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Eivissa, el paraíso con peor renombre
Macià BLÁZQUEZ SALOM
Departament de Ciències de la Terra – Universitat de les Illes Balears
E-mail: mblazquez@ uib.es
Introducción
Eivissa es un referente mítico de liberación
desinhibida que sirve a un amplio espectro de inquietudes, desde la espiritualidad austera que se refugia del
progreso hasta el narcoturismo escapista. El mismo mito
permite acogerse a la coartada de la libertad individual
para promover la especulación urbanística más salvaje,
sin prestar atención siquiera a la inedificabilidad de los
espacios naturales, que se establece en el resto de las
Illes Balears. Este liberalismo secular contribuye a formas extremas de capitalismo, con la construcción de
paisajes urbanísticos caóticos que se han ganado la peor
fama, aunque quizás injustificadamente si se los compara con algunas comarcas de Mallorca o del levante
peninsular.
La aproximación geográfica que proponemos
enraíza en aspectos de su geografía histórica, de la que
destaca en la actualidad la huella del turismo. De la autarquía rural ibicenca deviene el individualismo que
potencia el minifundismo y el hábitat disperso. Hoy día,
el ancestral caciquismo es urbanístico y especulativo,
con alguna figura extemporánea como la del polifacético Abel Matutes Juan, poliempresario y político.
Ibiza se caracteriza por «La rapidez del paso de la
economía agraria a la turística sin cojín industrial, la
nula ordenación urbanística y la familiaridad de las
corruptelas…» (Buades, 2004: 174).
Los antecedentes en la construcción social
del territorio
La geografía es herencia de las relaciones entre
el hombre y el medio en el pasado, por eso «la geografía, en cualesquiera de sus ramas debe ser una ciencia
genética, registrar orígenes y procesos» (Sauer, 1942:
352). Un medio insular aun acentúa más la impronta de
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la mano de la humanidad en la construcción social de
un espacio que debe cubrir todas sus necesidades esenciales. Los principales elementos definitorios de ese
carácter se apuntan a continuación, como un intento
de aportar los elementos explicativos de la geografía de
Eivissa.
La riqueza del paisaje natural
El medio natural impone condiciones de aridez
durante siete meses al año, con un balance anual deficitario de 474 mm (dado que la precipitaciones anuales
medias en Vila de Eivissa son 408 mm, mientras la
evapotranspiración potencial es de 882 mm). La temperatura media anual es de 17’5 º C, con la media del mes
más frío de 11’1º Cy 25’2º Cdel mes más cálido. La máxima absoluta registrada es de 32’8º Cy la mínima absoluta de 1’5º C (http:/ / www.globalbioclimatics.org/ ). Las
precipitaciones equinocciales suelen ser torrenciales, con
hasta 200 mm en menos de 24 horas (Guijarro, 1984). El
substrato es predominantemente calcáreo, de origen
sedimentario marino y estructurado entre el Eoceno y el
Mioceno, entre 65 y 25 millones de años atrás. Su erosión cárstica da lugar a la presencia de estructuras de
disolución, como el lapiaz o los poljés de Corona (3
km2) y de Albarca (2 km2). Los sedimentos detríticos
postorogénicos definen los paisajes del llano.
Los paisajes vegetales están dominados por frondosos pinares de Pinus halepensis, con savina, Juniperus
phoenicea var. lycia, que cubren matorrales de romero,
Rosmarinus officinalis, brezo, Erica multiflora, tomillo,
Teucrium polium subsp. capitatum, jara, Cistus albidus,
lastón, Brachypodium sp., lentisco, Pistacia lentiscos,
enebro, Juniperus oxycedrus y otras muchas. Otras comunidades vegetales menos extensas ocupan humedales,
bosques de ribera, pastizales y maquias sin arbolado. El
encinar se considera ausente como formación forestal
(debido a que las precipitaciones anuales no alcanzan
los 500 mm), pese a que se encuentran algunos rodales
de carrasca, Quercus ilex subsp. ballota. 22 especies de
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
flora son endémicas de Eivissa, a las que se añaden 75
subareales, de ámbitos geográficos más extensos (Alomar,
2001: 64).
Las aves, que prácticamente monopolizaban la
fauna prehumana, son especialmente abundantes en el
ecotono litoral, de donde fueron incluso una importante fuente de alimentación humana: pardela pinocheta
balear, Puffinus mauretanicus, pardela balear, Calonectris
diomedea diomedea, cormorán moñudo, Phalacrocorax
aristotelis, gaviota argéntea, Larus michahellis, gaviota
de audouin, Larus audouinii y halcón de Eleonor, Falco
eleonorae (Mayol, 1984: 671). Sus migraciones toman
las islas como estación de reposo y avituallamiento entre Europa y África. La nidificación la realizan en Eivissa
67 especies de aves (Cardona, et al. 2004).
Otros vertebrados de interés especial o en peligro de exitinción son: la foca monje, Monachus
monachus, que fue exterminada de las costas ibicencas
a principios del siglo XX y se encuentra entre las especies en mayor peligro de extinción (su población se estima entre 320 y 475 ejemplares); las lagartijas, Podarcis
pityusensis, con numerosas subespecies en los islotes
que rodean las Pitiusas; y el lirón careto, Eliomys
quercinus, adoptado como emblema del movimiento
conservacionista ibicenco, por su reciente desaparición
de esta isla. El 99 % de los endemismos animales (230
en total para Balears) son invertebrados (Alcover, Llabrés
y Moragues, 2001: 22), más abundantes en las cumbres,
el litoral y las cuevas.
Las salinas
Las marismas ibicencas posibilitaron la recolección prehistórica de sal en su primera línea de costa por
la evaporación natural del agua salada aportada por los
temporales. Sus usos era la salazón de pescado y carne,
así como complementar la dieta del ganado rumiante.
Su explotación para la exportación se documenta a partir de la época andalusí, siglo XII, con destino al norte
de África. La conquista catalana de la isla, 1235, también documenta la importancia de estas salinas. Antoni
Ferrer Abárzuza (2003) plantea que la explotación de las
salinas con mano de obra asalariada o esclava no fue
rentable, debido a la extrema estacionalidad de su cosecha: «... después de la conquista catalana, los feudales que la protagonizaron puede ser que intentasen un
sistema de explotación de las salinas mediante una parte de mano de obra asalariada y una parte de esclavos,
que no llegó a funcionar. La causa de éste fracaso debió
ser la inviabilidad de la fórmula: mantener esclavos todo
el año para trabajar dos o tres meses durante la recolección y falta de mano de obra asalariada» (2003: 20).
Esta situación se resolvió cuando los señores de
la isla –en 1261, Guillem de Montgrí y el infante Jaume
de Mallorca– cedieron la explotación de las salinas a los
ibicencos, a cambio de un pago anual en efectivo. La
institución encargada de la gestión de este acuerdo fue
la Universitat d’Eivissa, creada oficialmente el año 1299,
Eivissa, el paraíso con peor nombre
y cuya financiación estaba asegurada con la
comercialización de la sal. Por otra parte, el comercio
de la sal servía para que los siervos ibicencos pagasen
sus tributos a la Universitat, encargada de la defensa de
la isla, y a los señores feudales; «La sal proporcionaba
trabajo al agricultor, en verano; era al mismo tiempo la
fuente de ingresos anuales para la misma corporación
municipal» (Vilà, 1961: 194).
Esta organización institucional, productiva y
tributaria se mantuvo hasta la guerra de Sucesión de
1700-1715. Todos los habitantes de la isla se beneficiaban de la cosecha de la sal, establecida mediante
unidades de medida denominadas astes, sorteándose la
asignación de los lotes de las salinas en los que los explotadores realizarían la recolección. Prohombres de la
Universitat arbitraban el proceso. Los patrones de las
embarcaciones que cargaban la sal en los puertos de sa
Sal Rossa i más modernamente en sa Canal, la pagaban
en metálico, repartiéndose el montante entre los explotadores y la institución. Por consiguiente, la sal se utilizaba como moneda de cambio para pagar los tributos
feudales, para cubrir los gastos comunes por mediación
de la Universidad, para avituallar la isla en años de mala
cosecha y para reforzar la economía autárquica de la
payesía: «Gracias a esta faena de sacar la sal, los payeses
conseguían una cantidad de moneda en efectivo más
difícil de obtener por la vía de la comercialización de
sus productos» (Ferrer Abárzuza, 2003: 22). Incluso, tras
Felipe V, «En 1736 se obtuvo la concesión gratuita de
dos fanegas de sal por familia y 2.600 pesos anuales en
FIGURA 1: La explotación salinera artesanal atrajo la atención de
artistas, como el fotógrafo Francesc Català Roca
FUENTE: Francesc Català i Roca, 1950
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especie de sal a la Universidad (Ayuntamiento) de Ibiza, en concepto de limosna» (Pla, 1970: 532). Se intuye
en esta contribución monetaria una razón que ayuda a
explicar la persistencia de sistemas productivos orientados al autoabastecimiento, basados en la segregación
parcelaria y el policultivo.
La explotación de las salinas pasó a manos privadas en 1873. Hoy día producen del orden de 62.000
toneladas anuales (2001), aunque dependiendo mucho
de la benignidad climática: en 2002 sólo se consiguieron 39.000, mientras se consideran fiables registros históricos de en torno a 110.000 ton en 1920 (Torres,
1997: 93). Su escala de magnitud las sitúa a gran distancia de las mayores de España, Torrevieja extrae
1.000.000 de toneladas al año; semejante, en cambio, a
las siguientes en la escala: Braç del Port, en Santa Pola,
que extrae 90.000 y San Pedro del Pinatar, en Murcia
que extrae 75.000; siendo estas las más productivas del
Estado (Torres, 1997: 107). La mayor parte de la producción ibicenca se exporta, con destino a la salazón
de pescado –del orden de 30.000 toneladas al año a
Noruega y Dinamarca– y a evitar la formación de hielo
sobre el asfalto –en Escocia, sobre el orden de 10.000
toneladas al año. Por último, los usos domésticos
(alimentarios y lavanderías), se reparten entre la sucursal de la Salinera en Barcelona (2.000) y la propia isla
(800) (Sánchez, 2003: 39).
Corsarios y contrabandistas
El mar balear es frontera histórica entre África y
Europa, llegando en coyunturas de conflicto a ser de
importancia estratégica, con la división, incluso, de las
Illes Balears a uno y otro lado del frente: desde las guerras púnicas entre Roma y Cartago, hasta la más reciente
división de sus sociedades y ejércitos a favor y en contra del golpe de Estado de 1936 contra la República
española. Esta encrucijada cultural ha superpuesto legados culturales, empezando por la toponimia de
Ibushim, isla de Bes fenicia, a Yebisah árabe, Eivissa
catalana e Ibiza española. En este quicio fronterizo
Eivissa, más que ninguna otra de las islas, se especializó
en la navegación, el comercio, el corsarismo y, posteriormente, el contrabando.
Las murallas de dalt Vila, las iglesias fortificadas,
las torres de vigía y, puede que en cierto sentido, la
dispersión del hábitat rural son vestigios de la amenaza
pirata que acompaña la historia de Eivissa; y aún más en
la vecina Formentera, en la que el flagelo de esta rapiña
y la peste fueron causas del despoblamiento intermitente entre los siglos XIV y XVII. Para destrozos y sa-
FIGURA 2: Decomiso de 3.740 kg de hachís en el puerto de
Eivissa. La operación relacionó a sus promotores con inversiones
inmobiliarias en Eivissa y con mafias de La Calabria
FUENTE: GIST, octubre de 2005
queos, los de 1536 por parte de la flota franco-turca,
con cañoneo de Vila de Eivissa incluido. Finalmente,
«Hartos de ser cautivados, los ibicencos se dedicaron a
cautivar a la morisma» (Pla, 1970: 514). El apogeo del
corsarismo ibicenco, como el mediterráneo en general,
se da en el siglo XVIII, con entre 4 y 5 naves, que ocupaban en torno al 10% de la «población activa» de entonces (Vilàs, 1999b: 335). El negocio del corso se prolongó hasta el siglo XIX, llegando a afamarse el capitán
Antoni Riquer Arabí, por apresar jabeques gibraltareños.
El reconocimiento popular a su figura dio lugar a la creación de su casa museo en Vila de Eivissa (cerrada en la
actualidad), así como a alzar un monumento en el puerto dedicado a los corsarios, iniciado el año 1905. La
experiencia marítima de corsarios y piratas se acomodó
con su conversión a militares (Antoni Riquer Arabí entró a formar parte de la armada española) y comerciantes navales.
La industria naval tuvo momentos de auge durante las guerras europeas, para enriquecimiento del
empresariado naviero, como el armador Abel Matutes
Torres, iniciador de la saga de capitalistas que crearon
la banca local homónima y serán referencia del turismo
insular hasta alcanzar altas responsabilidades políticas
en el estado1 (Cirer, 2002: 14). En 1924, había 13
navieras, mientras en 1909 sólo había 3 (Cirer, 2002:
18).
El contrabando proporcionaba rentas extraordinarias, especialmente en épocas de crisis de la activi-
Abel Matutes Torres promovió la construcción del teatro Pereira ( 1898) y la primera fábrica de producción de energía eléctrica ( 1907) , presidió la Cámara de Comercio
de Eivissa desde su fundación ( 1904) hasta 1911 y creó la empresa Abel Matutes Torres, S.A. ( 1935) como entidad finaciera ( Cirer, 2004) ; fue diputado del partido
Republicano Radical de Alejandro Lerroux –caracterizado por la demagogia obrerista, anticatalanista de centro-derecha–, junto con el también financiero Juan March
Ordinas. Su nieto Abel Matutes Juan fue comisario europeo (1986-1993) y ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español (1996-2000), además de empresario (entre
otras, socio constituyente de Suministros Ibiza S.A. y Fiesta Hoteles, con participaciones mancomunadas con TUI, CAM i Grupo Riu) y miembro de los consejos de
administración de Fomento de Construcciones y Contratas ( 2001-2003) , Banco Santander Central Hispano ( desde 2002) , etc; por todo lo cual, transciende su influencia
a ámbitos internacionales, como por ejemplo participando en la delegación española a la Comisión Trilateral (Cirer y Vilàs, 2004).
