidad las consecuencias de la enfermedad (se agudizan los síntomas), periodos de crisis. En los mejores casos, con la aplicación del debido tratamiento, los síntomas

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pueden suavizarse hasta el punto de que la persona sea capaz de sobrellevarlos y adaptarse a ellos y realizar una vida autónoma y de calidad. Sí es cierto que la sintomatología tiende a suavizarse por naturaleza a partir de los 35/40 años aproximadamente (de la misma forma que las conductas impulsivas de los adolescentes van rebajando su intensidad a lo largo del tiempo y con la madurez personal), por lo que con la edad y la ayuda del tratamiento, las crisis tienden a espaciarse en el tiempo y ser menos graves o, incluso, desaparecer.

En cuanto a la comorbilidad (existencia de dos o más trastornos de la personalidad de diferente tipo en un mismo sujeto), decir que en los últimos años se han realizado una gran cantidad de estudios que indican que aproximadamente el 70% de los pacientes con diagnostico de trastorno de personalidad tienen más de uno, con medias que van de 2 a 4.

Además, es frecuente encontrarnos con casos de comorbilidad entre trastorno de personalidad y otros tipos de enfermedad mental.

De la misma manera existen altos grados de comorbilidad entre trastorno de personalidad y abuso de sustancias o conductas ludópatas, y también con trastornos de la alimentación.

Es interesante reflejar que en la actualidad, existe un consenso que explica las conductas impulsivas en estos pacientes (consumo de drogas, impulsividad en la ingestión de alimentos, conducción temeraria etc), no como trastornos asociados, sino como consecuencias de la propia patología de TP: muchos pacientes poseen este tipo de conductas en un intento de aliviar el malestar. En resumen diremos que la comorbilidad es muy frecuente entre los trastornos mentales y los trastornos de la personalidad y que los diferentes estudios que analizan esta comorbilidad manifiestan cómo la evolución de la persona es peor cuando existe dicha comorbilidad.

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2.1.4.3 Epidemiología de los trastornos de la personalidad.

Belloch y Fernández-Álvarez (2002), nos explican que además de la comorbilidad anteriormente explicada existen otros factores que dificultan la realización de un estudio exhaustivo sobre la prevalencia de esta patología. (Siendo estos factores el notable solapamiento existente entre diferentes tipos de TP , ya que poseen numerosos síntomas en común y existen dificultades para discernir la exactitud del diagnóstico).

Los TP son un conjunto de entidades tan amplio como heterogéneo.

Esta es una de las razones por las que se muestra tan difícil investigar su etiología y también por las que se hace complicada la realización de un diagnóstico certero para su evaluación y tratamiento.

Por este motivo los datos que tenemos sobre la prevalencia de los TP en la población son poco fiables, pero aun con todo, es importante mencionar que se estima que su prevalencia es elevada ( 6-12 % en la población general y 20-40% para los pacientes psiquiátricos). En estos datos no existe gran diferencia entre sexos.

Los trastornos que presentan las cifras más elevadas son los trastornos límite, dependiente, evitativo y esquizotípico de la personalidad (lo que puede deberse no tanto a la frecuencia real sino a factores como la mejor definición de sus criterios diagnósticos y la existencia de valores culturales actuales como la hipervaloración de la autonomía, independencia y competencia social...). Es importante entender que los valores culturales determinarán en gran medida la consideración de salud/enfermedad mental. Es decir, cuando los modos de ser no corresponden adecuadamente a las coordenadas imperantes, se incrementa la “patología” de los mismos.

2.1.4.4 Tratamiento.

El tratamiento de los TP constituye una de las tareas más difíciles de resolver en el universo actual de los desórdenes mentales.

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Belloch y Fernández-Álvarez (2002), explican que durante numerosos años, los TP fueron territorio casi exclusivo de los tratamientos psicológicos, especialmente de las terapias dinámicamente orientadas (psicoanalíticas), pero con el paso del tiempo y vista su ineficacia estas formas de tratamiento han sido revisadas y en los últimos años se han ido introduciendo nuevas propuestas.

En primer lugar estas propuestas apostaron por el uso de medicamentos farmacológicos en el abordaje de esta patología, principalmente dirigidos a la compensación de los síntomas anímicos que estos pacientes experimentan y que son generadores de gran malestar interno.

Sin embargo en la actualidad la tendencia más aconsejada consiste en la utilización de tratamientos combinados que coordinen las prescripciones farmacológicas con la psicoterapia.

