Horacio Ramallo: «Viajé a Argentina para ponerle un diente a mi madre»

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Radicado en Monte Alto desde hace treinta años, el odontólogo porteño se mantiene fiel a sus costumbres: el fútbol, que practica en el Deportivo Ciudad, y comer fuera los fines de semana. «Me vuelve loco la carne», dice

02 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Va a hacer 30 años que abrió en Monte Alto su primera clínica. Apasionado del fútbol, tuvo claro que el nombre del negocio tenía que ser Xeneize por ser hincha de Boca «y por que la equis inicial sonaba a gallego. Lo que sucede es que los argentinos la zeta la pronunciamos como una ese. Encargué el rótulo y pusieron Xeneise. En aquel momento estaba empezando y resultaba muy costoso encargar otro. Quedó así hasta hoy», recuerda sonriente Horacio Alberto Ramallo Parisi, natural de Belgrano, Buenos Aires. A sus 56 años sigue yendo a jugar sus partidos con el Deportivo Ciudad. «Juego con chavales que tienen treinta y pico. Al acabar me duele todo, pero no lo dejo. Además de la odontología, el fútbol es mi pasión, a pesar de mi mujer. He ido a mundiales a ver partidos de España o Argentina», confiesa Horacio, que está empezando a salir en bicicleta. Es de Boca y de la boca. Es hijo de odontólogos y sus dos hijos, Sofía, de 25 años, y Diego de 22, son la tercera generación de dentistas de la familia. «Siempre les digo que en esta profesión hay que trabajar y estar en constante formación. No te puedes quedar atrás por ti y por el bienestar de tus pacientes», apunta Horacio. Además de la clínica de Monte Alto tiene otra en Matogrande y una empresa de formación a la que dedica mucho tiempo. 

Tercio inferior de la cara

Aunque lleva más tiempo en A Coruña que en Buenos Aires no perdió el acento argentino. «Siempre me gustaron las ciudades con mar. Me vine a Madrid en 1988 y gracias a un colega que me animó acabé aquí. Desde el primer momento tuve feeling con la ciudad y con la gente. No noté un cambio drástico. El gallego es de los seres más nobles que he conocido», afirma Horacio, que está casado con una madrileña que trabaja con él como higienista dental. Me habla de sus estudios de implantología, de los tornillos dentro del hueso, de armonización facial... «Además de arreglar la boca por dentro, al terminar el tratamiento corregimos las arrugas del tercio inferior de la cara. Contamos con la ATP 38, una máquina de fotobiomodulación de última generación», explica. Con la doctora Fernanda Moreira creó la empresa Moreira Ramallo Dental Education. «Existen muchas casas comerciales que le ofrecen material a los profesionales. Nosotros trabajamos con Biotech Dental, que es francesa y está presente en 70 países del mundo. Tiene todo lo que necesita un odontólogo para trabajar, desde equipos hasta ácido hialurónico. Ahora vamos a dar un curso de armonización facial en Madrid, A Coruña, Oporto e Italia, y ya contamos con cantidad de solicitudes. Hay mucha gente que quiere formarse en estética facial», relata. 

Pasión por la carne y los grelos

Dice que su boca está bastante bien. «Solo dejé que me tratara mi padre y un buen amigo de Ciudad Real. Algún arreglo pequeño le hice a la familia. Y una vez viajé a Argentina para ponerle un diente a mi madre, que aún lo tiene. Imagínate lo que fue aquello. Tiene 82 años y además ella es dentista. Nuestra profesión te permite ayudar a la gente y darle una solución definitiva a un problema importante», destaca. Entre el trabajo, la formación y el fútbol le queda poco hueco para más cosas. «Mi mujer se queja de que no tengo tiempo libre». Los fines de semana le gusta salir a comer por ahí y uno de sus sitios favoritos es La Casona la Raqueta. Me vuelve loco la carne. Tengo parrilla en casa y antes la utilizaba más, pero ahora prefiero que me la hagan. Con el paso de los años, lo que sucede, es que cada vez comes menos cantidad y te llenas antes», analiza. De la dieta gallega le gusta todo, desde los mariscos a los grelos. «También me vuelven loco. Me recuerdan a la achicoria italiana que me hacía mi abuela siciliana», asegura este odontólogo de Buenos Aires que se siente en casa en Monte Alto. «Adoro el barrio y muchos vecinos son mis pacientes. El centro de la ciudad es muy pintoresco. El casco antiguo es una maravilla y el Parrote es algo impagable», sentencia. Nos despedimos. Se hace tarde y tiene varias cirugías pendientes.