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Una obra, un artista: Bodegones de Clara Peeters
Junio de 2021
La colección del Museo del Prado, su historia, incluso el propio edificio y su entorno, son una fuente inagotable de experiencia y conocimiento. Para facilitar el acercamiento a toda esa información PradoEducación organiza una serie de actividades que parten de la transversalidad, el diálogo con los participantes y la mirada crítica.
Los fines de semana nos tomamos el tiempo necesario para estudiar algunas obras de arte en profundidad, analizando diferentes aspectos de su creación y de los artistas que las realizaron.
Con la actividad Una obra. Un artista, nos adentramos a fondo en la obra a través de numerosos detalles y testimonios documentales. De esta manera entendemos la historia que hay detrás de ella, contextualizando el proceso creativo y el momento histórico en el que surgieron. Intentamos mostrar diferentes puntos de vista, así como cuestionar las historias que nos han contado, para construir nuevos relatos que amplíen el conocimiento heredado del Museo.
- Inscripción
- 15 minutos antes en el mostrador de Educación por riguroso orden de llegada
- Horario
- Sábados a las 12.30, 16 y 17.30 h Domingos a las 11 y 12.30 h
- Duración
- 1 hora aproximadamente
- Destinatarios
- Público general
- Lugar de realización
- Museo Nacional del Prado
- Aforo
- 14 personas
Calendario
Junio 2021
- Sáb 5
- 12:30 16:00 17:30
- Dom 6
- 11:00 12:30
- Sáb 12
- 12:30 16:00 17:30
- Dom 13
- 11:00 12:30
- Sáb 19
- 12:30 16:00 17:30
- Dom 20
- 11:00 12:30
- Sáb 26
- 12:30 16:00 17:30
- Dom 27
- 11:00 12:30
Multimedia
Una obra, un artista
La artista
Realmente no se sabe casi nada de la vida de Clara Peeters y de su actividad profesional. Se cree que pudo nacer hacia 1588-90 -porque su primer cuadro está fechado en 1607- y morir después de 1621, fecha de su última obra datada.
Posiblemente nació en Amberes. En un documento de 1635 que describe un cuadro suyo se dice que era de esa ciudad. También se fabricaron en Amberes los soportes de algunas de sus obras, como demuestran las marcas que aparecen en los reversos. Y en el cuchillo de plata que incluye en seis de sus cuadros, donde aparece su nombre, se puede ver también una marca de la ciudad de Amberes. Todos esos datos sugieren que pudo trabajar en esa ciudad, uno de los mayores centros comerciales de Europa.
Actualmente se conocen treinta y nueve cuadros que tienen la firma de Clara Peeters o una inscripción con su nombre, y prácticamente todos son bodegones, uno de los pocos géneros a los que se podían dedicar las mujeres artistas. No era un tipo de pintura demasiado apreciado, aunque el gusto e interés por los bodegones fue creciendo a lo largo del siglo XVII. Su estilo recuerda al de algunos pintores contemporáneos, pero no se sabe con qué pintor pudo formarse.
Además de las firmas o inscripciones con su nombre, en al menos ocho de sus obras Clara Peeters incluyó autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas, una forma de reivindicar con orgullo su condición de pintora.
Historia de las obras
El Museo del Prado posee cuatro bodegones de Clara Peeters, que habitualmente se exponen juntos, y en ocasiones se ha afirmado que formaban una serie, que podría representar los cuatro elementos o las cuatro estaciones, pero no es así.
Dos de esos cuadros, Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas (P-1621) y Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas (P-1619) aparecen citados por primera vez en 1666 en el inventario del Alcázar de Madrid, aunque sin atribución, y en inventarios posteriores, del siglo XVIII, ya se indica que son de Clara Papis [sic]. En 1834 ya están en el Prado.
Los otros dos cuadros, Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre (P-1620) y Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas (P-1622) se citan por vez primera -sin autor- en 1746 en el inventario de los bienes de la reina Isabel de Farnesio en el palacio de La Granja de San Ildefonso, y en el inventario del mismo palacio de 1794 ya aparecen atribuidos a Peeters (Clara Petres). Se citan por primera vez en el Prado en el catálogo de 1854.
El estilo
Tres de los cuatro bodegones de Clara Peeters conservados en el Prado están fechados en 1611 y el cuarto se data también en ese momento porque comparte características formales y estilísticas con ellos.
Todos presentan un punto de vista alto, que permite apreciar una gran variedad de objetos dispuestos sobre la superficie de madera de una mesa o bien sobre un rico mantel de damasco de lino.
En muchos de sus cuadros Clara Peeters incluye objetos o elementos que se repiten con frecuencia en otras obras, pero siempre con ligeras variaciones, desplazamientos o modificaciones que evitan que se trate de repeticiones, porque la originalidad o singularidad era un valor añadido de estas obras y contribuía a aumentar su valor.