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VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
dad económica tradicional. Los intentos de control por
parte de los poderes públicos chocaban con la connivencia de la población, que apoyaba a los contrabandistas. El género de contrabando por antonomasia ha
sido el tabaco; aunque, según las necesidades del momento, se comerciaba con ropa, azúcar, café, harina,
legumbres, chocolate, etc. El estraperlo abundó con el
racionamiento que sucedió a la Guerra Civil, durante los
decenios de miseria en que el franquismo prolongó la
posguerra. El boom turístico potencia el trasvase de
capital, «… las personas que habían hecho fortuna con
el contrabando mudaron de negocio cuando se dieron
las condiciones adecuadas para dedicarse, por ejemplo
a la industria del turismo.» (Vilàs, 1999a: 286).
Hoy en día, el consumismo más escapista mantiene la tónica del contrabando en Eivissa, para el
narcotráfico (figura 2), ligado al turismo juvenil, especialmente británico y discotequero.
La casa, centro del individualismo autárquico
La unidad familiar payesa ibicenca preserva su
individualismo en la vivienda, el casament, en torno a la
cocina y al porxo –su estancia más amplia, abierta e iluminada, zaguán, almacén y sala de estar (figura 3). Sus
elementos constituyentes son estancias cúbicas, de cubiertas planas y pocos huecos al exterior, singularmente
pequeñas. El casament se ubica en la parcela agrícola,
generalmente en régimen de propiedad; el 91% de la
tenencia de la tierra era de explotación directa, según
el censo agrario de 1972 (Vilà y Vallés, 1979: 363).
Sólo los regadíos –Pla de Vila, Santa Eulalia, Portmany y
Blanzat– se mantuvieron en manos de propietarios residentes en la ciudad de Eivissa, que los explotaban con
mayoral (Ferrer, 1998: 19). Así se forman paisajes de
poblamiento disperso y explotaciones autárquicas
monocelulares, cuyo núcleo es la edificación. La casa
crece paulatinamente por adición de nuevos módulos –
cases–, en función de las necesidades familiares. La casa
y sus habitantes recibían un mismo nombre popular o
FIGURA 3: El casament
Fuente: archivo GIST, 1994
Eivissa, el paraíso con peor nombre
«mote». Esta forma de vida se relaciona con la «forja del
carácter ibicenco, ese espíritu, tan admirado, de individualismo, independencia, suficiencia y recelo de los
gobiernos» (Davies y Manonelles, 2002: 146).
El trato a los herederos es más ecuánime que en
otras regiones de la antigua corona catalano-aragonesa. Al margen de la herencia del primogénito, l’hereu,
los otros hijos e hijas se reparten la legítima –con derecho a que ésta sea en bienes–, correspondiente a un
tercio del patrimonio a repartir si son menos de cuatro,
y hasta su mitad si son cinco o más. Este fraccionamiento se prohíbe en unidades inferiores a 2 hectáreas
en secano y a 1 hectárea en regadío (Joachim y Rotthier,
1991: 43). Así se asegura mejor la rentabilidad de la
segregación minifundista, en caso de que ésta dé lugar
a la formación de un nuevo núcleo, que se denomina
casament en relación a su aparición a partir de un enlace matrimonial.
La casa crece a la medida de la evolución familiar, como la célula principal de solidaridad comunitaria. Lina Sansano (2004: 94) explica la casa por su dimensión familiar, con el porxo para el uso público en
fiestas, velatorios o el noviazgo, la cocina para el uso
familiar y el restringido y privado de las cases de dormir.
Otros elementos añadidos respondían a funciones agrícolas y ganaderas. Su sencillez es utilitarista, sin ornato. Los terrados llanos se construyen sobre un envigado
de troncos de savina, cubierto de cañizo, arcilla y alga
(restos de la planta marina Posidonia oceanica que los
temporales acumulan en la costa), para recoger el agua
de lluvia que alimenta la cisterna. Las paredes exteriores
son de mampostería y obra en piedra viva encaladas,
con puertas y ventanas mínimas para preservar la temperatura interior.
El cortejo para el noviazgo, en la sociedad payesa
preturística, se basa en una tradición popular, estrechamente relacionada con el poblamiento disperso. Su
renombre se debe a lo complicado de organizar el tiempo y el espacio en una labor tan delicada, y complicada
por ende por la lejanía y lo expuesto del poblamiento.
«En el campo no hay paseos, ni casinos, ni salas de
baile. Será sobretodo en la casa de la chica –de las chicas, si son algunas hermanas– donde se deberá celebrar
la reunión. Pero los jóvenes ibicencos –lo dice la gente
y podría ser verdad– son fogosos, quisquillosos y pendencieros; incluso eran amigos de las armas –herencia
de los tiempos en que tenían que defenderse de los piratas» (Villangómez, 1957: 56). «Las muchachas empiezan a recibir desde los catorce; los jóvenes van al festeig
desde los dieciséis. La sensatez no puede ser grande»
(Pla, 1970: 546). El caldo de cultivo está servido para
la más reñida de las competiciones, que daría lugar a
ciertas historias de enfrentamientos sangrientos, rayando en la explotación de tópicos escabrosos y sensacionalistas, como es el caso de la novela de Vicente Blasco
Ibáñez: «El amor, sólo el amor empujaba los hombres a
matarse. Los rústicos caballeros eran apasionados en sus
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predilecciones y fatales en sus celos, como héroes de
novela» (1919: 162). El caso es que para asegurar una
cierta intimidad en el cortejo, los pretendientes se turnaban en la compañía de la mereciente, mediante reuniones, « ...reglamentadas, pero con una estricta justicia distributiva del tiempo, que llega a dividir lo que
dura el camino de la iglesia a la casa» (Villangómez,
1957: 57).
La escasa hospitalidad del medio tiene como consecuencia su baja rentabilidad agrícola. Con pocos excedentes con los que comerciar (carbón, resina, higos
secos, almendras, miel...) y con la monetarización exterior, para la adquisición de los escasos recursos de importación, resuelta a través de la explotación y venta
«socializada» de sal, el minifundismo apoya la explotación autárquica, y por consiguiente muy diversa: «El
objetivo principal [del policultivo] es la obtención del
proveimiento anual para hacer posible la subsistencia
familiar» (Vallés, 1995: 18). Este equilibrio se mantenía
con una base económica propia y poca densidad demo-
gráfica, en una escala de sostenibilidad, por ejemplo en
la relativa riqueza de agua mediante su gestión primorosa.
Entendemos que contribuía también a la dispersión del poblamiento la dificultosa defensa de los núcleos urbanos frente al pillaje marítimo –intenso hasta
la conquista francesa de Argelia, en 1830–, la limitación de cursos o fuentes de aprovisionamiento de agua,
que se resuelve individualmente con aljibes y cisternas,
y la intención de eludir el control institucional, feudal,
urbano o parroquial. Este mismo tipo de hábitat, de
poblamiento precristiano histórico común, une el sur
del levante peninsular y el Rif amazic (berber).
La solidaridad vecinal se basa en la vénda (figura
4), que agrupa un conjunto de casas próximas, apoyándose en las faenas extraordinarias y resolviendo sus necesidades mediante el intercambio (Ferrer, 1998: 19).
Josep Antoni Prats i Serra (2001: 94) liga su existencia
a la repartición comunitaria de faenas por turnos. La
proximidad imprescindible del vecindario de la vénda
FIGURA 4: Mapa de véndes de Eivissa
Fuente: Josep Antoni Prats y José F. Soriano Segura
242
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
servía también para promover la extensión de las propiedades rústicas mediante la formación de matrimonios entre sus componentes, compensando su fragmentación por herencia.
La Corona española, vencedora de la guerra de
Sucesión, el 1715, no sólo expropió las salinas, sino
que introdujo el control institucional estatal, con el
apoyo eclesiástico. Ernest Prats i García (2001: 103)
presenta la conquista española como el primer intento
de transformación del mundo rural ibicenco. La dispersión rural de la población se relacionó con su «desidia»,
contra la cual se promovió el fomento de la producción,
mediante la extensión de los cultivos, la introducción
del cultivo extensivo de almendros y algarrobos, el fomento de las exportaciones, la mejora de la red de caminos y el intento de concentrar a la población en pueblos. Así se consiguió ampliar la monetarización, a medida que «la economía de mercado iba ganando posiciones a la mera subsistencia.» (Ferrer, 1998, p 22). La
llegada del primer obispo de Ibiza, Manuel Abad y Lasierra
(1784) introduce la agrupación de las véndes en parroquias, 18 en torno a su respectiva iglesia provista de un
porche para la realización de asambleas locales, y comunicadas por los camins de missa. El Comisionado, Alcalde
de Real Casa y Corte, Miquel Gaietà Soler, apoyó esta
labor –con arreglo al Plan de Agricultura– constituyéndolas en ayuntamientos, dotándolos de «seis cirujanos»
(Macabich, 1965). Ésta nueva unidad administrativa es
la de mayor arraigo en la actualidad, con sentimiento
de pertenencia patronímica a un «pueblo», mayor que
para con los 5 municipios de introducción decimonónica
(1833).
Debemos relacionar este intento de reorganización socio-económica con la oleada general de modernización de la Ilustración y el Estado Liberal, «al tiempo
que se aumenta el control social que se ejercía desde
lugares de poder» (Prats, 2001: 88); «... en épocas posteriores el Gobierno central afrontó obstáculos considerables al intentar meter en vereda a la sociedad isleña
para que copiara modalidades de asentamiento rural más
habituales. Al mismo tiempo, los campesinos recibían
con extraordinario recelo cualesquiera intento de
regimentar su vida y durante generaciones siguieron
repitiendo el modelo de casas rurales aisladas.» (Davies
y Manonelles, 2002: 153).
En suma, de aquellas unidades nucleares familiares se ha llegado a la actual demarcación político-administrativa de los cinco municipios: Sant Josep, Sant
Antoni, Sant Joan, Santa Eulàlia y Vila de Eivissa; aunque la originalidad de las formas de poblamiento relacionan cada persona y cada familia con al tierra que
habitan, en un sistema de subconjuntos: la casa, la vénda,
el pueblo y la isla (Prats, 2000: 325).
La industria preturística
Eivissa alcanzó una cierta especialización
preturística a través de la mercantilización de la producción agraria. La ruptura de la autarquía se inició, ya
en el siglo XX, con la exportación de almendra, madera
de pino y algarrobas (Cirer, 2002: 9-10). Los albaricoques, envasados o secos, se exportaban a Inglaterra, a
partir de iniciativas empresariales de las familias Martí
Mayans y Matutes ( Torres, 1999: 116) . Esta
mercantilización agraria se amplía con la producción
ganadera, para la exportación de ovejas y cerdos (Cirer,
2002: 15).
Una sencilla industria textil se emplazó en Vila
de Eivissa, desde 1876 con la fundación de la fábrica de
Can Ventosa, posteriormente especializada en la producción de calcetines y medias de hilo, hasta su cierre
en 1953. Otro taller, singular como el anterior, fue el de
Andrés Llambies, de lencería fina (Torres, 1999: 117118). Por último, los bordados caseros –precedidos por
la manufactura algodonera ya a finales del siglo XIX–,
como actividad femenina de economía sumergida, desplazó su actividad de producción de blusas y pañuelos
a su adaptación turística con la moda Adlib; ésta tuvo
su auge a partir de 1971 con la inauguración de la Primera Semana de la Moda Adlib –llegando a ocupar hasta
2.500 trabajadoras (Cirer, 2002: 45)–, que pese a sufrir
una crisis en 1983 (Torres, 1999: 119-120), tiene continuidad hasta nuestros días.
Esta primera industrialización se acompasa con
la construcción de la primera central eléctrica, en 1907
(en Vila de Eivissa, propiedad de la omnipresente familia Matutes), y las obras de mejora del puerto, que permiten el amarre, en lugar del fondeo, de embarcaciones,
por iniciativa de la Cámara de Comercio que se constituye en 1903.
La funcionalización turística
La apuesta europea por la elevación del bienestar y el consumismo de las clases medias, con el turismo
rutinario entre otras prebendas2, arranca Eivissa de la
«antigüedad viva», para introducirla en la senda del crecimiento y la insostenibilidad, como periferia de placer.
El flujo migratorio invierte el sentido en respuesta
a la nueva demanda de mano de obra, impulsada por el
auge del capitalismo turístico, que se aprovecha, paradójicamente, del mito de la rebeldía hippie.
Medio por el cual el denominado «programa liberal» neutraliza las reclamaciones de las «clases peligrosas» (Wallerstein, 1996: 74), al aumentar sus ingresos y su capacidad
de compra; a lo que se añade el sufragio universal y el estímulo del sentimiento identitario.
2
Eivissa, el paraíso con peor nombre
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De la miseria a ser tierra de promisión
La trayectoria demográfica de Eivissa en el inicio
del siglo XXes la de mayor crecimiento de entre las Illes
Balears, en torno al 1,6% anual; aunque también de gran
flujo emigratorio hacia Cuba, Argentina y Uruguay (Cirer,
2002: 21-22). Las crisis económicas de 1929, y bélica y
represiva desde 1936 quiebran la prosperidad inicial de
Eivissa, arrastrándola a la miseria. El tráfico comercial
(exportación de sal y almendras e importación de abono) no se recupera hasta finales de los años 1940. «La
destructiva política autárquica de la posguerra, que
aplicaba los criterios de intendencia militar a la economía de todo el país, condenaba a los habitantes de las
islas al hambre…» (Cirer, 2002: 29). Cerrada la emigración al extranjero, su flujo se dirige a la vecina Mallorca. Entre 1950 y 1960, la tasa demográfica es negativa
en 973 habitantes.
Tras la posguerra, los años 1950 son de recuperación agrícola, mayor a partir de la exportación de patatas a Gran Bretaña, en auge hasta los años 1970, momento en que la agricultura desaparece como actividad
económica relevante. La incorporación de maquinaria a
la explotación salinera, agrícola y forestal, libera mano
de obra, que será absorbida por el turismo y la construcción. La prosperidad económica y demográfica propia se recupera tras superar la represión y el aislamiento
franquistas.
