Juan José Millás: "La realidad es un delirio consensuado: me da pánico"

  • El escritor publica 'La vida a ratos' (Alfaguara), una novela autobiográfica en forma de diario en donde el lector se convierte en un "mirón".
  • "Me gusta cuando la realidad tiene décimas de fiebre; este es un libro con febrícula", asegura el autor.
  • "La respuesta de la RAE ante el lenguaje inclusivo está hecha desde la prepotencia", clarifica Millás ante su crítica al mundo académico.
Juan José Millás presenta su novela 'La vida a ratos'.
Juan José Millás presenta su novela 'La vida a ratos'.
JORGE PARÍS
Juan José Millás presenta su novela 'La vida a ratos'.

Juan José Millás vive en conflicto con la realidad. A su modo de ver, el ser humano habita en una fantasía con la que todos sus semejantes están de acuerdo. Como, por ejemplo, que el Papa se crea un representante de Dios en la tierra. "¿En qué cabeza cabe? El Papa es un delirante", apunta. Por fortuna, el humor acompaña a este periodista sin escrúpulos; del mismo modo que lo hace en su novela La vida a ratos, donde Millás deja abierta una rendija a su intimidad.

¿Entramos en la habitación privada de Juan José Millás?

En cierto modo, sí. Hay lectores que tienen la impresión de leer este libro como si vieran por el ojo de la cerradura. Es decir, observan a Juan José Millás como lo haría un mirón, sin que él sepa que están ahí. Por un lado, hay un ejercicio de voyerismo en la lectura de esta novela y, por otro, de exhibición por parte de la persona observada.

¿Qué hay de verdad?

Hay la misma cantidad de verdad que en un mapa de una ciudad. Porque el Juan José Millás del libro no soy yo, es mi representación. El mapa intenta hacer la vida más fácil a quien lo lee; yo he intentado hacer la vida fácil al lector y, a veces, para eso hay que alejarse de la verdad. Por eso, los libros más autobiográficos, con frecuencia, son aquellos en los que tú apareces más distante. Escribir consiste en metamorfosear la propia experiencia. A lo mejor en una novela en la que en apariencia en personaje está muy alejado de mí puede ser el personaje que más tiene que ver conmigo.

Ha bautizado al protagonista con su propio nombre. ¿Es pretendida la autobiografía?

Sí, porque es un diario. Pero añado una característica que no suelen tener estos: no solo hablo de lo que me ocurre sino también de lo que se me ocurre. La frontera entre una cosa y otra está muy borrada, de manera que el lector se encuentra en la zona de ensueño, semejante a la que tiene al despertarse por la mañana.

A su personaje le gusta leer y escribir novelas con fiebre. ¿Es La vida a ratos producto de un delirio?

Aludo a la fiebre porque de pequeño padecía mucho de anginas y solía tener décimas. Recuerdo aquellos instantes de fiebre fantásticos, porque veía la realidad de otro modo: como si estuviera colocado, me gustaba esa extrañeza. Hay libros cuya lectura me produce una especie de fiebre que evoca la de aquellos años. Me gusta mucho cuando no soy yo quien tiene fiebre, sino cuando la realidad la tiene. Este es un libro que tiene febrícula.

Esta compuesta por minirrelatos. ¿Busca como la pintura impresionista un efecto estético más que uno periodístico?

El objetivo era constituir una suma de relatos cortos con unidad entre sí, pero no me disgustan estos fogonazos que dices.

Para novelar, ¿cómo consigue tomar distancias con la realidad?

Tienes que tomar distancias pero también zambullirte en ella. Mi modo de relación con la realidad es en la extrañeza. La gente a la que todo le parece normal no puede escribir más allá del Código Civil. Para escribir sobre la realidad tienes que estar en conflicto con ella, se escribe desde la confusión. También se lee desde el conflicto y la confusión.

En la película Origen el protagonista se sirve de una peonza para saber si está soñando o no. ¿Qué le asusta más vivir en la realidad o nunca diferenciarla de la fantasía?

La realidad es un delirio consensuado. Por ejemplo, decir que el Papa es un representante de Dios en la tierra. Convivimos con ese delirio como si fuera normal y el Papa nos parece un ejemplo de normalidad. Hay gente que le da tranquilidad porque las reglas del juego están claras. A mí, sin embargo, el delirio consensuado me da pánico.

A la periodista Janet Cooke le retiraron el Pullitzer por publicar un reportaje falso. Ella se defendió alegando que el niño de la historia era mentira pero que su mundo no. ¿Está en contra de que le retirasen el premio?

No, porque creo que hay normas. Si trabajas en un medio donde el pacto que tienes con el lector es que lo que vas a contar ha sucedido, tienes que respetarlo.

¿Qué hay de verdad en cada candidato a la presidencia?

Un 10% aproximadamente, porque todo es puro artificio. Esta campaña, que ni si quiera ha empezado, no se parece nada a la vida real; los contribuyentes demuestran un grado de sensatez que está muy por encima del grado de los políticos. Yo no le digo a la gente del PP que son unos traidores ni ellos me llaman a mí etarra.

García Márquez hizo del periodismo literatura, ¿es su modelo a seguir?

No hay frontera entre el periodismo y la literatura. Un texto periodístico, si es bueno, será literatura. No entiendo cuando los periodistas se dirigen a mí como si yo fuera escritor y ellos no.

Ha criticado a la RAE por "responder con el silencio" a la petición de elaborar un informe sobre lenguaje inclusivo, ¿es esto una moda o una necesidad?

Lo que dije, y mantengo, es que hay un malestar en el lenguaje, que en mi propia vida cotidiana percibo cuando voy a utilizar un genérico con el que no llego. La respuesta del mundo académico está siendo parecida a la de esos médicos que dicen que no te duele la cabeza cuando sí te duele: una respuesta hecha desde la prepotencia. A lo mejor no tienen la respuesta pero no pueden decir que la gente tiene ese malestar porque es una ignorante.

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