La habilidad técnica de la artista se manifiesta en la minuciosidad y detallismo de esas representaciones, en las cuidadas composiciones -donde nada ha quedado al azar-`, en los ligeros ajustes que hace para hacer más creíbles esas imágenes y en su virtuosismo técnico, que se aprecia especialmente en los reflejos de las piezas de vidrio y metal, en las que a menudo incluye su propia imagen, a modo de sutil y fascinante firma.
La iconografía. I. Los alimentos
Los cuatro bodegones de Clara Peeters que se conservan en el Prado muestran una gran variedad de alimentos e ilustran perfectamente el tipo de alimentación de la sociedad flamenca de principios del siglo XVII.
A modo de ejemplo, encontramos diversos tipos de peces de río, entre ellos lucios y carpas, que eran muy consumidos por el carácter costero de la región y la abundancia de ríos y lagos, y también por las restricciones religiosas al consumo de carne en determinadas épocas del año o días de la semana. También vemos gambas y cangrejos.
Asimismo, incluyó todo tipo de aves, como ánades, gallos, gallinas, becadas, tordos, faisanes, francolines..., algunos todavía con su plumaje, otros desplumados y otros ya asados.
Podemos ver también diversos alimentos preparados como bollos de pan, elaborados pasteles -que podían estar rellenos de carne, pescado o frutas-, rosquillas, pretzels...
En estos bodegones -y en el resto de su producción- Peeters incluyó también productos importados de otros países, como vino -tinto y blanco-, aceitunas, frutos secos, naranjas y sal.
La iconografía. II. La vajilla
Aunque algunos de los alimentos que Clara Peeters incluye en sus bodegones están directamente dispuestos sobre la superficie de la mesa -o mantel en uno de los casos-, la mayor parte de ellos aparecen colocados sobre platos de cerámica y peltre, fuentes de madera y cestas de mimbre. También sobre piezas importadas, como un frutero bianchi di Faenza, un tipo de loza fabricada en Faenza (Italia) a finales del siglo XVI, o platos de porcelana kraak, importada desde China.
Peeters también introduce en sus bodegones copas façon de Venise, fabricadas en Amberes imitando las piezas que se hacían en Venecia, vasos roemer, de color verde, que eran importados de Alemania o fabricados en los Países Bajos, y jarras de loza también importadas de Alemania, de la región del Rin.
Encontramos también tazas o salvas con pie y copas doradas ricamente decoradas, que se empleaban para servir fruta y dulces y, fundamentalmente, para beber vino. Algunas pudieron haber sido realizadas en la ciudad de Amberes, pero muchas eran piezas importadas del sur de Alemania, posiblemente de Núremberg.
Por último, cabe señalar también los cuchillos de plata que la artista introdujo en varias de sus obras -incluyendo uno de los bodegones del Prado-, colocando en ellos su firma. Quizás era de su propiedad, lo que sugiere que pudo estar casada, ya que ese tipo de piezas eran habitualmente regalos de esponsales.
Otras mujeres pintoras
Aunque la lista no es demasiado extensa, debemos citar a otras mujeres que pudieron dedicarse profesionalmente a la pintura en época de Clara Peeters o unos años antes.
Varias de ellas fueron hijas de pintores, lo que facilitaba su acceso a una formación que normalmente se hacía en el taller de un maestro durante varios años, residiendo en su casa, y eso no era fácil para una joven.
La primera mujer artista documentada en Flandes y una de las primeras en Europa fue Catharina van Hemessen (1527/28-1560), hija del pintor de Amberes Jan Sanders van Hemessen, con quien pudo formarse. La mayor parte de las escasas obras suyas que conocemos son retratos.
También practicó asiduamente el retrato Sofonisba Anguissola (h. 1532-1625), perteneciente a una familia noble de Cremona, lo que le permitió tener una completa formación. Fue dama de honor de Isabel de Valois, tercera mujer del rey Felipe II de España, y de su hija la infanta Isabel Clara Eugenia, a quienes retrató, aunque nunca recibió un salario como pintora. De ella conocemos numerosos autorretratos, un modo de mostrar orgullosa su condición de pintora, como hizo también Clara Peeters al incluir su imagen reflejada en varias de sus obras.
Más cercana en el tiempo a Clara Peeters es Artemisia Gentileschi (1593-h. 1656), hija del famoso pintor Orazio Gentileschi y una de las mujeres pintoras más reconocidas al inicio de la Edad Moderna. Gracias a su formación en el taller paterno no tuvo que limitarse a pintar bodegones y pudo hacer también retratos, pinturas religiosas y escenas mitológicas.