Entre 1960 y 1970 la población crece del orden
del 31%, concentrándose en los polos turísticos emergentes, Eivissa y Sant Antoni; alterando la pauta del
hábitat disperso, que pasa entre esas mismas fechas del
73% al 54% en el municipio de Sant Antoni (Vallés,
1973: 9), como caso más acentuado de una pauta cada
vez más extendida. «El hábitat, antes disperso, se va
agrupando en torno a los núcleos tradicionales de población o de los nuevos sectores turísticos. En ello puede verse el cambio de estructura económica: antes, la
dedicación a la agricultura hacía que se viviera cerca de
las tierras que había que atender y en cuyo centro se
construía la vivienda; ahora, la dedicación preferente a
actividades terciarias y secundarias, aun sin suprimir la
atención a la tierra, hace buscar la vecindad de los centros de población» (Valles, 1973: 12).
A partir de 1960, la fuerte inmigración marcará
el aumento de la población ibicenca. El balance migratorio salda un incremento de 24.312 habitantes entre
1960 y 1991. La vertebración social se resiente por la
escasa integración de los nuevos contingentes, empezando por el acusado descenso del uso de la lengua catalana, que llega a ser de uso preferente para sólo el 3%
de una muestra encuestada en 1992 (Joan, 1999: 110).
Eivissa dejó de ser tierra de miseria y emigración, para convertirse en tierra de promisión, con puestos de trabajo abundantes y salarios engañosamente
3
atractivos3, caracterizados por la denominada «flexibilidad negativa», tendente a la ocupación de baja cualificación, escasa formación, bajos costes salariales, negociación segmentada y control autoritario del trabajo
(Riutort, B y Valdivielso, J, 2004).
El turismo, de la isla Blanca al narcoturismo
En 1932 se inauguró el primer hotel, Hotel España, en Eivissa (Cirer, 2002: 20). Hasta entonces, sólo
había entre 10 y 11 fondas en toda la isla (Buades,
2004: 81). Además, «... en 1932, empezaron a construirse en la isla tres hoteles: el Hotel Buenavista, en
Santa Eulalia; el Grand Hotel (actualmente Hotel
Montesol), en la ciudad de Ibiza; y el Hotel Portmany,
en San Antonio. Los tres fueron inaugurados en la primavera y verano de 1933.» (Valero, 2001: 185). El
prototurismo se decanta por la Badia de Portmany, «San
Antonio se convirtió en aquellos años [1932] en el centro turístico más importante de la isla y, según Walther
Spelbrink, no sólo por contar con dos magníficas fondas –difíciles de encontrar en cualquier otra parte, incluso en la capital–, sino también por ser el único lugar
de Ibiza en el que no había ‘plagas de mosquitos’» (Valero,
2001: 61).
Sólo cuatro hoteles ibicencos resistieron irregularmente el transcurso de la Guerra Civil, todos ellos en
Sant Antoni. A partir de 1960 empiezan a llegar vuelos
charter, de precio más económico. Rápidamente, hoteles y pensiones pasan de sumar 1.008 plazas en 1955, a
3.500 en 1960.
El Fomento del Turismo se creó en 1933 (28 años
más tarde que en Mallorca y un año más tarde que en
Menorca), agrupando al empresariado. Su principal objetivo fue presionar para que el Patronato Nacional de
Turismo dedicase más dinero a publicidad, mejora de
las infraestructuras y líneas de transporte y declarase el
Puig des Molins Monumento Nacional (Buades, 2004:
83-84). A partir de 1946, relanza su actividad, con la
presidencia del alcalde fascista César Puget Riquer. En
1950, consigue financiación para adaptar el aeródromo
militar –habilitado el año 1936– al tráfico civil –sin
ayuda de Madrid, ni de Palma–, cambio que no se consigue hasta 1958 (Buades, 2004: 112). César Puget participó de las reuniones del lobby turístico Asamblea
Turística de Mallorca, institucionalizado con el apoyo
fascista en 1951, antes de la creación del propio Ministerio de Información y Turismo (Buades, 2004: 128132). En 1966, el aeropuerto recibió la calificación de
internacional, evitando así la escala aduanera en Palma.
Esta independencia supuso también la ampliación portuaria para permitir la recarga de combustible en Eivissa.
El puerto de Vila de Eivissa ya acogía servicios directos
extraordinarios de verano con Transmediterránea, desde
1955 y servía al abastecimiento de la nueva central tér-
Según información oral del verano de 2005, un empleo de camarero se remuneró a razón de 150 euros la noche.
244
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
mica de GESA (Gas y Electricidad, S.A.), desde 1957
(Buades, 2004: 170-171).
El gobierno español promueve la liberalización
económica y su incorporación al contexto internacional con el «Plan de Estabilización» del año 1959. Semejante proceso de obertura se caracteriza por el estímulo
del mercado sin restricciones, para el máximo provecho
empresarial. Joan Buades (2005) establece la relación
entre el auge turístico español y los financieros de Franco,
«grandes señores modernos»: March, Alzamora, Matutes,
Nigorra... El franquismo decadente tras la larga posguerra de 20 años alimentó el lucro de sus financieros fieles
a cambio de reflotar la balanza exterior de pagos, captando el máximo de divisas norteamericanas –de donde
se promovió la afluencia de capitales– y manteniendo
«un cuadro fiscal de perfil bajo y opaco para no obstaculizar los beneficios rápidos» (Buades, 2005: 8). Los
mayores beneficiarios del crecimiento económico que
impulsó la turistizacióncultivan el mito de las «sociedades del hambre» y la emigración preturística, distrayendo la atención de la responsabilidad franquista, con su
guerra, represión e ineficacia de gestión (Buades, 2005:
17).
La afluencia turística se quintuplica entre 1960
y 1965, alcanzándose los 100.000 turistas anuales. La
tasa de intensidad turística (turistas por habitante) se
dispara muy por encima de la mallorquina: 2,3 frente a
1,9 (Buades, 2004: 172). Igual lo hace la tasa de crecimiento de la oferta de plazas turísticas, alcanzando el
máximo del 35% anual en el quinquenio 1965-1970, lo
cual supone que cada año se abrían entre 15 y 20 hoteles, de tamaño medio-grande (en torno a una media de
256 plazas por establecimiento) (Cirer, 2002: 41). Este
crecimiento de la capacidad de alojamiento lo monopoliza Sant Antoni. Su financiación procedía
mayoritariamente del avance de efectivo por parte de
los operadores turísticos, a cuenta de su futura ocupación, a 3 ó 4 años vista (Cirer, 2002: 42). Este tipo de
contratos financieros se explican por la fuerte demanda
y presentan la ventaja de dejar las instalaciones en propiedad de los empresarios ibicencos. A excepción de las
familias Matutes Juan y Matutes Tur, el resto de
empresariado tenía procedencia agrícola.
Este paraíso inmobiliario –instalado en la ausencia de ordenación del primer boom turístico– jugaría
un papel vital para equilibrar la balanza exterior de pagos española, por su aportación de divisas (Buades,
2004: 139), como principal recompensa en nuestra
reintroducción a la dinámica autoexpansiva de la economía capitalista, tras la larga posguerra de autoimpuesta
autarquía.
Tanto la explotación turística como la construcción demandaron grandes cantidades de mano de obra,
sin exigencias de calificación, procedentes de la payesía
4
ibicenca o del sur español, en condiciones laborales y
de alojamiento duras y precarias. Su alojamiento impulsó, indirectamente, más construcciones en barrios de
ensanche urbano. Ya en este primer momento, hubo quien
percibiese que «La isla desborda, materialmente», por la
expansión del «universo turístico» (Porcel, 1968: 38).
La crisis económica de 1973 supuso la caída de la ocupación turística, que no se recuperaría hasta 1978. La
transición democrática permitiría la articulación legal
de las organizaciones de patronos y trabajadores y, en
consonancia, se fundan la asociación empresarial en la
Federación Empresarial Hotelera en 1978 y la Federación de la Pequeña y la Mediana Empresa de los sectores
de oferta complementaria.
Tras la crisis, la recuperación económica se relanza
con la incorporación de un nuevo producto de mercado, los apartamentos, en la ampliación del mercado que
se denominó el segundo boom turístico. La creación de
plazas hoteleras se estanca; mientras el primer boom
supuso incrementar en un 733% las plazas hoteleras de
1964 (cuando sólo había 3.391), con el segundo boom
(hasta 1991), las plazas hoteleras sólo crecen un 59%.
Mientras, las plazas de apartamentos aumentan en un
114% entre 1980 y 1991 (a partir de las 13.660 plazas
existentes en 1980) (Cirer, 2001: 78-79). La afluencia
turística vuelve a crecer a un ritmo de 50.000 visitantes más al año. Este nuevo producto, los apartamentos,
tenía menor regulación legal y se les exigía menos calidad que a los hoteles. También esta nueva oferta la emprenden pequeñas familias empresariales ibicencas, asumiendo la construcción de pequeños bloques de hasta
30 apartamentos (hasta 100 plazas), gestionables con
poca mano de obra asalariada (Cirer, 2002: 48). Su división en propiedad horizontal también posibilitó la financiación fraccionada, con pequeños inversionistas.
Hasta finales de los años 1980, no aparece la primera
legislación autonómica que reguló su calidad4, con un
mínimo de superficie de solar por cada plaza de 60m2. El
nombre del Conseller de Turismo que promovió su regularización, dio nombre al «efecto Cladera» (Rullan, 1999:
417), consistente en la aceleración de los proyectos en
curso, tras el anuncio de la nueva norma, a fin de evitar
tener que someterse a ella. La inversión financiera en
este sector posibilita la ocultación fiscal (Cirer, 2001:
80), a lo que se añade su comercialización ilegal en una
proporción que se estima del 50% de la oferta total de
alojamiento (Cirer, 2001: 86), mayoritariamente concentrada en el sector de apartamentos.
La recesión económica de fines de la década de
1980 y comienzos de 1990 afectó Eivissa, produciéndose una disminución acusada del gasto turístico y de
la estancia media entre 1989 y 1992. Entre sus causas
cabe apuntar la revalorización de la peseta, la subida de
los precios más acusada en España, las crisis económi-
Ley 7/1988, de 1 de abril, de medidas transitorias de ordenación de establecimientos hoteleros y de alojamiento turístico ( BOCAIB de 25 de julio de 1988) .
Eivissa, el paraíso con peor nombre
245
cas británica –lugar de procedencia del 50% de la demanda, inmersa en el Thatcherismo senil– y alemana –en
su reunificación–, la Primera Guerra del Golfo y la adaptación a las exigencias del mercado único europeo. La
ocupación de la oferta de alojamiento llegó a ser de
sólo la mitad en la temporada alta de 1991, reafirmando
el desajuste por exceso de oferta que provoca la expansión inmobiliaria per se (Méndez, 1999: 142). «El resultado es que, por primera vez, aparecen crecimientos
negativos en la oferta de plazas turísticas: si el año 1991
había 84.936, dos años después sólo había 80.525»
(Cirer, 2001: 82). Con la quiebra de las promotoras,
muchas propiedades inmobiliarias, y en especial apartamentos turísticos de reciente construcción con financiación hipotecaria, fueron embargadas y subastadas por
las financieras. La caída de los precios de los inmuebles
y la concatenación de impagos arrastró gran número de
quiebras de asalariados, autónomos y empresarios (Cirer,
2002: 52).
El año 1993 fue el primero de recuperación, aumentando la afluencia de pasajeros en torno a 100.000
más cada año. A la inversa de lo sucedido hasta entonces, la economía de los países emisores se recuperaba,
la peseta se devaluaba y la Guerra de Yugoslavia reducía
la competencia.
Este relanzamiento económico, del llamado tercer boom (Rullan, 1998: 200), se basa en añadir la
comercialización de viviendas y segundas residencias
para el uso turístico, apartamentos, chalets y casaments
a las modalidades de oferta turística tradicional. En consecuencia, la estancia media se ha acortado progresivamente de 11,7 días en 1989 hasta 8,7 días en 2002
(Blázquez y Murray, 2003). Los hoteles se modernizan y
aumentan de calidad, adaptándose al modelo de «todo
incluido», pero estancándose aparentemente su crecimiento en número de plazas, que sólo es del 13% entre
1990 y 2000 (Cirer, 2001: 79). La capacidad de alojamiento turístico resultante es de 79.864 plazas5, concentradas en los tres nodos del sistema urbano insular y
en la costa meridional de Sant Josep de sa Talaia (figura
5 y tabla 1). Un tercer elemento cambiante es la concentración empresarial, que las favorece en la negociación con los intermediarios de una demanda más ajustada y posibilita su expansión exterior, especialmente
en Centroamérica. Las cuatro principales cadenas hoteleras ibicencas (Doliga, Matursa, Inshotel y Visa) concentran el 78% de las plazas de alojamiento de todas las
cadenas (Méndez, 1999: 146). «Las cuatro mayores empresas (todas ibicencas) controlan el 44% de la oferta
hotelera y el 26 % de la oferta de camas. Sólo una empresa (Doliga) controla el 21% de la oferta hotelera y el
12% de la oferta de camas. Esta cadena es la segunda de
todo Baleares después de la Cadena Sol.» (Méndez, 1999:
147) 6. En este tercer boom, se relanza la construcción,
especialmente de viviendas (Cirer, 2002: 53-54), que se
ofrecen en alquiler a los mercados turísticos a través de
Internet. La edificabilidad del suelo rústico –con licencias unifamiliares sin urbanización previa– se aprovecha para incorporar los chalets resultantes como oferta
de alojamiento turístico de calidad, en un entorno rural
de alto valor patrimonial; al igual que se hace con todo
tipo de oferta de alojamiento de calidad. Estas «viviendas» quedan al margen de la oferta de alojamiento turístico legal; el esclarecimiento de este vacío legal no se
ha resuelto, y se estima acoge entre el 28 y el 33 % de
los turistas que se alojan en Mallorca (GaaT-Integral,
2000: 33). La economía turística continúa basándose
mayoritariamente en la actividad constructiva: «El nivel
de especialización turística es intensísimo… La construcción casi llega al 8%7 de la producción total… El
sector servicios representa el 88% del PIB» (Cirer, 2002:
54). La raigambre pirata continúa con la generalización
de la economía sumergida, especialmente en la contratación irregular de mano de obra, en la comercialización
ilegal de alojamiento turístico y en el blanqueo de dinero negro mediante inversiones inmobiliarias.
