¿Medir la calidad o garantizar el derecho a la educación?


Alejandro Álvarez Gallego
Rector
Universidad Pedagógica Nacional


Columna publicada

Mayo 27 de 2023

 

¿Medir la calidad o garantizar el derecho a la educación?

Llevamos casi 50 años orientando las políticas educativas a partir de un indicador que se nos convirtió en el horizonte de sentido de la educación misma: la calidad. Este concepto proveniente de la industria, se introdujo en los años treinta del siglo XX con el llamado taylorismo, que significó el control estandarizado de procedimientos industriales que garantizaba la optimización del trabajo para obtener productos competitivos. Luego, cuando la educación se masificó por la acción del Estado desarrollista, apareció la preocupación por su “calidad”, es decir, emulando la producción en serie, debía haber un control al final del proceso. Esto nos llevó a creer que necesitábamos indicadores para medir el nivel alcanzado. De allí los llamados objetivos instruccionales, los indicadores de logros, los estándares curriculares, y más recientemente, los resultados de aprendizaje.

La teoría de las competencias ayudó a medir, con algún grado de verificabilidad, lo que se quería obtener al final. Como se advierte, y dada su procedencia, la educación se asimiló a un proceso que podía ser controlado y medido en rankings comparables. Incluso en Colombia se llegó a hablar, ya en el siglo XXI, de una revolución educativa que nos llevaría a alcanzar los más altos estándares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE, el club de los mejores, al que aspirábamos a entrar.

En realidad, esa revolución había iniciado cuatro décadas atrás, desde cuando se procuró la calidad de los productos, que nunca llegó. Los indicadores con los que se ha venido midiendo no mejoran, pero hay algo más grave, se nos volvió una verdad naturalizada, al punto que ya no podemos pensar la educación de otra manera. Esto sucedió por el efecto que fue produciendo el lenguaje tecnocrático de los llamados “expertos” internacionales que llegaron a elevar los estándares de calidad, acompañados de jugosos créditos financieros.

La educación superior comenzó a entrar en la onda de la calidad hacia los años noventa, y desde entonces se habla de su “aseguramiento”. Para contribuir a ese propósito, se convoca, desde hace años, al Foro Permanente de Ciencia y Educación para el Desarrollo y la Paz.

En el marco de dicho foro, se llevó a cabo en la ciudad de Cali, el pasado 18 y 19 de mayo, la XXIII Sesión de la Cátedra Internacional en Ciencia y Educación “Carlos Eduardo Vasco”. Para dicho evento se me solicitó que interviniera para reflexionar a propósito de varias preguntas, dentro de las cuales comentaré esta: ¿Cuál es el enfoque concedido a la calidad en la educación superior que la hace diferente hoy, con respecto a años anteriores? Mi respuesta fue la siguiente: Es hora de buscar otro horizonte para pensar en la educación de nuestro país. En vez de “Aseguramiento de la Calidad”, conviene que hablemos de “Fomento a la Educación”, y garanticemos las condiciones para que todas las personas accedan a ella sin necesidad de pensar en las métricas que cuantifican su “calidad”. La educación entendida como un derecho no se mide por resultados, se garantiza en su plenitud, o no.

La reflexión que se derivó de las preguntas del evento tiene que ver con la idea de pensar en algo diferente, pero no va a suceder nada realmente nuevo si seguimos insistiendo en el referente “calidad”. Este concepto se ha convertido en un verdadero obstáculo para avanzar en lo que realmente importa: nuestros niños, niñas y jóvenes quienes necesitan del cuidado integral de la escuela, para evitar que se sigan perdiendo tantas generaciones en el afán por alcanzar los estándares de aprendizajes acordados en la OCDE.

En nuestras instituciones de educación superior necesitamos fomentar su pertinencia y ampliar su capacidad para llegar a las regiones con ofertas de programas técnicos, tecnológicos y universitarios. Esto fue lo que alguna vez intentó hacer el Instituto Colombiano para el FOMENTO de la Educación Superior -ICFES, convertido hoy en una oficina de medición de resultados de aprendizaje.

Si durante estos veinte años hubiéramos invertido el tiempo, el dinero y la inteligencia en llegar a más regiones, con programas más pertinentes, y hubiéramos promovido la ampliación de cobertura con la debida financiación a la oferta, no a la demanda, quizás hoy no tendríamos el problema del 46% de los y las jóvenes más pobres sin opciones para continuar sus estudios. Necesitamos menos regulación de la calidad y más fomento del derecho a la educación.

En la Universidad Pedagógica Nacional creamos el Observatorio Colombiano de Políticas Educativas y Profesión Docente – OCPE-UPN – para proporcionar información sobre lo que está pasando con la educación de nuestros niños, niñas y jóvenes del país, con la formación de nuestros maestros y maestras, con la oferta de educación superior, con la realidad de nuestras escuelas, con el aporte de la educación a la vida digna y el papel de la comunidad académica en las propuestas de un verdadero cambio educativo.

Queremos aportar a la opinión pública una mirada sobre la educación que contrarreste los lugares comunes, la información ligera de nuestros medios, y el manejo estadístico que busca crear efectos de verdad para legitimar los discursos hegemónicos como el de la “calidad” de la educación.

Este Observatorio centrará su atención en los datos oficiales que suministran las agencias del estado, y en otros que produciremos, para suspender los discursos hegemónicos y atrevernos a pensar de otra manera los modos como llegamos a un acuerdo social por una educación integral, garantizada por el estado, que valore los procesos y supere de una vez por todas la calidad como indicador medible. Su lanzamiento será este 30 de mayo a las cinco de la tarde, los invitamos a acompañarnos

Leer columnas anteriores