FICHA TÉCNICA



Título obra Citerea

Notas de Título Inspirada en una idea de Pierre Carlet de Marivaux

Autoría Luis de Tavira

Dirección Luis de Tavira

Notas de dirección Ociavio Michel Grau / asistencia de dirección

Elenco Ari Albarrán, Esteban Caicedo, Ana Clara Castañón K., Eugenia Díaz, Josué Elizalde, Yunuén Flores, Emmanuel Lapin, Arantxa Marchant, Raquel Mijares, Luis Rivera, Reené Sabina, J. Antonio Saavedra Zarazúa

Escenografía Philippe Amand

Iluminación Philippe Amand

Música Pedro de Tavira Egurrola / música original y escenofonía

Vestuario Carlo Demichelis

Notas Trabajo de la generación 2011-2015 del CUT




Cómo citar Martínez, Alegría. "Es el amor". Laberinto, 2015. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



Laberinto, Milenio

Columna Teatro

Es el amor

Alegría Martínez

Citerea es un recorrido por los ecos del mito griego, desde el laberinto del Minotauro hasta el de una institución con pasillos y puertas que abren y cierran el paso hacia la espiral interior de hombres y mujeres ante el revés de su deseo.

El nombre de la isla griega da titulo a esta obra escrita por Luis de Tavira para alumnos del Centro Universitario de Teatro (CUT), que dan el paso a la vida profesional bien arropados por la dramaturgia concebida por su maestro, la escenografía, iluminación y multimedia de Philippe Amand, el vestuario sesentero de Carlo Demichelis y la asistencia de dirección de Ociavio Michel Grau.

Compleja, enigmática, poética, divertida y reveladora, esta tragicomedia inspirada en una idea de Pierre Carlet de Marivaux, autor de El juego del amor y del azar y de La doble inconstancia, está compuesta por catorce escenas, eficaces en su autonomía, que, reunidas, configuran un ensayo escénico sobre el amor.

Incorporada al sonido de un férreo, suave y álgido rugido de olas, la atmósfera de este territorio marino nutrido por cantos de aves, por notas concluyentes de piano, violín y contrabajo que configuran un lenguaje propio, inicia con un hermoso y vivo paisaje en el que espera una barca junto al muelle, bajo el naciente sol que cubre los cuerpos de una pareja dormida en un abrazo que solo puede preceder a la entrega.

Como si el deseo escondiera bajo sus alas un potente imán que atrajera a su opuesto y con éste la desventura, los personajes que por accidente, casualidad, engaño, enfermedad, venganza o amor se encuentran en la isla Citerea, acotados por guardacostas, médicos, laboratoristas, secretarias, pacientes, recién llegados, o por sí mismos, se enfrentan al miedo que produce el descubrimiento de su obstrucción interna.

El laberinto, de algo similar a una institución médica, se modifica durante el transcurso de escenas en las que la contienda amorosa que padece cada personaje desgarra, alienta, conmueve, libera, pero esencialmente delata y profundiza a un tiempo, como en tercera dimensión, el pozo infinito de quienes aman a esa persona que no los ama.

Como si el espectador fuera invitado a espiar tras la lente de un gran microscopio el comportamiento de seres humanos al límite de su explosión amorosa, el espacio de Citerea se modifica según la motivación de los personajes, ya sea que se encuentren impedidos, expulsados o engullidos por una puerta, separados o reflejados por canceles, al borde de la muerte en un mar violento, bajo las olas en un chapuzón gozoso, comunicados por un doble tubo acústico o sobre un estrecho y escarpado sendero hacia la libertad o el descenso.

Ari Albarrán, Esteban Caicedo, Ana Clara Castañón K., Eugenia Díaz, Josué Elizalde, Yunuén Flores, Emmanuel Lapin, Arantxa Marchant, Raquel Mijares, Luis Rivera, Reené Sabina y J. Antonio Saavedra Zarazúa, quienes conforman la generación 2011-2015 del CUT, se entregan a la ficción con el rigor que exige este planteamiento escénico de doble filo.

Disparos y persecuciones de guardacostas armados con impermeable amarillo acompañan el tránsito de mujeres y hombres sin sosiego, en pos de su anhelo o atrapados en redes. Náufragos, capitanes, médicos, enfermeros y vigías recorren bajo tormenta la isla que rindiera culto a la diosa Afrodita, hasta que Némesis recupera el equilibrio universal y la esperanza deja su eco en un grito femenino.

El montaje es un estimulante trabajo joven sustentado en la experiencia de reconocidos maestros y artistas como Luisa Huertas y Aurelio Tello al frente de la asesoría vocal y coral, respectivamente, y Pedro de Tavira Egurrola en la música original y escenofonía. Forman parte de un valioso equipo que da la bienvenida a esta generación afortunada que retribuye con su desempeño escénico la inversión artística de los profesionales que los amparan.

Citerea tiene la esencia de un tratado filosófico sobre el amor y una agudeza nítida que evidencia la tragedia del ser humano atrapado en la vulnerabilidad del que ama.