Los ritmos de crecimiento de la capacidad de alojamiento residencial son del 3,1% de promedio anual
entre 1997 y 2001. Este tipo de alojamiento representa
el 68% del total (compuesto de residencial y turístico).
En conjunto, la capacidad de alojamiento total alcanza
a 247.000 plazas (2001), mientras el índice de presión
humana –que representa la población flotante media–
es de sólo 146.000, con puntas de hasta 172.000 habitantes, para agosto de 2002 (Blázquez y Murray, 2003).
Es decir, las viviendas construidas en Eivissa excede en
un 44 % la demanda máxima de visitantes y residentes.
FIGURA 5: Distribución de la oferta de alojamiento turístico
FUENTE: Elaboración propia a partir de Conselleria de Turismo, 2000
Dades informatives 2005. El turismo a les Illes Balears. http://www-2.finestraturistica.org/fintur/index.ct.jsp ( consultado en enero de 2006) .
Doliga equivale a la agrupación hotelera Fiesta, que ocupa el tercer lugar de las empresas hoteleras de las illes Balears, en número de habitaciones ( 6.829) , después de
Sol-Melià ( 8.501 habitaciones) y Hotetur ( 7.391 habitaciones) (http://www.alimarket.es/, consultado en enero de 2004) .
7
12 % en 2004 ( Riera, 2005: 197) .
5
6
246
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
Tabla 1. Número de plazas de las principales zonas
turística de Eivissa
Badia de Portmany-Sant Antoni de Portmany
Platja den Bossa
Santa Eulàlia
Eivissa-Ses Figueretes-Puig des Molins
Es Canar
Sant Josep de sa Talaia
Port des Torrent
Platja de Cala Llonga
Portinatx
Talamanca
Cala Gració
Sant Miquel de Balansat
Cala Tarida
Es Figueral
Sant Agustí des Vedrà
Sant Vicent de la Cala
Ses Salines
Sant Carles de Peralta
S’Argamassa
Cala Llenya
Sant Joan de Llabritja
Cala Bassa
Sant Francesc de S’Estany
18.108
11.590
9.221
8.460
6.974
4.500
3.669
3.158
2.933
2.178
1.808
1.550
1.519
952
903
633
402
382
372
322
147
40
16
FUENTE: Elaboración propia a partir de Consellería de Turismo, 2000
El mito
La arquitectura popular ibicenca atrajo ya a principios del siglo XX la atención de arquitectos
vanguardistas –particularmente funcionalistas–, que la
descubrieron como «antigüedad viva» (Valero, 2001:
163) y como ejemplo a seguir. En su búsqueda de la
simplicidad racionalista, interpretan la subsistencia
autárquica ibicenca rural como austeridad: «Esas viviendas rurales nos impresionan por su belleza formal, como
todo lo que es bueno y se ajusta simplemente a su objeto; y a pesar de ser construidas por simples campesinos
comprenden todos los elementos necesarios al hombre
exigente (...). Los campesinos, a pesar de ser analfabetos la mayor parte de ellos, están dotados del sentido
importantísimo de la ‘intuición’, uniendo todas las partes en un conjunto armónico, sabiendo prescindir de
vanidades y ostentaciones» (Broner, 1936). Josep Pla
reivindicó el casament como herencia popular, pero denostó su exportación como «decorativisimo caprichoso»: «El hecho de que ses cases aparezcan como un conjunto de construcciones que se completan, ligadas por
una armónica unidad superior, obedece a una intuición
profunda de esa armonía, intuición amasada en las propias formas mentales y que raramente falla a los ibicencos. A quienes falla es a los arquitectos.» (1970: 536539). Eric Muhle y Tisis König describen un ejemplo de
esta casa como «pesada y orgánica, es a la vez funcional
Eivissa, el paraíso con peor nombre
y tiene gran calidad estética (...). El único embellecimiento, aunque tiene a la vez un fin práctico, es el cuidado blanqueo exterior...». El primitivismo autárquico
de esta casa representa también la libertad individual,
que no por más aclamada que nunca se hecha menos en
falta, reclamando humanidad en la era del progreso tecnológico. Ferdinant Joachim y Philippe Rotthier (1991)
proporcionan un detallado estudio arquitectónico de
este hábitat primitivo con su reflejo antropométrico de
la relación harmónica de la cultura y el entorno, en un
intento de civilizar el provenir a su imagen. «Recurrir a
la tradición favorece a las personas mismas por la autodeterminación de sus necesidades y de sus formas de
vida, permitiendo así, a un nivel individual, de grupo o
de región, una autonomía cultural, económica y energética» (Joachim y Gevers, 2002: 140). Walter Benjamín, filósofo berlinés que huyó del fascismo y del progreso burgués –que le suponía la pérdida del aura con la
modernidad (Valero, 2001: 25)–, se refugió en una de
esas casas ibicencas, en sa punta des Molí de la Badia
de Sant Antoni entre mayo y julio de 1932. Su vivencia
de esa estancia se describe como un «...sueño antiguo.
En diferentes textos nos habla de ella: destaca su ‘sobriedad’ desnuda, la ausencia de cualquier tentación
decorativa –frente a la casa burguesa, llena de detalles
ornamentales e inútiles–; se refiere a ‘su ingeniosa ordenación del espacio (…)’; descubre la ausencia de vidrio, ni siquiera las ventanas lo tienen, lo que permite,
según explica en una carta, poder ver mejor, más limpiamente, el paisaje» (Valero, 2004: 107). Una arquitectura que preserva también el tiempo para el aburrimiento, requisito de la transmisión de la experiencia y
de la creatividad, que apreció en el don de contar historias; «… quien no se aburre no sabe narrar.» (Benjamín, 2005: 42). Lógicamente, la antigüedad viva de la
Eivissa rural y arcádica atrajo a quienes se habían instalado en la modernidad con más convicción: «… un
dadaísta como Haussmann o un joven arquitecto como
Sert. O a un filosofo moderno como Benjamín.» (Valero,
2000: 17).
El grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para
el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC)
se interesó desde su creación (1930) por la arquitectura ibicenca, de la mano especialmente de Josep Lluís
Sert, Raoul Haussmann, Erwin Broner y Germán Rodríguez
Arias –quien proyectaría el paseo marítimo del puerto
de Eivissa en 1959. El estilo ibicenco (ver figura 6) se
instaura por «…su sencillez, su primitivismo y su aire
moderno…» (Costa Ferrer, 1961), en una mezcla de tintes racionalistas y neopopulares. El artista Josep Costa
Ferrer «Picarol» fue pionero de esta exportación de la
arquitectura ibicenca, promoviendo el complejo residencial de Cala d’Or en Santanyí, Mallorca. Josep Costa compró los terrenos en 1933 para desarrollar un pequeño
pueblo de artistas a orillas del mar, con el diseño urbanístico de Felipe Bellini (Seguí Aznar, 2001: 34-55).
Ya en los años 1950, Eivissa se convierte en el
247
FIGURA 6: Estilo ibicenco en Cala
d’Or, Mallorca
Fuente: archivo GIST
emblema y el refugio de la vanguardia hippie –esquiva
del poder, el progreso y el capitalismo–, de la mano de
su vivienda rural arcádica. Incluso su disposición dispersa contribuye: «La ubicación de estas casas, dispersas por toda la isla, les proporcionaba la discreción y la
libertad necesarias para, por ejemplo, tomar drogas y
poner en práctica sus liberales relaciones amorosas.»
(Valero, 2004: 228). Por su mediación se reconstruye la
autarquía payesa en el olvido secular, alejados de cualquier convencionalismo burgués y recobrando el aura
de los objetos artesanos que transmiten experiencia
(Valero, 2001: 102). De esta experiencia nueva del «tiempo» se destila el ocio creativo y la libertad individual.
Ese «mito robinsoniano de la libertad individual y el
aislamiento del mundo» (Valero, 2001: 69), convierte
Eivissa en «…una escala privilegiada en la ruta Tánger,
Katmandú y Nirvana» (Van der Voort, C., citado en Valero,
2004: 92). La película «More», de Barbet Schroeder, entre
otras «convierten a Ibiza en la meta de un viaje iniciático
donde se adquiere la experiencia de una vida alternativa» (Rogenberg, 1990:7). A ese rebufo, se amplía el
espectro de participantes de mayor estatus y esnobismo
glamoroso. Emil Schillinger abrió el hotel «El Corsario»
en Dalt Vila y emprendió la iniciativa de constituir el
grupo artístico «Ibiza 59», formado por artistas entre
los que se encontraba Erwin Broner. Celebridades mundiales de la época coincidían en las terrazas de El Corsario: Onassis, Laurence Oliver, Grace Kelly, Romy Schneider,
Vincent Price... (Planells, 2002: 49). La creación artística no era sólo bohemia; incluso, contribuyó a la promoción institucional franquista con la Bienal de Arte
Internacional de 1964, dedicada a conmemorar el XXV
aniversario de su Victoria (Rodríguez, 2003).
En los círculos vanguardistas, la creación artística se estimulaba mediante el consumo de absenta y
248
hashís, en un entorno soleado y, sobre todo, barato
(Planells, 2001: 41). «El mito internacional de Ibiza,
que tuvo principalmente en el movimiento hippie de los
años sesenta su máximo impulsor y difusor, fue creado
en los años treinta por intelectuales y artistas que hicieron de la isla un espacio alternativo, tal vez un poco
por casualidad, pero un espacio en el que era posible
escribir o pintar libremente, bañarse desnudo, tomar
hachís y, sobre todo, sentirse intérprete de la naturaleza en una especie de Arcadia perdida y felizmente encontrada.» (Valero 2001: 66). Más es así en la España
de la posguerra, «A finales de los años cincuenta, muchos jóvenes españoles desembarcaron en la isla huyendo de la presión social franquista de sus propias familias.» (Valero, 2004: 99).
Hoy día, el peregrinaje turístico busca la jarana
desenfrenada de las discotecas after hours, sin tapujos
al comercio y consumo de derivados anfetamínicos, o la
desinhibición para romper moldes y normalizar las extravagancias. Los denominados «spring breakers» norteamericanos (quinceañeros que se pegan sus primeras
juergas en pandilla en México), tienen su equivalente
europeo en Eivissa, especialmente procedentes de Gran
Bretaña y con destino a Sant Antoni –concentrándose
en el extremo del puerto conocido como el West End, a
semejanza del barrio de ocio nocturno de Londres. Es
ocio que «hace como que», en un simulacro postmoderno
de pastiche evasivo e irreal, de inhibición y renuncia
ante el esfuerzo que implica la utopía: «A menudo, la
utopía ya no es más que un pobre asunto de fin de
semana, pero los resultados son espectaculares. Las drogas de diseño, el chill out y los crepúsculos a la orilla del
mar parecen concentrar hoy todos los elementos del viejo
mito: su decorado teatral.» (Valero, 2004: 33).
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
TABLA 2: Extensión de los municipios ibicencos
Los cambios de uso del suelo
Los municipios ibicencos mantienen una cierta
equidistribución de la extensión total de la isla, a excepción de Vila de Eivissa que tiene su jurisdicción administrativa reducida al entorno inmediato de la ciudad y sus antiguos huertos (tabla 2).
Este primer dato clarifica el distanciamiento de
Vila de Eivissa en términos de variación porcentual del
uso del suelo de artificialización urbana, durante el boom
turístico. Este municipio llega a tener casi la mitad de
su término (46%) artificializado por la urbanización y
las canteras (tabla 3).
Municipio
Eivissa
Sant Antoni
Sant Joan
Sant Josep
Santa Eulàlia
Superficie en km2
10
127
119
159
152
FUENTE: INE
TABLA 3: Cambio de ocupación del suelo municipal de Eivissa
1956
Evissa Vila
Sant Antoni
Santa Eulàlia
Sant Joan
Sant Josep
Eivissa
Artificialización urbana
% sobre ext.
municipal
77,55
100,94
108,18
19,61
58,88
365,16
7,0
0,8
0,7
0,2
0,4
0,6
Artificialización urbana
% sobre ext.
municipal
Agrícola
692,81
7.793,30
10.164,40
5.868,56
8.330,71
32.849,8
%
62,3
61,5
66,5
48,3
53,2
57,8
Forestal
341,22
4.767,56
5.008,92
6.256,48
7.267,34
2.3641,5
%
30,7
37,7
32,8
51,5
46,4
41,6
1973
Evissa Vila
Sant Antoni
Santa Eulàlia
Sant Joan
Sant Josep
Eivissa
265,18
199,35
357,86
40,49
368,38
1.213,30
23,09
1,6
2,3
0,3
2,4
2,2
Agrícola
551,20
7.625,85
9.869,05
5.753,56
8.054,72
31.854,40
%
49,6
60,2
64,6
47,4
51,4
56,0
Forestal
295,20
4.636,60
5.054,56
6.350,60
7.233,83
23.770,8
%
30,7
37,7
32,8
51,5
46,4
41,8
1995
Artificialización urbana
Evissa Vila
Sant Antoni
Santa Eulàlia
Sant Joan
Sant Josep
Eivissa
492,19
419,82
1.007,70
136,56
1.132,10
3.188,30
% sobre ext.
municipal
44,3
3,3
6,6
1,1
7,2
5,6
Agrícola
346,56
7.273,59
9.310,59
5.553,49
7.516,59
30.000,80
%
31,2
57,4
60,9
45,7
48,0
52,8
Forestal
272,83
4.968,39
4.963,22
6.454,63
7.008,23
23.667,30
%
24,5
39,2
32,5
53,1
44,8
41,6
2000
Artificialización urbana
Evissa Vila
Sant Antoni
Santa Eulàlia
Sant Joan
Sant Josep
Eivissa
511,52
460,00
1.028,50
164,05
1.156,20
3.320,30
% sobre ext.
municipal
46,0
3,6
6,7
1,4
7,4
5,8
Agrícola
327,23
7.233,08
9.296,97
5.536,30
7.498,19
29.891,80
%
29,4
57,1
60,8
45,6
47,9
52,6
Forestal
272,83
4.968,72
4.956,00
6.444,30
7.002,55
23.644,40
%
24,5
39,2
32,4
53,1
44,7
41,6
FUENTE: Blázquez y Murray, 2003
Eivissa, el paraíso con peor nombre
249
Los intervalos temporales analizados por Antoni
Pons (2003), detallados a nivel municipal (Blázquez y
Murray, 2003), constatan las oleadas de crecimiento
urbanístico, en extensión de suelo de artificialización
urbana –urbanizado, campos de golf o canteras– de los
tres booms turísticos. En el primer boom, 1956-73,
multiplica por 4 su extensión, destacando el municipio
de Sant Josep, en que lo hace por 6 (500%). El segundo
boom, 1973-95, el de la proliferación de los apartamentos, sigue con el crecimiento del suelo artificializado,
que se multiplica por 2,6 para toda la isla. En cambio, el
breve periodo analizado del tercer boom, 1995-2000,
muestra poca extensión del suelo artificializado, sólo el
3,6% de crecimiento, aunque como hemos visto, sí crece la capacidad de alojamiento residencial, que combina más su uso con la ocupación turística.