Los trastornos de personalidad ya de por sí son patologías de difícil abordaje y por tanto existen numerosas dificultades de cara a la búsqueda de un tratamiento efectivo.

Su alto grado de comorbilidad, la intensidad con la que afectan a aspectos nucleares de la identidad personal reacios al cambio, la compleja realización de un diagnóstico certero y la multiplicidad de afectaciones que poseen en muchos y muy diversos niveles de la vida del individuo, plantean un enorme a los investigadores. Se esperan avances al respecto en los próximos años.

A continuación introduzco algunos aspectos básicos de cada una de las modalidades de tratamiento:

1) Tratamiento farmacológico:

El uso de drogas psicotrópicas en el tratamiento de esta patología se basa en la creencia de que existen dimensiones de la personalidad que se deben a causas de tipo biológico (referentes a la actividad de ciertos neurotransmisores).

Aunque la etiología biológica exacta de los TP es actualmente una tarea en proceso de investigación, los estudios evidencian la necesidad de cierta

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predisposición biológica para el desarrollo de estos trastornos.

Se reconoce la utilidad de estos psicofármacos, no como tratamiento en sí mismo para los TP, sino como una herramienta que ayuda a facilitar la adherencia al tratamiento psicológico de los pacientes, colaborando en la reducción del malestar y la estabilización de las condiciones anímicas que permitan al paciente emprender este camino manteniendo determinados niveles de predisposición comportamental (impulsividad, agresividad, inestabilidad emocional, ansiedad).

2) Tratamientos psicológicos:

En la actualidad no contamos con modelos lo suficientemente sólidos que permitan afianzar la existencia de un tratamiento psicoterapéutico eficaz con aplicación para los TP en general.

Algunas de las propuestas más consideradas (cada una dentro de una orientación psicológica) son según Belloch y Fernández-Álvarez (2002, p. 144), el modelo de Terapia Cognitiva de Beck y Freeman (1995), el Análisis Estructural del Comportamiento Social de Benjamin (1993), o la Terapia Centrada en Esquemas de Young (1990), aunque todas ellas presentan escasos estudios sobre sus efectos reales.

Una de las pocas excepciones con las que contamos es el llamado Programa Dialéctico-Conductual de Marsha Linehan (1993), el cual se muestra como uno de los más eficaces aunque está orientado de manera específica al tratamiento de los TLP.

Por este motivo, se está replanteando la necesidad de orientar la búsqueda de dichos tratamientos hacia la especificidad de cada una de las tipologías, entendiendo que resultarían de mayor utilidad y también se está apostando por la utilización de terapias basadas en modelos de integración (que integran diferentes modelos de intervención.).

A grandes rasgos, los tratamientos psicoterapéuticos consisten en procesos de comunicación entre el paciente y el terapeuta en los que el objetivo es la mejora de la calidad de vida del paciente a través de cambios en su conducta,

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actitudes, pensamientos o afectos.

A través de la psicoterapia, las personas diagnosticadas de un TP aprenden a entenderse mejor a sí mismos y a su enfermedad, a detectar sus síntomas y anticiparse a la elaboración de sus conductas, y en definitiva a modificarlas. Vicente Rubio Larrosa (2007, p. 4) , presidente de la sociedad española para la investigación del TP, expresa en una de sus entrevistas que “es más importante el talante, coherencia e idiosincrasia del terapeuta que la teoría que practica en sí misma”.

3) Tratamientos institucionales.

Además de los tratamientos farmacológicos y psicológicos existen tratamientos de tipo institucional, como serían las unidades de hospitalización , centros de día, etc. , que funcionan como recursos sanitarios ante la necesidad de atención de aquellos pacientes que presentan afectaciones más graves (por ejemplo situaciones de crisis o elevados grados de dependencia), en las que se requiere la intervención continuada de profesionales del ámbito socio-sanitario.

4) Rehabilitación psicosocial.

La rehabilitación psicosocial consiste en la realización de programas psicoeducativos que tienen como objetivo la adquisición, recuperación y/o entrenamiento de habilidades sociales, el auto concepto o autoestima, resolución de problemas o afrontamiento del estrés...

5) Integración social: área ocupacional y laboral.

La integración social tiene como objetivo la recuperación de la vida o proyecto de vida de la persona afectada en la comunidad. Principalmente consiste en la búsqueda de actividades ocupacionales y en la consolidación de una red de apoyo social, así como en la búsqueda y mantenimiento de un empleo adaptado a las características específicas de la persona, con el fin de finalizar la

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adaptación de la persona al entorno y potenciar su autonomía y calidad de vida.

