Estas actitudes frenan el aprendizaje y desarrollo de un jugador. Son pequeños detalles, pero como siempre digo: detalle, más detalle, más detalle a la larga hace una gran diferencia.
Lo primero, si el profesor te tiene que estar constantemente corrigiendo tu posición, quiere decir que solo estás practicando una parte del golpe. Recordemos que hay un camino muy largo entre saber pegar (técnica) y saber jugar (táctica). Por ejemplo, si en la bandeja pegas y te quedas descolocado o parado, lo único que estás entrenando es el golpe aisladamente. Todos los golpes acaban en la recuperación de la posición (salvando casos muy concretos como puede ser el remate o la salida de pista).
Otra cosa que los jugadores hacen mucho es no querer poner la bola en juego. Esto hace que la clase dependa casi al 100% en el entrenador. He llegado a escuchar alguna vez eso de “te pagamos para que nos tires bolas”. Un entrenador es más que eso. Un entrenador es la figura en la que depositas tu confianza para mejorar, para sacar lo mejor de ti. El entrenador en cierta medida es un benefactor social. Si hay una bola cerca tuyo y el profesor está atendiendo a otro jugador, la recoges y la pones en juego (en ejercicios de control). O si en un ejercicio de carro hay una bola cerca tuyo y la puedes pisar, que no sea tu entrenador el que te tenga que decir que la apartes. Un alumno debería tener iniciativa. Se aprovecha mucho más el tiempo con el simple detalle de poner la bola el juego.
“te pagamos para que nos tires bolas”