El crecimiento demográfico (1991-2001) es del
22 %, inferior a la evolución de la capacidad de alojamiento (1991-2001), que crece en un 26 %. El porcentaje de viviendas desocupadas disminuye (del 51 % en
1991, al 43 % en 20018) (tabla 4). El fuerte incremento
del precio de la vivienda (126 % de 1991 a 2000) contribuye a explicar la deriva de viviendas a usos no residenciales, sean turístico-residenciales o financiero-especulativos.
Sant Josep, tiene el mayor porcentaje de superficie ocupada por la urbanización, tras Vila de Eivissa
por la razón antes mencionada. Su dinámica demográfica también es la más intensa, lo cual se explica por su
extensión costera, desde la Platja den Bossa hasta la
Badia de Portmany, y por su promoción de urbanizaciones turístico-residenciales extensivas (figura 7).
FIGURA 7: El complejo residencial de Cala Molí es un ejemplo de
urbanización extensiva del litoral de Sant Josep. Recientemente,
octubre 2005, se amplió invadiendo un área natural de interés
especial
FUENTE: propaganda en una revista de aerolíneas españolas
TABLA 4: Dinámica demográfica de la vivienda de los municipios ibicencos
Eivissa Vila
Sant Antoni
Santa Eulàlia
Sant Josep
Sant Joan
Total
Viviendas 1991
Viviendas 2001
14.859
19.750
7.805
8.990
13.683
15.778
7.586
10.466
2.516
3.470
46.449
58.454
Población 1991
Población 2001
29.935
34.826
13.558
15.081
15.557
19.808
9.704
14.267
3.555
4.094
72.309
88.076
5.323
6.943
3.715
3.281
8.707
8.444
4.554
5.444
1.344
1.179
23.643
25.291
525
938
429
1.037
357
1.105
574
1.162
488*
1.110
475
1.070
Viviendas no principales 1991
Viviendas no principales 2001
Precio medio de la vivienda 1991
Precio medio de la vivienda 2000
FUENTE: Censos de Población y Viviendas del Instituto Nacional de Estadística y Roca y Roca, 2003.* dato para el año 1993
Según Roca y Roca, 2003, el porcentaje de vivienda no principal en 2000 era del 55 %, con el cual se ratifica el análisis que relaciona su crecimiento con el desarrollo
turístico-residencial del tercer boom.
8
250
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
FIGURA 8: Evolución del suelo urbano, 1956–2000
FUENTE: GIST
Dado que los cinco municipios ibicencos se definen sin un patrón homogéneo9, el mejor análisis que
podemos hacer es el del conjunto de la isla, para la cual
destaca el hecho de que el suelo urbano aumenta aceleradamente entre los años 1956 y 1973, en 866 ha (con
una tasa anual del 7’4%), mientras entre los años 1973
y 2000, aumenta en 2.086 ha (lo que supone una tasa
anual del 3’7%). Este aumento de extensión se hace a
costa de la pérdida de suelo agrícola en mayor medida
que de suelo ocupado por vegetación natural (figura 8).
De diferente extensión y diversidad interna: por un lado Vila de Eivissa es casi sólo ciudad, Sant Antoni y Santa Eulàlia asumen el segundo orden de rango, aunque de
caracter eminentemente turístico, y Sant Josep y Sant Joan son ficticias jurisdicciones sobre el poblamiento disperso y la urbanización turística litoral.
9
Eivissa, el paraíso con peor nombre
251
El sistema de asentamientos resultante
La estructura territorial es fruto, especialmente,
de la superposición del sistema urbano y de las principales infrastructuras de transporte. A continuación se
detallan las características del primero, con la peculiaridad de la edificación de viviendas unifamiliares aisladas –de uso urbano, turístico-residencial– en el suelo
rústico; y las principales infraestructuras de apoyo, para
el transporte (aeropuerto, autopistas y puertos) y de
equipamiento turístico, en el caso de las playas.
El sistema urbano
Eivissa Vila fue la ciudad única de la isla, ligada históricamente a su función administrativa –de sede
del poder–, cercana a las Salinas, a la principal huerta y
con el puerto de enlace con el exterior. El resto de la isla
era un «fragmento perdido de la antigüedad» (Valero,
2004: 24), «…ya que la Antigüedad seguía viva allí,
intacta, en su mundo rural.» (Valero, 2004:26).
En la actualidad, la red urbana de Eivissa pivota
sobre su ciudad primera, Vila de Eivissa. El área funcional de ésta –definida por los desplazamientos diarios
por motivos laborales o de acceso a equipamientos y
servicios, que incluye Platja den Bossa, Jesús, Puig den
Valls y Sant Jordi (figura 9)– acoge a más del 50% de la
población residente (38.000 habitantes10) de la isla. Sant
Antoni y Santa Eulàlia, también como tales áreas funcionales, se reparten otro 20% y 10% (ver figura 8). La
concentración demográfica en las cabeceras es del 75%
en Eivissa, 90% en Sant Antoni y del 50% en Santa
Eulàlia (Plan Territorial Insular d’Eivissa i Formentera,
PTIEF11, memoria: 21-24). La población mantiene un
patrón de distribución diseminado (21%) 12, especial-
FIGURA 9: Evolución del suelo urbano, 1956–2000 en el área funcional de Vila de Eivissa
FUENTE: Archivo GIST
La revisión del padrón municipal, a 1 de enero de 2004, la actualiza a 56.469 hab.
La tramitación del Plan Territorial Insular de Eivissa i Formentera, PTIEF( aprobado por el pleno del Consell de Eivissa i Formentara el 21 de marzo de 2005 i publicado
en el BOIB nº 50, de 31 de marzo de 2005) proporciona memorias que se citan en la bibliografía.
10
11
252
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
mente en los municipios de Sant Joan y de Sant Josep
(73% y 38%) 13 –ratificando su caracterización como
jurisdicciones administrativas sobre el poblamiento disperso y la urbanización turística litoral. La población
activa de Vila de Eivissa se concentra en actividades del
sector servicios (72%) y menor peso de la construcción
(15%) y de la industria (10%). Esta distribución varía
poco en las otras dos cabeceras funcionales.
El poblamiento tradicional es esencialmente disperso, pero la transformación turística ha promovido el
crecimiento intensivo en nuevas áreas urbanas en la
periferia de la ciudad y los núcleos de Sant Antoni y
Santa Eulàlia; así como en la urbanización intensiva del
litoral turístico, especialmente en la costa este (Vallès,
2000: 327). El Avance del PTIEF (Jerarquización y núcleos: 8) identifica 68 núcleos, más allá de las 22 entidades de población censales y de los 5 municipios. Adoptando como unidad de observación el núcleo, el sistema
de asentamientos urbanos mantiene la primacía de Vila
de Eivissa (30.000 hab.) y Sant Antoni (11.000). El
siguiente rango, de entre 5.000 y 10.000 hab., agrupa
la capital funcional restante de Santa Eulàlia, y el núcleo de Sant Jordi de Ses Salines. Éste pertenece al área
funcional de Vila de Eivissa, a medio camino del aeropuerto; acoge urbanizaciones extensivas de chalets como
sa Carroca y el resort turístico de Platja den Bossa, además de población diseminada. El quinto núcleo es Jesús, situado al este de Vila de Eivissa que incluye la
urbanización de Talamanca. Sant Agustí de Vedrà –perteneciente al municipio de Sant Josep– es del mismo
intervalo de rango (1.000-3.000 hab.), e incluye los
núcleos turístico-residenciales de Cala de Bou y Cala
Tarida, en la conurbación de la Badia de Portmany, al
oeste de Sant Antoni. Los restantes 62 núcleos acogen
al 20 % de la población restante14.
Las dos áreas de asentamiento turístico compacto de la isla –las de mayor capacidad de alojamiento al
margen de los principales núcleos urbanos– se sitúan
en torno a Santa Eulàlia –entre Punta Arabí y Cap Roig–
, y al oeste de Sant Antoni –entre Cala Vedella y Cala
Bassa (figura 5). Sus características principales son la
«disposición caótica de las implantaciones turísticas»
y su «alto grado de estacionalidad de la actividad turística» (PTIEF, memoria: 25).
El avance del PTIEFrealiza un análisis multicriterio
del sistema de asentamientos urbanos (Diagnóstico integrado de jerarquización de núcleos: 19-29), para el
que toma los de población mayor a 999 hab. –con algunas excepciones– y analiza combinadamente: su peso
demográfico, su entidad administrativa, la presencia de
equipamientos sanitarios, asistenciales, educativos,
TABLA 5: Jerarquía del sistema de asentamientos urbanos de
Eivissa
Valor del índice global
Eivissa
Sant Antoni
Santa Eulàlia
Sant Josep
Sant Joan
Platja den Bossa
Cala de Bou
Sant Jordi
Puig den Valls
Sa Carroca
22
18
15
9
8
10
10
11
10
7
FUENTE: PTIEF, avance, diagnóstico integrado de jerarquización de
núcleos: 25-26
deportivos, infraestructura viaria y aeroportuaria.
Sus resultados (tabla 5) confirman la polaridad
urbana de Vila de Eivissa, con un índice global de 22,
que domina las vías de comunicación exterior (puerto y
aeropuerto) e interior, vertebrando radialmente la red
viaria básica. El segundo lugar de esta jerarquía urbana
lo ostenta Sant Antoni, a sólo 4 puntos de distancia de
Vila, favorecido por su puerto de pasajeros y mercancías, comunicado regularmente con Dènia y Barcelona.
Su protagonismo turístico, que se remonta al periodo
de entreguerras, y su cercanía a la Vila de Eivissa, contribuyen a su alto nivel urbano. Santa Eulàlia acoge un
centro sanitario y un instituto de enseñanza secundaria, situada en el tercer nivel con 15 puntos.
En el cuarto nivel, con valores inferiores a 12,
destacan las dos cabeceras municipales restantes: Sant
Joan y Sant Josep; que, sin embargo, son superadas en
puntuación por los nuevos núcleos de actividad turística intensiva: Platja den Bossa, conurbada con Eivissa
Vila, y Cala de Bou, conurbada con Sant Antoni. Sant
Jordi, Puig den Valls y sa Carroca son ya barrios de Eivissa
Vila.
Los casaments devienen chalets, favorecidos por la
desprotección del suelo rústico
José Vargas Ponce, en 1783, cifró la dispersión
del hábitat rural en torno a 1.950 casas; el Archiduque
Luis Salvador de Austria, hacia 1860, en 3.330; y Joan
Vilà, en 1960, lo hizo en 4.000 viviendas rurales (2002:
38). La dispersión de la población alcanzó una media
del 62% en los años 60 (Vallés, 1973: 9), reduciéndose
hasta el 21% en nuestros días (Nomenclator 2004); aun-
La actualización de estos datos a partir del padrón de 2004 casi no modifica su jerarquía: Vila de Eivissa (40.589 hab.), Sant Antoni (13.053), Sant Jordi de ses Salines
( 5.396) , Santa Eulàlia ( 6.535) , Sant Agustí des Vedrà –vénda que acoge el núcleo turístico de Cala de Bou, que es el núcleo actual verdadero– ( 4.492) y Jesús ( 4.241,
repartidas en las urbanizaciones de la costa este al norte de Vila de Eivissa) .
12
Muy por encima del de Mallorca y Menorca ( 6 %) , aunque un tercio del formenterense ( 62 %) .
13
Nomenclator, según la revisión del padrón municipal de 1 de enero de 2004 ( http://www.caib.es/ibae/demo/nomenclator/) .
14
Eivissa, el paraíso con peor nombre
253
que la proliferación de chalets aumenta orientándose al
uso turístico y de segundas residencias (43%, contando también las que se declaran como vacías en el Censo
de población de 2001).
La proliferación de viviendas en el suelo rústico,
analizada para el avance de las Directrices de ordenación territorial de las Illes Balears, en 1996 (Rullan,
Manchado y Marcús, 1998: 139), proporcionó la cuantía de 14.473 edificaciones residenciales para ambas
islas pitiusas (figura 10). El estudio determinó que el
planeamiento vigente en 1996 permitiría la construcción de 41.593 viviendas en el suelo rústico pitiuso.
Según la memoria del Avance del PTIEF, ya aprobado
con aún más edificabilidad del suelo rústico, la isla de
Eivissa podría dar cabida a 33.200 viviendas rurales (p.
155-157).