En relación a la intervención social con este colectivo, decir que la tendencia apunta hacia un mayor reconocimiento de los tratamientos con un enfoque ambientalista o social que recalquen la importancia del ambiente social y cultural existente en el entorno inmediato de la persona e incluyan intervenciones directas en el mismo (entendiendo que éste puede funcionar como reforzador de las conductas des adaptativas o por contra como colaborador en el proceso de tratamiento del paciente, lo cual influye de manera determinante en el resultado del mismo y el pronóstico de su situación).

En la actualidad la intervención social se entiende como una intervención de tipo rehabilitadora y de apoyo al tratamiento cuyo objetivo es la integración de la persona en la sociedad, y pese a que ésta ocupa un lugar algo menos reconocido dentro del mundo de la salud mental, la mayor parte de los clínicos coinciden en la necesidad de llevar a cabo abordajes multidisciplinares en los que se contemplen integrados los aspectos psicológicos , con los biológicos y los sociales – ambientales (Belloch y Fernandez-Álvarez, 2002).

Pese a todas estas dificultades, la necesidad de tratamiento de los trastornos de personalidad es irrenunciable por los siguientes motivos: su vida suele deteriorase irremisiblemente y tanto las personas afectadas como sus familiares sufren las consecuencias, existe cierto riesgo de que estas personas puedan ocasionar algún daño tanto hacia sí mismas como hacia otros, y pueden convertirse en padres contraproducentes para sus hijos o inculcarles modelos de conducta patológica.

No hay que olvidar que se trata de trastornos tratables, adaptables e incluso parcialmente curables. Con la positiva evolución de las técnicas psicoterapéuticas y el avance de la investigación en los tratamientos biológicos y farmacológicos, es probable conseguir un tratamiento que garantice su

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eficacia.

En resumen, el eje central de tratamiento de los trastornos de personalidad es la psicoterapia (en sus diferentes ramas), combinada con los llamados psicofármacos.

Hay que tener en cuenta que dada la complejidad que presentan estos trastornos el trabajo terapéutico deber orientarse a promover cambios en múltiples niveles, con lo que generalmente esto se traduce en propuestas que combinan diferentes tipos de psicoterapia (individual, familiar, grupal).

La base en la que se asientan la mayoría de las técnicas de psicoterapia utilizadas es la idea de operar terapéuticamente con una mentalidad lo más integradora posible.

2.1.4.5 Etiología.

Uno de los objetivos de este estudio consiste en la realización de un análisis sobre los aspectos socioculturales que influyen en el desarrollo o génesis de los TP.

Por tanto, antes de entrar en materia, considero imprescindible dedicar un apartado a la realización de una síntesis general sobre las diferentes causas de esta patología.

Según Belloch y Fernandez-Álvarez (2002), en el estudio de la personalidad, las causas se dividen tradicionalmente en factores predisponentes y factores precipitantes.

Los factores predisponentes son aquellos que favorecen que un determinado trastorno se desarrolle, “crean los cimientos”, pero no son necesarios ni suficientes por sí mismos. Ejemplos claros de factores predisponentes serían por ejemplo la herencia genética, el estatus socioeconómico, el entorno familiar y la existencia de experiencias traumáticas tempranas. Es decir, una persona que por ejemplo ha vivido una experiencia traumática, no necesariamente desarrollará una personalidad patológica, pero, posiblemente

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sea más fácil que la desarrolle que una persona que no ha vivido ninguna experiencia traumática.

Por otro lado, los factores precipitantes son aquellos que hacen referencia a sucesos muy específicos que ocurren justo antes del inicio de la patología. Estos factores o bien desenmascaran la existencia de una patología o bien aceleran su aparición.

Los ejemplos más claros de este tipo de factores pueden ser la muerte de un progenitor, un accidente grave de tráfico o la ruptura de una relación sentimental.

Es importante tener en cuenta, de cara al estudio de la etiología de esta enfermedad en concreto, que la elevada complejidad de la realidad a investigar (la individualidad de las dimensiones bio-psico-sociales irrepetibles en cada persona), hace que casi todas las explicaciones con las que contamos no sean más que conjeturas que se elaboran bajo diversos fundamentos empíricos y reflejan opiniones de escuelas de pensamiento ampliamente divergentes entre sí.

Dentro del abordaje de la etiología de los trastornos de la personalidad existen, como en la totalidad de las ciencias sociales y de la salud, multitud de paradigmas e interpretaciones que plantean y estudian dichas cuestiones desde diferentes ópticas.

Existe un consenso que acepta que los TP de la personalidad responden a causas de tipo biológico, psicológico y socio-ambiental.

