La crisis por la pandemia y el prolongado confinamiento están revelando profundas desigualdades históricas, que se acentúan aún más entre sectores que se encuentran en situación de desventaja social y económica, como los pueblos indígenas y afrodescendientes, lo que lleva a plantear que las consecuencias son diferenciadas para el conjunto de la sociedad.

La crisis puede ser vista en términos de su propio fatalismo pero también como la oportunidad de revertir y reparar, para ir trazando rutas que permitan nuevas tareas emprendidas por los propios pueblos y una nueva agenda del Estado, con políticas públicas focalizadas para resarcir omisiones y criterios de discriminación y racismo.

La crisis de la escuela presencial, de predominio monocultural, se observa ahora en la desescolarización en sus distintos niveles educativos en zonas rurales, en una ausencia que no se llena con tecnología, por la sencilla razón de que persiste una brecha tecnológica expresada en limitados accesos a computadoras y problemas de conectividad para los estudiantes.

De acuerdo con el estudio “Los pueblos indígenas de América Latina – Abya Yala y la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible“ los lugares de residencia inciden en la posibilidad de los jóvenes indígenas de acceder a la educación superior y constituyen marcadores de exclusión en los países con población indígena. “Al igual que para el nivel secundario, residir en zonas rurales es un límite de orden estructural al acceso a los niveles más altos de educación, pero afecta siempre de manera más intensa a los grupos sociales más excluidos, reforzando la discriminación” (CEPAL, 2020:201).

Hay mucho que resarcir en términos de mayores inversiones en tecnologías para la información , educación y comunicación, pero sobre todo en la perspectiva de una nueva política pública, que considere que los recursos requeridos no son apoyos asistenciales sino de inversión para generar procesos de desarrollo sostenible sustentados en la participación, decisión y perspectivas en los directamente involucrados.

El asunto no es menor en tanto implica la oportunidad de reconocer los distintos aportes de los pueblos en un plano de igualdad e inclusión, y ello requiere una perspectiva plural y de educación intercultural, desde el nivel básico hasta el superior, así como en la generación de conocimiento, y la producción científica.

La definición del tipo de educación que se requiere es central en estos momentos para llevar a la reflexión colectiva epistemologías alternativas sobre la sociedad a la que se aspira, al desarrollo con inclusión, igualdad y equidad, que permitan trascender la educación monocultural centrada en la negación de otros conocimientos y de otras culturas.

Si el confinamiento remite al regreso a casa, a la familia, a la comunidad, esto abre además la posibilidad de que los aprendizajes, a partir de las limitaciones en la movilidad y la desescolarización, sean valorados en una educación más ligada a los procesos comunitarios, a los valores, a los conocimientos y a las culturas de los pueblos.

La nueva escuela puede construirse como un espacio en donde los estudiantes conozcan y analice los problemas de sus realidades inmediatas, donde intercambien ideas sobre sus vínculos con los territorios, protección de recursos naturales, formas de organización y participación para atender los múltiples problemas locales, y que sean esos conocimientos interculturales los que den más contenido a las currículas escolares.

Por ello la relevancia de abrir el ciclo de conversatorios virtuales “Educación Indígena y Derechos Humanos en el contexto de la Pandemia COVID19” como una iniciativa interinstitucional de la Organización de Estados Iberoamericanos, la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca y la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, desde uno de las entidades que se caracteriza por su diversidad cultural y lingüística, para abrir posibilidades de educar con una mirada incluyente.

Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana
Rector de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca

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