La normativa urbanística ibicenca es más
permisiva que la del resto de islas Baleares por lo que
respecta a la edificación de viviendas unifamiliares en
suelo rústico. Esta transigencia se enraíza en la fragmentación del suelo rústico, y en el derecho que se atribuye a la vivienda en la explotación autárquica del
casament, a partir de la herencia de la legítima. Con
FIGURA 10: Edificación de la isla de Eivissa
FUENTE: GIST, a partir del Mapa Topográfico Balear
todo, se amplía la base de la especulación turísticoinmobiliaria entre la población autóctona, que se convierte en privilegiada por la propiedad del suelo y connivente con la permisividad política. Los precios del
suelo rústico rondan los 18 euros el m2 (Neus Prats,
com. pers. diciembre de 2004). A modo de ejemplo,
Eivissa es en la única isla en la que los espacios naturales son edificables15. La cultura del expolio -escudada
en la propiedad privada- se ejemplifica en el lema «La
tierra es mía», que se exhibía por parte de un asistente
al pleno del Consell de Eivissa i Formentera en el que se
aprobó la «Moratoria» 16 (Josep Marí Ribas, «Agustinet»,
com. pers., diciembre 2004).
La edificabilidad del suelo rústico se ha reconocido mediante procedimientos legales de desprotección
de espacios naturales. La aprobación definitiva del PTIEF
disiente del propósito de su avance, accediendo a la
edificabilidad de las Áreas Naturales de Especial Interés,
Áreas de Interés Agrícola y de los Conectores Ecológicos
(PTIEF memoria: 40). En un juego legal en el que no se
repara en medios, la antes mencionada Ley 10/ 2003
también rebaja la extensión del Parque Natural de Cala
d’Hort de 2.773’3 ha. protegidas a 234’2 ha., lo cual
supone el recorte del 91’6% del espacio natural protegido17 durante la legislatura 1999-2003, en que gobernó el Pacte de Progrés18. También la Ley 8/ 200319 rebaja
la protección urbanística de espacios naturales, posibilitando su edificabilidad –cosa prohibida en el resto de
islas–, para viviendas unifamiliares aisladas; y deroga la
«moratoria» de campos de golf que impulsó el Pacte de
Progrés20.
Tales rebajas suponen en algunos casos la necesaria modificación posterior de más legislación con el
propósito de evitar las incongruencias. Así, se ha aprobado una ley de rebaja de la protección territorial para
las islas de Eivissa y Formentera21 que modifica la Ley 6/
1997 de suelo rústico para incrementar la edificabilidad
del suelo rústico, incluso en los espacios naturales de
más alto nivel de protección (ANEI-ANP), exonera al PTIEF
del cumplimiento de ciertos aspectos de la Ley 6/ 199922,
de la Ley 9/ 199923 y de la Ley 1/ 199124. La ley balear de
conservación de la naturaleza25 cuestiona la superiori-
15
Esta desprotección se perpetró mediante una ley de « acompañamiento a los presupuestos» , Ley 10/2003, de 22 de diciembre, de medidas tributarias y administrativas
( BOIB nº 179 ext. de 29 de diciembre de 2003) .
16
Norma Territorial Cautelar, de 27 de octubre de 2000 ( BOIB nº132 ext. de 28 de octubre de 2000)
17
Decreto 24/2002, de 15 de febrero ( BOIB, nº 23, del 21 de febrero de 2002) .
18
La legislatura 1999-2003, con gobiernos insulares y autonómicos del denominado Pacte de Progrés, representó un colofón al proceso de planificación territorial,
congruente con la práctica gobernativa desde el inicio de la democracia, y consistente en la protección de espacios naturales y la limitación del crecimiento urbanístico (por
ejemplo mediante la Ley 9/1999 que hizo inedificables los espacios naturales). Contrariamente, el gobierno autonómico y los insulares de Mallorca, Eivissa y Formentera de
la presente legislatura planifican en pro del crecimiento urbanístico y de las infrastructuras –como es el caso de las autopistas–, desprotegiendo también los espacios naturales
y el suelo rústico.
19
Ley 8/2003, de 25 de noviembre, de medidas urgentes en materia de ordenación del territorio y urbanismo de las Illes Balears ( BOIB nº 168 de 4 de diciembre de 2003).
20
Ley 4/2000, de 22 de marzo, de Moratoria de Construcción y Ampliación de campos de golf en las Islas Pitiusas.
21
Ley 11/2005 de 7 de diciembre, de medidas específicas y tributarias para las islas de Eivissa y Formentera en materia de Ordenación Territorial, Urbanismo y Turismo (BOIB
nº 188 de 15-12-2005) .
22
Ley 6/1999, de 3 de abril, de las Directrices de Ordenación Territorial de las Illes Balears y de medidas tributarias ( BOIB nº 48, de 17 de abril de 1999) .
23
Ley 9/1999, de 6 de octubre, de medidas cautelares y de emergencia relativas a la ordenación del territorio y al urbanismo a las Illes Balears ( BOIB nº 128 de 12 de
octubre de 1999) .
24
Ley 1/1991, de 30 de enero, de Espacios Naturales y de Régimen Urbanístico de las Áreas de Especial Protección de las Islas Baleares ( BOCAIB nº 31, del 9 de marzo
de 1991) .
25
Ley 5/2005, de 26 de mayo, para la conservación de espacios de relevancia ambiental ( LECO) ( BOIB nº 85 del 4 de junio de 2005)
254
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
dad de los Planes de Ordenación del Medio Natural, como
también lo hace el PTIEF, en su disposición adicional
2ª, invocando la mencionada Ley 10/ 2003. La disposición adicional 10ª del PTIEF, establece la necesidad de
modificar la disposición transitoria de la Ley 9/ 1999,
para permitir el reconocimiento de las solicitudes de
construcción de viviendas unifamiliares aisladas que
quedaron sin efecto con al protección territorial que
promovió el Pacte de Progrés.
Por otro lado, en un alarde de cinismo o de patética irresponsabilidad, también se reconoce «la incapacidad del sistema institucional para mantener la disciplina urbanística» (PTIEF, memoria: 32). Esta permisividad está estrechamente relacionada con el lucrativo
mercado financiero basado en la construcción y en la
comercialización de estas residencias, bendecidas por
el mito de la arquitectura rural y del paisaje privilegiado. A modo de ejemplo, la isla de Tagomago se puso en
venta por 6 millones de euros, mientras el chalet de la
Illa Murada, del Port de Sant Miquel, se alquila a razón
de 200.000 euros al mes (Josep Antoni Prats, com. pers.,
diciembre de 2004). Mediante este tipo de alquiler turístico de viviendas, entre el 28% y el 33 % de los visitantes pernoctan fuera de establecimientos turísticos
reglados (Integral-GaaT, 2000: 33).
A este mercado se aproximan personajes del negocio musical como Mike Oldfield, Noel Gallagher o Michael
Cretu, que aprovechan el entorno privilegiado del medio rural ibicenco para enriquecer sus creaciones artísticas, pero sin atender a otras razones urbanísticas que
FIGURA 11: Edificación en el acantilado estructural de Los Parques
de es Cubells
FUENTE: GIST, febrero de 2005
las puramente egocéntricas.
La urbanización de Los Parques de es Cubells,
junto al cabo de Cala Llentrisca, ejemplifica el «urbano
ibicenco», que surge como consecuencia de este proceso de parcelación sistemática del suelo rústico, para la
construcción de chalets, sin la preceptiva urbanización.
El enclave que ocupa es Lugar de Interés Comunitario
(Directiva 92/ 43 de la CEE26), Área natural de especial
interés (Ley 1/ 199127) y fue Parque Natural (figura 11).
El aeropuerto en vías de ampliación
Ya se ha expuesto la importancia de la construcción del aeropuerto de es Codolar para el lanzamiento
de Eivissa como destino turístico internacional. La infraestructura actual dispone sólo de una pista de aterrizaje. La limitación de operaciones que esto supone implica el freno al aumento de la estacionalidad, dada la
alta concentración estival de la afluencia turística. El
planteamiento de su posible ampliación se ha previsto
en las DOT28, mediante la conversión de la pista de
rodadura en pista de aterrizaje pero sin ampliar su extensión actual. Este proyecto está en tramitación por
parte de la autoridad competente, Ministerios de Fomento y Defensa29, y se plantea sobre una proyección
futura del tránsito de pasajeros cifrada en 7 millones
para el año 2015.
El tráfico actual del aeropuerto es de 4.164.647
pasajeros –entradas y salidas–, de los cuales 1.585.684
son turistas entrantes (2005) 30.
Las nuevas autopistas de la controversia
La funcionalización turística de las islas Balears
añade, en este tercer boom, usos residenciales para extranjeros que incrementan y acortan sus visitas, para las
que llegados al aeropuerto necesitan desplazarse en coche hasta las viviendas de uso turístico que salpican la
isla. La administración pública secunda este modelo de
transporte con la construcción de dos nuevas autopistas, a partir de la ciudad-puerto de Eivissa. El ensanche
de la ciudad se abre en un escaso ángulo de 45º hacia el
oeste, entre el humedal de ses Feixes al norte y los promontorios de es puig des Molins. Su trazado ortogonal
se estructura a partir de sus dos principales ejes de comunicación con la isla, que atraviesan los fértiles llanos
vecinos: la carretera PM-801 que la comunica con ses
Salines, Sant Jordi, el aeropuerto des Codolar y Sant
Josep (Avenida d’Espanya), y la carretera C-731 de Sant
Antoni (Avenida Ignasi Wallis). Ambas carreteras están
Directiva 92/43/CEEdel Consejo de las Comunidades Europeas, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres
( DOCE, nº L 206, del 22 de julio de 1992, p. 7-50) .
27
Ley 1/1991, de 30 de enero, de Espacios Naturales y de Régimen Urbanístico de las Áreas de Especial Protección de las Islas Baleares ( BOCAIB nº 31, del 9 de marzo
de 1991) .
28
El artículo 50 de la Ley 6/1999, de 3 de abril, de las Directrices de Ordenación Territorial de las Illes Balears y de medidas tributarias ( BOIB nº 48, de 17 de abril
de 1999) remite la posible conversión de la pista de rodadura en pista de vuelo al PTIEF; mientras su artículo 64.1 no autoriza la ampliación, en extensión, de esta
infraestructura.
29
Pla Director del Aeropuerto de Eivissa, aprobado por Orden Ministerial de 31 de julio de 2001.
30
Dades informatives 2005. El turismo a les Illes Balears. http://www-2.finestraturistica.org/fintur/index.ct.jsp ( consultado en enero de 2006) .
26
Eivissa, el paraíso con peor nombre
255
siendo convertidas en autopistas, en consonancia con
lo establecido estatalmente por el Plan de
Infraestructuras de Transporte 2000-2007 y con lo propuesto por el nuevo Plan Estratégico de Infraestructuras
y Transporte 2005-2020. La anchura previa de estas carreteras es de 10 metros, que pasaran a ocupar un máximo de 36,5 metros tras el desdoblamiento. El movimiento social contrario a estas infraestructuras de transporte, por la transformación territorial que promueven, se
ha visto acallado en parte por la expropiación del suelo
a precio de mercado, a razón de 8 euros/ m2 (de los
cuales el 60% son de pronto pago en el momento de
firmar el acta de ocupación) (Antoni Marí, com. pers.
diciembre de 2004) y por el ninguneo al que les somete
los gobiernos insular y balear. El elevado coste de estas
autopistas –221 millones de euros en la adjudicación
del nuevo acceso al aeropuerto de 6 kilómetros desde
Eivissa– se pretendía financiar mediante un convenio,
firmado entre los gobiernos balear y central el sábado
13 de marzo de 2004, entre los atentados del 11 en
Madrid y las elecciones generales del 14. En la actualidad, este convenio está en suspenso, denunciado
unilateralmente por el gobierno estatal. En cualquier caso,
su construcción se financia por parte de las empresas
concesionarias, que recuperaran su inversión mediante
el sistema de «peaje a la sombra» (a razón de 600.000
euros/ km/ año, durante 25 años); evitando así las limitaciones que se imponen al endeudamiento del erario
público, y el escándalo de su desmesurado coste.
El ensanche de la ciudad, sobre el llano de Vila,
se cerraba con la vía de circunvalación, E-10, Avenida
de la Pau, que ha sido, hasta ahora, la única carretera
interubana de cuatro carriles de la isla (IMD 10.00030.000 vehículos / día). Su inclusión de facto en la
trama urbana, debida a los sucesivos ensanches, ha dado
lugar a la petición de su cesión al municipio, por parte
del Ayuntamiento de Vila de Eivissa. Este proceso de
expansión ha promovido la construcción de la segunda
vía de cintura de la Vila de Eivissa, E-20, que es la tercera autopista en construcción en estos días.
Los puertos de todo pelaje
Sa Canal, embarcadero de sal en el Parque Natural
de ses Salines, se baraja como opción alternativa para el
transporte marítimo de pasajeros con Formentera, que
hoy día se realiza entre el puerto de Eivissa y el de la
Savina en Formentera. El enlace con esta «Segunda Vía»
se establecería hasta el actual puerto formenterense de
la Savina; mientras se propone incrementar las
infraestructuras portuarias de Formentera con un nuevo
puerto en el núcleo turístico de es Pujols, estableciendo la travesía hasta el puerto de Vila de Eivissa por el
este del islote de S’Espalmador y de la punta de es
Trucadors, sorteando así el violento viento de Llebeig,
SW (norma 48.c.1 del PTIEF).
Sa Caleta, situada junto a la playa de es Codolar y
que en la actualidad acoge una cincuentena de alcobas
tradicionales para varar embarcaciones de recreo, se
barajaba como posible ubicación de un nuevo puerto
industrial, para desplazar lejos de la ciudad de Eivissa el
tráfico de mercancías. Sin embargo, actualmente se promueve la ocupación interna del dique de Botafoc, en
Eivissa, con 77.000 m2 de marina seca ganada al mar,
para trasladar ya ese tráfico de pasajeros y de mercancías de la Marina, en la fachada marítima de Vilade
Eivissa.
También se plantea la ampliación del puerto de
Sant Antoni, además de la construcción de otros dos
puertos deportivos muy cercanos, en el Port des Torrent
y en Punta Xinxó. Otros proyectos de puertos deportivos se plantean en es Viver (municipio de Eivissa) y en
Cala Corral (junto a Cala Tarida en el municipio de Sant
Josep).