La explicación de la patología de la personalidad, lógicamente, entronca con las teorías de la formación de la personalidad, es decir, los mismos factores que explican la formación de la personalidad, explican la formación de la patología de la personalidad.

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En uno de los primeros apartados de esta revisión conceptual, explicamos que la personalidad atiende a un 40% de base genética y a un 60% de base psicosocial.

También explicamos que la forma más común que en psicología se utiliza para diferenciar entre ambas dimensiones de la personalidad (la genética y la psicosocial), son los conceptos de temperamento y carácter respectivamente. Por tanto la personalidad de un individuo en concreto estará determinada por la propia biología (características genéticas que determinan factores como la intensidad y velocidad de respuesta ante los estímulos externos, grado de sensibilidad hacia los fenómenos ambientales etc) y por su esfera psicosocial (aprendizajes adquiridos durante el proceso de socialización temprana, mecanismos de defensa e interiorización de las experiencias vividas etc).

Las explicaciones que se atribuyen a la génesis de los trastornos de la personalidad, no hacen sino buscar en la biología y la psicología humana los patrones o características que pueden dar lugar a la formación de una personalidad patológica (entendiendo por personalidad patológica aquella que genera malestar en el propio individuo y lo hace estar en continuo conflicto con la sociedad).

Explicaremos en primer lugar, y de forma muy general, cuáles son las causas del trastorno de la personalidad según las diferentes perspectivas.

1) Perspectivas biológicas de los Trastornos De La Personalidad.

Según Rubio y Pérez (2003) , Las perspectivas biológicas de la personalidad postulan la existencia de rasgos de personalidad heredados o adquiridos genéticamente, es decir, presentes en nuestra naturaleza desde el momento en que nacemos. (Características genéticas, funcionamiento de determinados

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neurotransmisores, actividad del sistema nervioso y cerebral etc).

Según estas perspectivas, existen predisposiciones biológicas a poseer ciertos rasgos de personalidad en lugar de otros. Los rasgos de personalidad formarían el temperamento, el cual entienden como un “potencial biológico subyacente para la conducta, (…), suma de las influencias biológicas heredadas en la personalidad que aparecen de forma continua a lo largo de la vida y que se manifiestan ya en la primera infancia” (Millon, 2006 , pp. 18-19).

No quiero detenerme en explicar cada una de las funciones biológicas cuya influencia se ha estudiado , lo interesante es entender que pese al elevado reconocimiento que poseen estas teorías dentro del estudio de la personalidad humana , no son los factores biológicos determinantes en nuestra personalidad adulta.

En términos coloquiales: nuestra biología hace que nuestro organismo sea sensible a los estímulos externos de una determinada manera (con mayor o menor intensidad, fuerza, nivel de actividad...), es decir, que tengamos un temperamento basal pre-configurado, y por tanto que nuestra personalidad posea unos rasgos determinados genéricamente.

Las personas que poseen un TP pueden poseer cierta predisposición genética a desarrollar unos rasgos de personalidad patológicos.

Ahora bien, la forma en la que nosotros reaccionamos e interaccionamos ante los estímulos externos, es decir, la parte más visible de la personalidad, la conducta humana, no está moldeada únicamente por esas características biológicas que nos conforman, sino que es fruto además y con una mayor influencia (un 60% frente al 40% biológico), de cuestiones de tipo psíquico y social que a continuación abordaremos.

En palabras de Millon (2006, p. 19), “Aunque la biología no determina nuestra personalidad adulta, limita el desarrollo y canaliza, junto con la interacción de

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los factores sociales y familiares, ciertas vías en favor de otras.”.

Decir para finalizar, que las explicaciones biológicas de la formación de la personalidad respaldan la utilización de psicofármacos como medio de tratamiento para estas patologías, intentando modificar la fisiología de las personas que puede estar relacionada con determinados síntomas de tipo anímico.

2) Perspectivas Psicodinámicas de la personalidad y sus trastornos.

Millon (2006) y Rubio y Pérez (2003), nos cuentan que esta perspectiva junto con la anterior, conforman las dos perspectivas clásicas bajo las que se ha estudiado la personalidad humana y sus trastornos.

En concreto, la teoría psicodinámica ideada por Sigmund Freud, postula que la formación de la personalidad se encuentra en el interior de la persona: en las representaciones de experiencias internalizadas por la misma.

Freud y sus seguidores entienden que la personalidad surge del interior, tanto si se basa en el temperamento biológico como en las vicisitudes intrapsíquicas de las fuerzas inconscientes debidas a conflictos psicodinámicos entre el ello, el yo y el superyó.

