La responsabilidad y la libertad son dos de los valores más importantes para todos los niños y adolescentes. Por esto, deben ser inculcados como parte de su desarrollo educativo. Ambos están relacionados con la formación de la autonomía, que le permite al estudiante obtener las capacidades necesarias para enfrentar los retos del mundo actual por sí mismo.

“La autonomía no solo les permite valerse por sí mismos para desenvolverse en su entorno sino que también les da la capacidad de ser responsables a nivel personal y social. Un niño autónomo asume la responsabilidad de sus actos y acata las consecuencias de sus propias decisiones”, explica Ricardo Zevallos, especialista de Ediciones Corefo.

Esto es especialmente importante para este año escolar, pues -en el corto plazo- las clases a distancia continuarán y esta modalidad depende mucho del compromiso del estudiante y de su capacidad de adaptación. Para esto, el especialista de Ediciones Corefo, brinda las siguientes recomendaciones a los padres de familia.

Tareas a su medida.

La autonomía se demuestra en distintos ámbitos y a lo largo de toda la vida. Sin embargo, esta se trabaja de diferentes modos dependiendo de la edad del niño(a). Por ejemplo, un pequeño de inicial o de los primeros grados de primaria, puede empezar por ocuparse de su propia higiene, elegir su ropa o limpiar su habitación, sin necesidad de que su padre o madre se lo recuerden. Para un adolescente de los últimos grados de secundaria, implica en cambio, organizar de manera eficiente su horario, desarrollar técnicas propias de estudio o tener la iniciativa de investigar carreras o universidades.

Fomentar distintos intereses.

Realizar actividades adicionales a las clases escolares es una excelente manera de que el niño o adolescente aprenda la importancia de organizar su tiempo y, a la vez, desarrolle capacidades distintas que le permitirán enfrentar desafíos a futuro. Esto va desde el aprendizaje de un nuevo idioma que no se encuentra en la currícula escolar, hasta habilidades digitales necesarias para profesionales del futuro, como la programación.

Desarrollar competencias interpersonales.

Las habilidades blandas son tan importantes como los conocimientos adquiridos. Un adulto autónomo es capaz de respetar a los demás, expresarse de manera apropiada, dar una opinión contraria sin faltar el respeto, demostrar empatía y ser confiable. Todas estas virtudes le permitirán al niño o adolescente desenvolverse a lo largo de su vida.

Hacer tareas en el hogar.

Un adulto independiente se forma desde la infancia. Cualquier niño puede realizar -no ayudar, sino llevarlas a cabo- tareas domésticas que van desde barrer, limpiar, lavar platos o hacer preparaciones simples en la cocina que no impliquen fuego o cuchillos. Así, cuando se independice, estas tareas serán cotidianas y no dependerá de otra persona para realizarlas. Esta es también una manera de formar su carácter.

Demostrar amor.

Esto es algo que padres y madres deben tener siempre en cuenta. Una persona independiente y autónoma es también una persona con una salud emocional estable, capaz de demostrar sus sentimientos a su entorno de manera sana. Esto solo es posible si ha crecido en un ambiente amoroso, con una familia que se ha preocupado por él o ella y lo ha motivado a mejorar siempre.

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