Es lo Cotidiano

54 MUJERES, LA SERIE [XL]

Evangelina Sobredo Galanes, es decir, Cecilia • José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador
Cecilia en una actuación televisiva en 1973 - ABC
Cecilia en una actuación televisiva en 1973 - ABC
Evangelina Sobredo Galanes, es decir, Cecilia • José Luis Justes Amador

 ¿Podéis cambiar de cuento alguna vez? Nos contáis siempre el mismo.
Cecilia


 

La anécdota habla por sí misma de la personalidad de Evangelina Sobredo desde su más temprana infancia. La frase que abre el artículo es la que una ni siquiera adolescente y todavía no Cecilia le soltó a una de las monjas del colegio donde estudiaba. Tal vez de esa misma historia era de la que se acordaba cuando escribió “Me contaron muchos cuentos / que si yo no era buena / me llevaban al infierno” en una canción significativamente titulada “Cuando yo era pequeña”. Pero esa niña pequeña abandonaría su colegio de monjas de la infancia para viajar, por compromisos laborales de su padre, a dos países como Jordania e Inglaterra.

En Inglaterra fue donde descubrió la beatlemanía. Y aunque estaba cercana a la revolución pop que había conocido de primera mano en Inglaterra, su música estaba más cerca de otros dos referentes usamericanos como eran, por una lado, el prototipo de cantautora, Joan Baez y, por el otro, los maestros de los arreglos y de las melodías folk contemporáneas, Simon y Garfunkel, de los que tomaría su nombre artístico, Cecilia.

“Mi padre quisiera que fuera / su niña estudiosa de alguna carrera / mi madre prepara mi boda / con un caballero de whisky con soda / yo quiero ser equilibrista, paloma, la pluma, reina de la pista…”.  Desde una de sus primeras canciones, Cecilia lo tenía clarísimo. Su vida y las canciones que salían de ella iban a ser todo menos representativas de la España, franquista todavía, que estaba viviendo. En una sociedad en que la mujer debía ser sumisa y sólo encontraba realización en el matrimonio, ella se atrevió a titular una de sus composiciones con el explícito título “Me quedaré soltera”, el mismo que quería para su segundo disco que, al final, apareció con el menos explícito título de “Cecilia 2”.

Ese cambio de título es, simplemente, una muestra de los problemas que tuvo con su discográfica que se empeñaba en presentar una versión más edulcorada y elegante de la música de la compositora. De aquellas luchas queda una historia, que aunque legendaria parece que puede ser real, cuando discutió con el fundador de CBS España, Tomás Muñoz, a quien obedecían y le hacían caso artistas como Julio Iglesias y Raphael. Muñoz comentó un día que Cecilia había trabajado muy poco en lo que habría de ser su tercer disco, a lo que ella respondió: “¿Cómo que he trabajado poco? Todo el mes aquí encerrada y ni siquiera he podido follar”, utilizando una palabra que no resultaba nada típica escuchar de labios de una mujer en la España de aquella época, y menos dirigida a un hombre. Ya había tenido problemas con varias de sus canciones, entre las que destacaba otra radicalmente feminista (que no es lo mismo que feminista radical) que había sido “Dama, dama”, en la que retrataba a una señora de clase alta, adúltera y con deseos intelectuales, que mantenía una doble vida.

Problemas con la censura que también tuvo una canción que, en principio inocua, reflejaba, disfrazada de un canto a su país, ciertas realidades sociales que, por mucho que la propaganda franquista se empeñara, no podían ocultarse. “Mi querida España” decía “Esta España mía, esta España nuestra” cuando en el original, en realidad, estaba escrito “Esta España viva, esta España muerta”. “Quién pasó tu hambre, quién bebió tu sangre cuando estabas seca” eran otros de los versos, y aunque ella no había vivido en carne propia ninguna dificultad, según explicó, la escribió “por sus amigos poetas, artistas y cantantes, que tan mal lo pasaron”.

Pero si hay una canción que resulta extraña en una época como aquella, es la depresiva y literal “Si no fuera porque”: “Si no fuera porque mi padre / siempre llora en los entierros / me mataría mañana / sin pensar en ello (…) Si no fuera porque / alguien se acordará / para decir ‘dios la guarde’, o ‘el diablo la tendrá' / me mataría mañana / sin pensarlo más (…) Si no fuera porque / me querrán confesar / para abrirme el cielo / de par en par / si no fuera porque he pecado / y no pienso volverme atrás / me mataría mañana / sin pensarlo más”. Una canción que muchos años después el siempre inquieto Nacho Vegas versionaría.

Una canción extraña en el repertorio de alguien que compuso para su primer disco una canción que es imposible que cualquiera que haya ido a una fiesta o se haya montado en una combi no haya escuchado en cualquiera de sus innumerables versiones, que van de la banda al rock pesado, del flamenquito rumbero al ska, “Un ramito de violetas”, al que la popularidad ha hecho olvidar a su autora, como si hubiera surgido de la nada.

PD: Por si hiciera falta una muestra más de la estupidez de los algoritmos, sólo basta buscar en el “This is Cecilia” de Spotify para descubrir con sorpresa que, junto a los grandes éxitos, los conocidos y alguna que otra sorpresa, aparecen dos o tres canciones que no tienen absolutamente nada que ver con nuestra artista, y que están ahí simplemente porque la “inteligencia artificial” ha descubierto que son de artistas homónimos que nada tienen que ver.



[Ir a la portada de Tachas 435]