Las playas menguantes
El primer boom turístico se caracteriza por la urbanización intensiva sin urbanismo, construyendo edificios en altura a poca distancia del mar. En este modelo
universal y fordista del «sol y playa», se edifica preferentemente la costa de playa arenosa, ocupando los sistemas dunares con calles, edificios y paseos marítimos,
y el litoral con puertos y escolleras que interfieren la
deriva litoral de la arena. La consecuencia inexorable es
la pérdida de superficie de playa, que si se llega a recrecer con aporte artificial añade turbidez al agua. Por otro
lado, la falta de dotación urbanística elemental puede
suponer el vertido de aguas residuales al mar, con el
agravamiento de la pérdida de calidad del agua para el
baño.
El atractivo turístico de las aguas baleares se debe
a que son pobres en nutrientes, y por ello muy transparentes, y a que la arena natural es muy gruesa y calcárea,
de lo cual deriva su blancura. Para mantener estos atributos indispensables para la calidad turística, la depuración de aguas residuales cubre el 72 % del volumen de
agua suministrada (análisis disponible para el año 2000
TABLA 6: Tipos de costa y urbanización litoral de las islas Pitiusas
% de extensión
% urbanizado
Escalón
Acantilado estructural
Acantilado marítimo
Playa de guijarros
Playa de arena
22,64
30,37
44,97
8,88
17,12
5,46
2,23
11,42
13,04
21,31
Fuente: Blázquez y Murray, 2002
256
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
en Blázquez y Murray, 2002) y casi no se realizan
recrecimientos artificiales de playas.
Sólo el 13% de la costa pitiusa (31 km) está formada por playas, que se han urbanizado en un 21 %
(6,5 km) (tabla 6).
La más extensa de las estudiadas (Blázquez y
Murray, 2003), de un conjunto de 18 playas de Balears,
es la Platja den Bossa. La franja tierra adentro de la
playa, de 500 metros de profundidad, tiene el 52% de
su extensión urbanizada. Muestreos de frecuentación
de esta playa ofrecen máximos diarios de 7.731 usuarios, con la presencia punta de 4.520 bañistas, momento en el cual disponen de una media de 15,7 m2 de
superficie de playa por usuario (Mas y Blázquez, 2005).
La explotación turística de las playas es otro lucrativo negocio controlado también por las familias
caciquiles. Las concesiones públicas para la explotación
de sus zonas de baño –con la instalación de chiringuitos,
tumbonas, sombrillas, etc.– se convierte en una prebenda más de las élites empresariales, que las negocian
en subcontrata31.
La crisis ecológica y territorial que compromete la habitabilidad y la sostenibilidad
La primera ocupación humana de Eivissa ya supuso una primera gran crisis ecológica; provocó la extinción de especies de aves, entre las que abundaban
las ocas, Anser sp., –algunas de ellas endémicas–, los
cuervos, Corvus corax, las grallas, Pyrrhocorax pyrrhocorax,
y destacaba el águila marina, Haliaeetus albicilla, como
gran depredador. Su destino fue la alimentación de la
especie recién llegada, más súper depredadora, y de la
nueva fauna que la acompañaba –en especial mamíferos
alóctonos silvestres. La fauna ibicenca prehumana estaba desproveída de mamíferos terrestres. También se alteró el paisaje vegetal, que se supone estaba dominado
por el pino ródeno o negral (Pinus pinaster).
Su segunda mayor crisis ecológica, de origen
humano, se produce en la actualidad y se debe al desarrollo turístico y de las infraestructuras. En ella se comprometen, al menos, tres aspectos socioambientales esenciales: la viabilidad de su economía, la calidad de vida
de su población y el equilibrio ecológico.
Por lo que respecta a la viabilidad económica, la
imagen del mito insular arcádico se degrada debido a la
creciente urbanización. Dado que el producto esencial
de atracción turística es la calidad del entorno, el exceso de urbanización degrada también la cuota de mercado, que cambia a peor. Su gasto turístico disminuye
acusando el exceso de oferta.
En segundo lugar, la población ibicenca se re-
31
32
siente de la pérdida de calidad del entorno, aunque luego la dinámica electoral más bien no lo refleje. Desde
1977 se suceden las movilizaciones populares en defensa de los espacios naturales. Este conservacionismo cuajó
en la creación del Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN)
en 1982, integrándose posteriormente en el Grup Balear
d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa (GOB). En los
últimos tiempos, su principal actividad hace frente a la
proliferación de autopistas y a la extensión edificatoria
de «urbano ibicenco».
Por último, aunque de mayor importancia, la contribución ibicenca a la crisis ecológica deviene del consumo insostenible de hidrocarburos y materiales no renovables, así como por la producción de residuos. El
requerimiento de combustibles fósiles sitúa a Eivissa a
la cabeza de las islas Baleares, con 3,3 toneladas equivalentes de petróleo por persona, 2 décimas por encima
de la media balear. El desarrollo de nuevas
infraestructuras, como las de desalación –ya en funcionamiento en Vila d’Eivissa y en curso de ejecución en
Santa Eulàlia– y la construcción de autopistas, alientan
el crecimiento urbanístico que liga la proliferación de
chalets y el coche, sin asumir su evidente vínculo con el
consumo de hidrocarburos no renovables y el coste energético del consumo de todo tipo de materiales. Eivissa
y Formentera son las únicas islas del archipiélago que
gestionan sus residuos sólidos urbanos exclusivamente
mediante el vertido controlado32. El reciclaje se aplicó a
menos del 2 % de los residuos producidos en 1999, y
aumentó al 5 % en 2001, debido a la disminución del
FIGURA 12: La sociedad ibicenca cuestiona el crecimiento de la
principal puerta de acceso a la isla, acusando el agobio
FUENTE: Gen-Gob/Vicent Roig-Francolí ( Franky) , 2002
Un intento progresista de regulación de esta ilegalidad motivó fuertes tensiones políticas en la primavera de 2003.
Según el Plan director sectorial de residuos urbanos de Eivissa y Formentera ( Decreto 46/2001, de 30 de marzo) .
Eivissa, el paraíso con peor nombre
257
40% de su volumen total (Blázquez y Murray, 2003).
La oposición a la ampliación del aeropuerto
ejemplifica la campaña ecologista para hacer frente a
los tres compromisos socioambientales enunciados (figura 12).
Las propuestas de futuro del Plan Territorial Insular
de Eivissa y Formentera
El PTIEF deroga las «moratorias urbanísticas» 33 y
recupera 7 sectores de suelo urbanizable, derogados por
las Directrices de ordenación territorial (DOT) 34. Los
parámetros de crecimiento futuro alcanzan el máximo
permitido por las DOT, el 10% de la superficie conjunta
del suelo clasificado como urbano y urbanizable (norma
37 del PTIEF). Su reparto es proporcional para cada
municipio, aplicando la misma fórmula de cálculo; lo
cual supone que no se aplican las medidas de reequilibrio
territorial previstas por las DOT (art. 33). El avance del
PTIEF calculaba que este crecimiento representaría
24.270 plazas nuevas (p. 183-184); cuando sólo el suelo urbano no edificado (vacante) es capaz de albergar
112.000 nuevas plazas (PTIEF, avance: 181). El listón
es, por consiguiente, de 136.000 nuevas plazas, a añadir al actual parque de 247.000; sin contar con la
edificabilidad no agotada del actual parque construido. Todo ello mientras el PTIEF establece un escenario
demográfico potencial de sólo 102.200 habitantes para
el año 2011 (PTIEF avance: 181).
El PTIEF también da cobertura legal a lo que denominamos «urbano ibicenco», consistente en la urbanización difusa e irregular en suelo rústico, mediante
su reconocimiento como «núcleos rurales» (Cap. IV
PTIEF). Excluye de la inedificabilidad buena parte del
suelo rústico antes protegido (Áreas Naturales de Especial Interés, Áreas de Interés Agrícola y Conectores
FIGURA 13: Reducción de la extensión del Parque Natural de Cala
d’Hort en 2003
FUENTE: http://www.gobmallorca.com/parcdellevant/intro.htm
Ecológicos), regulando generosamente los alojamientos
turísticos en suelo rústico, mediante la reducción de la
parcela mínima exigible hasta 50.000 m2 para hoteles
rurales (con un máximo de 50 plazas) y 25.000 m2 para
agroturismo (de 24 plazas, como máximo), con la motivación de «adaptar a su realidad parcelaria y escala territorial una normativa autonómica [el Decreto 62/ 1995,
sobre prestación de servicios turísticos en el medio rural] establecida en función de otras magnitudes territoriales» (PTIEF, memoria: 53).
Las modificaciones legales previas a la aprobación del PTIEF (Leyes 10/ 2003 y 8/ 2003) también han
supuesto la desprotección del parque natural de Cala
d’Hort, que pasa de 2.773,31 Ha. a 234’2 Ha. (una reducción del 91’6%) (figura 13).
Itinerario de la salida de campo
Proponemos una visita a algunos de los enclaves
más emblemáticos de la isla, en un circuito que la circunvala en sentido horario. Salimos de la Vila de Eivissa
hacia poniente, recorriendo su litoral meridional hasta
Sant Antoni. Atajamos cruzando sus llanos hasta Santa
Eulalia para volver al inicio de la ruta, dejando por visitar Els Amunts, la sierra mejor conservada que habrá de
merecer una nueva visita.
Saliendo de la ciudad de Ibiza
La salida de Eivissa nos conduce al Pla de Sant
Jordi, que acoge las salinas y el aeropuerto. El llano de
Sant Jordi se abre al mar al este por la Platja d’en Bossa,
que es la mayor de la isla con una superficie de uso y
reposo de casi 71 ha. Su entorno ha concentrado buena
parte del crecimiento hotelero de la isla; los municipios
en que se encuentra, Eivissa y Sant Josep, albergan casi
la mitad (47%) de la capacidad de alojamiento turístico de la isla (según datos de 2004), y el resort turístico
de la propia playa lo constituyen unas 11.590 plazas
(2000), con el 15% de la oferta de Eivissa.
La iglesia fortificada de Sant Jordi está documentada ya en el siglo XIV. La capilla de La Revista y la
iglesia de Sant Francesc son del siglo XVIII, construidas
para dar servicio a los trabajadores de las salinas. Todas
muestran, una vez más, el intento eclesiástico
dieciochesco de jerarquizar el poblamiento disperso, en
33
Normas Territoriales Cautelares del Consejo de Gobierno del Govern de les Illes Balears aprobada el 7 de abril de 2000 y las del Consell de Eivissa i Formentera aprobadas
el 27 de octubre de 2000 y el 20 de enero de 2003, que pierden su vigencia con la Disposición derogatoria del PTIEF.
34
Artículo 27.2 del PTIEF, acogiéndose al Art. 1 de la Ley 8/2003 y a la D.A. 24 de la Ley 10/2003.
35
Ley 7/2001, de 23 de abril, del Impuesto sobre las Estancias en Empresas Turísticas de Alojamiento, destinado a la dotación del Fondo para la Mejora de la Actividad Turística
y la Preservación del Medio Ambiente ( BOIB número 52, de 1 de mayo de 2001) . Blázquez, 2003 abunda en esta materia.
258
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
éste caso, de agricultura de regadío, en las cercanías
del humedal de ses Salines. Tanto la capilla de Sant
Francesc como el complejo turístico ruinoso de «Isla
Blanca» se querían convertir en la antesala turística de
Ses Salines, mediante la inversión de la «ecotasa» 35, de
breve aplicación (2001-2003).
La excepcionalidad de los ambientes palustres en
el bioma mediterráneo, da lugar a su protección –por lo
general reactiva, ante amenazas de artificialización–
mediante figuras de conservación de la naturaleza; éste
es el caso de las Salinas de Eivissa y Formentera, Reserva
Natural desde 1995 y posteriormente asumida como Parque Natural por el Gobierno de las Illes Balears en 200136.
La urbanización de sa Revista nos muestra un
primer ejemplo de chalets modernos formando un entramado de edificaciones sin urbanización, en lo que hemos venido a denominar «urbano ibicenco», de camino
a la playa de es Cavallet.
Primera Parada: sa Canal
El Puerto de sa Canal es de carga tradicional de la
sal, para la exportación, y se plantea como «Segunda
Vía» portuaria de conexión interinsular con Formentera,
que se distingue entera en el horizonte. Las instalaciones de almacenamiento y transporte de la sal ilustran el
importante papel que esta industria tiene para la isla.
FIGURA 14: Espigón de carga de sal en sa Canal
FUENTE: GIST, diciembre de 2004
Recorrido entre ses Salines y Cala d’Hort
De vuelta al interior de la isla, atravesamos las
instalaciones del aeropuerto de es Codolar. Sus orígenes
son tan precarios que en 1951 una orden ministerial lo
cerró al tránsito aéreo, por el mal estado de sus instalaciones. Ya en pleno boom turístico, en 1968, Abel Matutes Juan emprende la construcción del hotel «Ínsula
Augusta» en Platja den Bossa, peligrosamente alineado
con la prolongación de la pista y bajo la trayectoria de
los aviones; hasta 1971, fecha en que se destruye dicho
hotel, el Ministerio del Aire no da por cumplidas las
servitudes aeronáuticas (Cirer, 1999). En la actualidad
registra un tránsito anual de 4.164.647 pasajeros (2005),
procedentes mayoritariamente del Reino Unido (37 %),
Alemania (18 %) e Italia (18 %) 37.
A un extremo de la playa de es Codolar, encontramos sa Caleta que en la actualidad acoge una cincuentena
de casetas tradicionales para varar embarcaciones de
recreo. Este enclave se barajó como posible ubicación
de un nuevo puerto industrial, para desplazar aún más
lejos de la ciudad de Eivissa el tráfico de mercancías.
Junto a sa Caleta se encuentra también el yacimiento arqueológico del poblado fenicio del siglo VII
A.C., en el que se fundía hierro, introduciéndolo así en
la cultura talaiótica de las Gimnesias, que por entonces
sólo trabajaba el bronce. Este yacimiento se incluye en
el Patrimonio Mundial de
la Humanidad, declarado
por la UNESCO, con Dalt
Vila y las comunidades
marinas de Posidonia
oceánica del Parque Natural de Ses Salines de
Eivissa y Formentera.