No es tarea de este estudio explicar escrupulosamente en qué consisten estas relaciones, por lo que me limitaré a decir que lo importante a tener en cuenta de estas perspectivas hasta ahora nombradas, es su forma de entender la personalidad sin tener en cuenta el entorno.

3) Perspectiva interpersonal de la personalidad y sus trastornos.

A diferencia de las anteriores, la perspectiva interpersonal sostiene que la personalidad hay que entenderla como el producto social de las interacciones con los otros significativos.

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Según Millon (2006) y Rubio y Pérez (2003), los teóricos interpersonales plantean que en un mundo que no fuera social podríamos satisfacer muy pocas de nuestras necesidades, no pudiendo sacar todo el provecho a nuestro potencial. Incluso cuando estamos solos, seguimos interactuando con los demás.

Estas perspectivas explican tanto la personalidad como sus trastornos en relación a las interacciones sociales que mantenemos las personas. El tipo, nivel e intensidad de esas interacciones, determinará la personalidad.

Teniendo en cuenta que numerosos estudios evidencian la mayor importancia de las primeras experiencias e interacciones vitales, estos teóricos pondrán el “punto de mira” sobre las mismas.

Se explicaría por tanto la existencia de una patología de la personalidad, cuando los tipos de relaciones interpersonales de la persona con el medio social han sido contraproducentes.

La personalidad es el producto de las relaciones sociales y con el entorno que mantiene la persona, poniendo énfasis en la cultura y en las relaciones.

En el siguiente apartado profundizaremos en estas cuestiones.

4) Perspectivas Cognitivas de la personalidad y sus trastornos.

Estas perspectivas entienden que la personalidad y, en último término, la conducta humana, son el resultado del contenido de las estructuras mentales internas denominadas esquemas (Millon, 2006 ; Rubio y Pérez, 2003).

La mente, como procesadora de información, capta y selecciona de forma activa la información sobre el mundo, el sí mismo y los otros (tanto en el consciente como en el inconsciente).

Es decir, cada personalidad procesa la información de una forma diferente, y de este proceso derivan las cogniciones o esquemas mentales, creencias profundas, maneras de entenderse a sí mismo y a la realidad o al mundo que nos rodea.

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Para estos teóricos los distintos trastornos de la personalidad se pueden explicar porque guardan su propio estilo de procesamiento cognitivo. En resumen, un trastorno de la personalidad tendría que ver con la manera en la que esa persona entiende el mundo, y surgiría cuando esa forma no le permite adaptarse sino más bien estar en un continuo conflicto generador de malestar. 5) Perspectiva evolutiva y del neurodesarrollo.

Estas perspectivas entienden que la salud mental es una cuestión evolutiva. De esta forma, depende del ajuste entre la completa configuración de características y potenciales de la persona y los del entorno en el que se desenvuelve su actividad. La salud mental consiste en la capacidad de supervivencia y adaptación del individuo al medio en el que vive (Millon, 2006 ; Rubio y Pérez, 2003).

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III.-CONTENIDOS DE ANÁLISIS

3.1. Análisis de los aspectos socioculturales que influyen en la génesis del trastorno de la personalidad.

Hasta el momento, hemos revisado las diferentes perspectivas bajo las que se explica la personalidad humana y por tanto bajo las que también se explican sus patologías o trastornos.

De las distintas perspectivas, las más clásicas (biológica y psicodinámica), se centran en explicar la personalidad como un producto generado en el interior de la persona, mientras que las más contemporáneas, introducen la importancia del entorno y las interacciones sociales en la construcción de la misma.

Ya hemos explicado que a día de hoy existe el consenso de que la etiología de los trastornos de la personalidad es compleja y dinámica y atiende a una interrelación entre factores biológicos, psicológicos y sociales difícil de determinar con exactitud.

Sin embargo, lo que nos interesa de cara a este estudio no será sólo centrarnos en analizar los factores de tipo social y cultural que formen parte de la etiología (que funcionen como “causa”).

En este apartado, nos centraremos en la realización de un análisis sobre los distintos aspectos sociales y culturales (el término “aspecto” no limita su naturaleza), que teniendo su origen en la sociedad o cultura determinadas, puedan influir en la génesis y desarrollo de esta patología.

3.1.1 Tipos de aspectos socioculturales.

En primer lugar hay que comprender que cuando hablamos de aspectos socioculturales, nos estamos refiriendo a todas aquellas dimensiones

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