La iglesia de es
Cubells proporciona un
excelente mirador sobre
un conjunto de chalets
sobre fuertes pendientes
frente al mar: Vista Alegre de sa Caixota y Parques de es Cubells, oriFIGURA 15: Efectos de
ginalmente promovida
los corrimientos de tierras
por Jacques Portret y
en la urbanización de
«Vista Alegre» en sa
comprada recientemente
Caixota
por una empresa
FUENTE: http://
participada, posibleweb.intercom.es/jaduarte/
mente, por el empresario
caixota.html, consultada
en diciembre de 2005
catalán Miquel Roca i
Junyent. La legalidad de
Ley 17/2001, de 19 de diciembre ( BOIB nº 156, de 29 de diciembre de 2001) .
Dades informatives 2005. El turismo a les Illes Balears. http://www-2.finestraturistica.org/fintur/index.ct.jsp ( consultado en enero de 2006) .
38
El Parque Natural se creó por el decreto 24/2002, de 15 de febrero (BOIB nº 23, de 21 de febrero de 2002) pero se desprotegió en su mayor parte mediante la Disposición
Adicional 17ª de la Ley 10/2003, de 22 de diciembre, de medidas tributarias y administrativas ( BOIB nº 179 ext. De 29 de diciembre de 2003) .
36
37
Eivissa, el paraíso con peor nombre
259
consumó su desprotección.
Recorrido entre Cala d’Hort y Sant Antoni
FIGURA 16: El cassament de Ses Païsses, con el islote de es Vedrà
en segundo plano
Fuente: archivo GIST, octubre de 2005
esta última urbanización está más que en entredicho,
ubicándose sobre un espacio natural protegido y, brevemente en un Parque Natural38. Éste es, por consiguiente, un buen ejemplo de «urbano ibicenco», que desoye
la precaución ante riesos de desprendimientos y
corrimientos del terreno (como los sucedidos en la urbanización Vista Alegre de sa Caixota, el 19 de septiembre de 2005, tras un aguacero de 150 mm en 24 horas,
figura 15), además de desobedecer la legislación urbanística. Los chalets en venta pueden llegar a rondar precios de 2.700.000 euros (Neus Prats, com. pers. diciembre de 2004).
El casament de ses Païses de Cala d’Hort representa un ejemplo de arquitectura rural payesa, vestigio de
poblamiento autárquico, hoy excusa y emblema de la
ciudad difusa y del «urbano ibicenco». Su encalado inspiró la denominación russinyoliana de Eivissa como la
«Isla Blanca». El estatus de propiedad privada de los
casaments ha disuadido las iniciativas políticas de explotarlas como atractivo turístico (Ferrer, 2002: 87).
Esta casa que visitamos es, como excepción a la norma,
propiedad del Consell de Eivissa y Formentera. La propiedad pública incluye el yacimiento de una casa
tardoromana, de entre los siglos V a VIII, y una necrópolis púnica.
Segunda Parada: es Vedrà
Estos islotes, todavía protegidos, se utilizan
como símbolos de la espiritualidad del paisaje. Un patrimonio que se «ama a muerte» con la urbanización
intensiva del litoral y de los espacios naturales.
La urbanización de Cala Carbó es el extremo del
hinterland turístico-residencial de Sant Antoni, atraido
por el magnetismo d’es Vedrà. Cala d’Hort todavía está
sometida a la amenaza de más artificialización, con la
construcción de un campo de golf, como excusa para
urbanizarla. El intento de protección como Parque Natural duró tan sólo 2 años (2002-2003), hasta que se
260
Las Serres de Sant Josep acogen un conjunto de
urbanizaciones intensivas, frente a los conjuntos de islotes (es Vedrà, sa Conillera, etc.) que les embellecen las
puestas de sol: Cala Carbó, Cala Vedella, Cala Molí, Cala
Tarida, etc.
Atravesamos las parroquias de Sant Josep y de
Sant Agustí, desde donde se nos ofrece una amplia panorámica de Sant Antoni, una muestra más del
poblamiento disperso sobre el pla de Sant Antoni, y la
huerta, como en el caso de Buscastell. El paisaje demuestra la intervención ilustrada en pro de la intensificación del uso agrícola que extendió los frutales de secano, y en especial el almendro.
Tercera Parada: Sant Antoni
En nuestra llegada al núcleo turístico de Sant
Antoni, atravesamos los barrios de Cala de Bou, que acoge
mayoritariamente a población inmigrante y temporeros,
ocupada en el sector turístico.
El núcleo urbano de Sant Antoni es de reciente
aparición. Joan Vilà cita documentos que determinan la
presencia de sólo 20 casas en 1845 (2001: 215), apareciendo aquí las primeras residencias turísticas en los
años 1930.
Las costas peninsulares –las sierras de Dènia, junto
a los cabos de Sant Antoni y la Nau– se avistan desde el
puerto de Sant Antoni. La línea marítima es regular con
los puertos de Dènia y Barcelona, con un movimiento de
116.507 pasajeros y 30.989 toneladas de mercancías en
2005.
Además de plantearse la ampliación del actual
puerto de Sant Antoni, también se barajan sendos proyectos de puertos deportivos en el Port des Torrent y en
Punta Xinxó.
La fachada marítima de ses Variades ofrece el úl-
FIGURA 17: Atracción narcoléptico-musical de la
puesta de sol tras el islote de sa Conillera, desde el
«Café del Mar» en Sant Antoni
FUENTE: http://nykkybanks.net/albums/Ibiza-2004/
CafeDelMar.sized.jpg
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
timo reducto libre de edificaciones del núcleo, aunque
ya tiene aprobada su urbanización. Este lugar ofrece
espectaculares vistas a la puesta de sol tras el islote de
sa Conillera; este atractivo reclamo contribuye al éxito
de el «Café del Mar», que se ha popularizado también
por las grabaciones de música Chill out. Próximo a esta
zona, se encuentra el barrio del West End que se caracteriza por atraer narcoturismo hooligan, especialmente
británico.
Recorrido entre Sant Antoni y Santa Eulàlia
La carretera de Sant Antoni a Eivissa, en proceso
de ampliación, atraviesa los llanos de Portmany y
Buscastell. Dejamos Els Amunts, que es la región montañosa del norte de Eivissa, a nuestra izquierda. Sant Rafael y Santa Gertrudis ocupan el centro de la isla,
equidistantes entre los tres núcleos principales de la
isla. Esta centralidad, para la que se añade el desarrollo
viario con autopistas, ha atraído algunas de las principales discotecas (Privilege y Amnesia), que aprovechan
la lejanía a los núcleos urbanos para ofrecer horarios
after hours.
Atravesamos las dos carreteras que comunican
radialmente Vila de Eivissa con Sant Miquel y Portinatx,
en el corazón de Els Amunts.
El llano de Santa Eulàlia conserva algunos usos
de suelo de regadio, que agruparon, excepcionalmente,
población en el núcleo de Balàfia (5 casas y 2 torres de
defensa), como estrategia defensiva.
Cuarta Parada: Santa Eulàlia
El núcleo urbano de Santa Eulàlia también es de
reciente aparición, en este caso, la cita de Joan Vilà
establece la presencia de sólo 50 casas en 1845 (2001:
215). Los barrios de Ca na Ribes, de ensanche residencial y Siesta, de urbanización extensiva, ejemplifican el
crecimiento de este tercer núcleo urbano de la isla.
La iglesia de Santa Eulàlia, del siglo XVI, culmina
el Puig de Missa a modo de fortaleza-refugio. Su ábside
es la mitad de una antigua torre de defensa y su atrio
porticado con envigado de madera de sabina y de pino
cumplió la función de ágora rural, como sucede con las
otras iglesias parroquiales del foravila ibicenco
Recorrido entre Santa Eulàlia y vila de
Eivissa
La carretera costera, que nos conduce a Eivissa,
define un trazado en espina de pez sobre el litoral, comunicando las urbanizaciones de Cala Llonga, sa Roca
Llisa –con los, hasta ahora únicos, campo de golf y vertedero legal de residuos sólidos urbanos de la isla– y
Talamanca.
Llegando a la Vila de Eivissa se cierra el triángulo urbano principal, del cual la ciudad de Eivissa es la única
que concentra los servicios urbanos (administrativos,
aeroportuario, portuario, etc.), siendo Sant Antoni y
Santa Eulàlia de función mayoritariamente turística.
FIGURA 18: Iglesia de Sant Mateu d’Albarca, como muestra del
estilo arquitectónico de las parroquias rurales ibicencas
FUENTE: Archivo GIST, mayo 2005
Eivissa, el paraíso con peor nombre
261
Conclusiones
El sistema urbano de Eivissa pivota sobre la capital insular, que acoge la centralidad de las vías de comunicación internas y externas. Otras dos cabeceras municipales, Sant Antoni y Santa Eulàlia, se acogen al siguiente rango de primacía urbana, aupadas por la especialización turística. Dos núcleos turísticos de nueva
planta, ligados a la presencia de playas, los siguen en el
ranking: Cala de Bou, al oeste de Sant Antoni, y Platja
den Bossa, al oeste de Vila de Eivissa.
Pese a todo, el 21% de la población de la isla
vive en hábitat disperso, que tiene su origen en el
casament rural y a la que se añade la construcción de
viviendas unifamiliares aisladas en el suelo rústico, para
uso turístico-residencial. Sant Josep es el municipio que
ostenta el máximo porcentaje de suelo urbanizado (7%),
después de Vila de Eivissa (46%), que tiene una superficie de menos de 10 km2, por lo cual es un «municipiourbe» atípico.
La vivienda rural tradicional, el casament simboliza el mito rural ancestral, que parte del individualismo
para derivar en la actualidad en liberalismo especulativo, abandono narcoturístico discotequero o escapismo
hippie.
La construcción de viviendas ha aumentado a un
ritmo medio del 3% anual, alimentada por su rentabilidad financiero-especulativa (el precio medio del m2 de
vivienda aumentó en un 126 % entre 1991 y 2000).
Prueba de ello es que entre el 45% y el 55 % estaban
vacías o se declaraban para su uso como segundas residencias. Una pequeña parte de este crecimiento urbanístico, pero de alto impacto ambiental, se produce en
suelo rústico, sin excluir los espacios naturales que concentran el mayor atractivo paisajístico. Los agentes privados del suelo han influido en las instituciones políticas para la desprotección de los espacios naturales, en
favor de sus expectativas especulativas. Una primera consumación de este ultraje se produjo en 2003 con la rebaja de 2.500 ha. de la extensión del Parque Natural de
Cala d’Hort, y con el alzamiento de la prohibición de
parcelación sistemática del resto de espacios naturales
protegidos, en ese mismo año.
En su conjunto, la nueva urbanización planificada por el PTIEF y la edificabilidad del suelo urbano vacante permiten doblar el censo actual de viviendas.
Los nuevos proyectos de construcción de
infraestructuras coadyuvan en este proceso de crecimiento urbanístico suicida: la ampliación del aeropuerto, tres
nuevas autopistas (PM 801 al aeropuerto, C-731 a Sant
Antoni y E-20 de segundo cinturón de Vila), un nuevo
puerto de mercancías y pasajeros en sa Caleta para comunicarla con Formentera y más puertos deportivos.
De no cambiar la tendencia de insostenibilidad,
la «isla blanca» de Santiago Russinyol se convertirá en
masiva urbanización decadente, como ya sucede en tantos
otros lugares.
262
VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
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Eivissa, el paraíso con peor nombre
265
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VIII Coloquio y Jornadas de campo de Geografía Urbana. Guía de campo
LA ISLA DE EIVISSA
Variables Geográficas1
569 km2
Extensión
Km. de costa
239 km.
Variables Demográficas
Evolución demográfica y densidad2
1960
Población de derecho
34.339
Hab/km2
60
1970
42.546
75
Población de hecho en temporada alta3
134.328
1999
131.407
2001
120.530
2002
172.629
2005
1981
59.933
105
1991
72.231
127
2000
89.611
157
2004
106.220
187
Lugar de nacimiento de la población ( 2002) 4
Illes Balears
50,8 %
Resto de CCAA
35,2%
Extranjero
14,2 %
Variables Territoriales
Ocupación del suelo ( 2000) 5
Extensión suelo urbano
Extensión suelo urbanizable
Suelo protegido
Suelo rústico común
2.616,74
1.180,66
1.926,27
51.176,33
has.
has.
has.
has.
La edificación residencial6
Nº de viviendas
% residencia principal
% segunda residencia
% viviendasvacías
58.454
52,8
22,6
20,6
Variables Turísticas7
Plazas turísticas ( 2004)
Total
% hoteles
% apartamentos
% otras
80.746
43,16
30,02
20,60
Afluencia turística ( 2004)
Número de turistas
Estancias turísticas
1.795.178
17.711.192
Variables Ambientales8
Requerimientos combustibles fósiles ( 2001)
Facturación electricidad ( 2004)
Requerimientos urbanos H2O ( extracción) ( 1998)
Requerimientos urbanos H2O ( desalación) ( 2003)
Producción Residuos Sólidos Urbanos ( 2001)
Recogida selectiva % ( 2001)
Parque de vehículos ( 2003)
291.098,34 Tep
630.134 MWh
8,49 Hm3
6,4 Hm3
86.487 Tm
1,68 %
88.007 unidades
Variables Económicas9
Presupuesto Consell Insular ( 2006)
FUENTE: IBAE(2005).
FUENTE: IBAEe INE( 2005) .
3
FUENTE: Blázquez y Murray, 2003.
4
FUENTE: IBAE(2005).
1
2
Eivissa, el paraíso con peor nombre
29.300.000 euros
FUENTE: Ferrer, 2001 de las dos primeras variables, y
elaboración propia a partir de Blázquez y Murray ( 2003) de
los datos de Suelo protegido y Suelo rústico común.
6
FUENTE: INE, (2005).
5
FUENTE: CITTIB, 2004.
FUENTE: Blázquez y Murray, 2003, excepto Facturación
electricidad y Parque de vehículos, cuya fuente es IBAE
(2005).
9
FUENTE: Riera et al., (2005).
7
8
267